Telépolis

lunes, 30 de diciembre de 2024

Oratorio de Navidad

 

Cuenca nevada por Navidad. En mi casa paterna éramos más de belén que de árbol, al revés que mis hijos. Recuerdo a mis doce años el rito de volver a ponerlo. El mismo día que nos daban las vacaciones salía a buscar musgo a la Cueva de la Zarza con mis amigos y el abuelo Félix, cachaba de roble, bolsa de bocatas y bota de hidromiel casera. Nosotros bebíamos agua fresca de la fuente. Cada uno llevaba una cesta de mimbre y navaja para sacar enteras las tortas de musgo. Lo buscábamos sobre las rocas calizas y las piedras. Volvíamos al caer la tarde cargados de verde y de cepellones, con los pies tiesos y las manos congeladas. Al día siguiente, de buena mañana, los hermanos bajábamos a la leñera a por el tablero y las borriquetas. Lo cubríamos con hule blanco ajustado con cinta adhesiva y unas sábanas servían de faldones para completar el decorado. Después subíamos las cajas de cartón numeradas y las desembalábamos.

Primero colocábamos las montañas de corcho alrededor del paisaje musgoso; después el arroyo simulado con espejos: dos puentes, un molino con compuerta, pescadores de caña e hilo de coser, peces en el río,  lavanderas con pila, patos blancos. En lo alto, el castillo del rey judío Herodes custodiado por legionarios romanos (no vendían los suyos), acechante, sombrío, alejado del portal. Abajo las casas, altas y bajas como en cualquier aldea; en las callejas, hechas de arena fina, los locales de los oficios, algunos anacrónicos: frutero, panadero, sastre, boticario. En las afueras, una escena campestre con huerto y tierra de labor: aldeana recogiendo hortalizas y labrador con arado y tiro. Al fondo, el establo del misterio, el buey y la mula recostados a cada lado del pesebre; fuera, acudían a la cita los pastores y sus rebaños de ovejas lanudas (lo más logrado de la artesanía navideña). En fila, por un sendero de montaña, asomaban los reyes magos con su séquito de pajes y camellos tras la estrella de Belén. Paisaje nevado con polvos de talco. 

En realidad todos los nacimientos son iguales, un arquetipo cultural que varía en la cantidad y calidad de la factura (en el doble sentido del término). El mío, según crecía con las figuras compradas en la Plaza Mayor madrileña se hacía más variopinto, multicultural, a pesar de que intentábamos que las piezas nuevas se pareciesen a las rotas o perdidas. Llevábamos muestras a los tenderos de la Plaza pero cada año cambiaban: Esa ya no se hace, pero tengo esta otra… Al final, con veinte años, cada rey mago era de una hornada distinta. El remate era la iluminación. Metros de cable verde muy fino comprados en Chamón, ocultos entre la vegetación real o postiza, con bombillas parpadeantes que iluminaban los rincones. Debajo de las sábanas colocaba el tocadiscos de maleta para poner villancicos conquenses, como el de Federico Muelas que comienza:

Por la Puerta de San Juan,  
que abierta la espero siempre,
abierta de par en par.
Desde estas ventanas altas
En volandas de cristal.
Desde estos chopos desnudos
que ven las aguas pasar.

La première era en Nochebuena. Vecinos y amigos venían a admirar el conjunto y tomarse una copita de mistela con alajú. Comenzaba con luces, música de iglesia y una grabación magnetofónica que me llevaba la tarde:  

Había en la misma comarca unos pastores que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y su gloria los envolvía con su luz; y se llenaron de temor. El Ángel les dijo: “No temáis pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. 

En Navidad el belén permanecía intacto, pero el veintiséis comenzaban los inventos. Mi hermana jugaba a las cocinitas, mi hermano montaba una pachanga de pastores y villanos con canica de cristal, yo perpetraba una guerra justa. El objetivo era rendir el castillo de Herodes y salvar a los santos inocentes, o sea, impedir que fueran santos. Al terminar, extrañas criaturas poblaban la comarca: superman, un soldadito de plomo, un fusilero del fuerte, Flash Gordon o un extraterrestre y su nave espacial averiada en el río. Después, los regalos de Reyes desplazaban al belén. Lo desmontábamos y vuelta a empezar, a celebrar la historia de un dios que muere y renace. El eterno retorno, símbolo de la Navidad.

Me ha quedado la afición a los nacimientos. Todas las navidades visito alguno: hace dos años fui al Hospital de San Rafael, el más antiguo de la Comunidad de Madrid, con más de 35 metros cuadrados de superficie. El año pasado volví al del Palacio Real, propiedad de Patrimonio Nacional, de gran valor histórico, iniciado por Carlos IV en el siglo XVIII cuando era príncipe de Asturias, con bellísimas figuras genovesas, napolitanas y españolas (mi preferido). Este año he ido al belén de la Casa de Correos en la Puerta del Sol; copio de su web: el montaje rinde tributo al Greco para conmemorar el cuarto centenario de su muerte en Toledo. El belén, con más de 150 metros cuadrados, recrea el ambiente de esta ciudad en el siglo XVI y cuenta con 700 piezas artesanales y numerosos detalles como la herrería con una armadura toledana, el Puente de Alcántara cruzado por los Reyes Magos, el paisaje de molinos o la Catedral que preside el conjunto desde las alturas.

lunes, 23 de diciembre de 2024

Lógica y antipolítica

 

Estamos rodeados de filosofía por los cuatro costados por más que esté cuestionada por la pregunta permanente de para qué sirve. Este acoso es el motivo más fuerte para insistir con empeño en la enseñanza de la filosofía tanto académica como mundana. En cierto que el formato disciplinar de las pruebas de acceso a la universidad supone una cierta limitación para este enfoque holístico. Nada que objetar. Por suerte la mayoría de los alumnos escoge la opción de Historia de España lo que concede al profesor un valioso margen para que, sin descuidar el programa oficial, intente una visión más integradora y divergente. Por ejemplo, la Lógica, esa parte de la filosofía que se puso de moda en muchas facultades españolas durante los años setenta por influencia anglosajona, es una referencia didáctica y un modelo comparativo para entender la antipolítica que actualmente nos envuelve. Lo intentamos.

La tradicional definición aristotélica del hombre como “animal racional” (zoon logikon) no es del todo precisa; debería traducirse más bien como “animal dotado de la facultad de la palabra”. Y quien tiene tal facultad puede utilizarla de un modo racional o irracional. Aristóteles trató de enseñarnos los diferentes modos de utilizarla correctamente. Llamó Organon a los tratados de Lógica y consideró que la silogística era el instrumento propio del razonamiento formalmente válido. En un silogismo, si el contenido empírico de las premisas es verdadero, la conclusión, el juicio, lo será necesariamente. Del juicio o proposición, pasamos al argumento y del argumento a la tesis o propuesta (detesto la manida palabra “relato”). Pero en la antipolítica las premisas del silogismo están contaminadas: su punto de partida no son hechos verificados, sino interpretaciones incompatibles con los hechos o farsas prefabricadas de los hechos. En la antipolítica el lema festivo y creador de la imaginación al poder se ha convertido en su perverso contrario.

La consecuencia de esta degeneración del razonamiento deductivo supone la quiebra de los tres grandes principios de la Lógica formal: identidad, contradicción y tercero excluido.

Del principio de identidad, en cuanto los mismos hechos, exactos e iguales, pierden su carácter unívoco y se desvanecen en una gama de grises en la palabra intempestiva de nuestros representantes electos. El Parlamento se convierte en una Torre de Babel ingobernable, en un conjunto de lenguajes privados donde cada concepto se asocia según la bancada a uno o más anticonceptos, como en la física de partículas. No hay que olvidar que la Torre, un desafío irracional al Logos supremo, acabó, según algunas exégesis bíblicas, por ser quemada, tragada por la tierra y arruinada por el tiempo.  

Sus señorías tampoco se atienen el principio de contradicción. Pueden defender a corto plazo una posición o la contraria según los intereses circunstanciales de cada partido. Es legítimo pactar con los irreconciliables o defenestrar al primero de la lista porque ha dicho la verdad; o pasar del duelo a garrotazos al abrazo de Vergara en función de las encuestas internas o de un puñado de votos. Lo cierto es que de una contradicción se sigue cualquier cosa. Así nos va.

El principio del tercero excluido afirma que una proposición sólo puede ser o verdadera o falsa y no cabe otra. Pero para los partidarios de la antipolítica existe un inagotable repertorio de verdades intermedias o medias verdades según una lógica polivalente que busca la eliminación del contrario. Lo característico de los llamados “hechos alternativos”, según la lógica, es que tienen múltiples sentidos y la misma referencia.  

No menos frecuentes son las falacias en que incurren sus señorías sin empacho ni sonrojo. En Tópicos y Refutaciones sofísticas, otros escritos del Organon, Aristóteles clasificó y analizó estos falsos silogismos. Aquí explicamos las falacias más esgrimidas en las cámaras desde la lógica actual. Seguramente las reconocen. Además pueden ponerles nombres y apellidos.

Falacia ad hominemEn lugar de analizar una idea y criticar las razones que la sostienen, la consideramos falsa tras desautorizar, desprestigiar y ningunear a la persona que la propone.

Falacia tu quoque (tú también, o tú más): Es una variante de la anterior. Se alega que una crítica o una objeción se aplican igual o más a la persona que la defiende para descartarla sin entrar en la cosa misma.

Falacia ad verecundiamUna tesis o idea es verdadera por la supuesta autoridad intelectual, política, moral o religiosa de quien la mantiene.

Falacia ad baculumLa aceptación de una propuesta no se debe a las razones que la sustentan sino a las amenazas explícitas o implícitas que se presentan como razones incontestables.

Falacia ex populoSe defiende una propuesta tras aducir que por unanimidad o mayoría imaginarias todo el mundo está de acuerdo y, por tanto, hay que aceptarla sin discusión.

Falacia de la ambigüedad: El uso en una argumentación de términos poco rigurosos semánticamente proporcionan un margen de maniobra tan amplio que nos permiten sostener cualquier cosa.

Falacia de la generalización precipitada. La cometemos cuando a partir de unos datos claramente incompletos establecemos un estereotipo o una generalización que damos por buena.

Falacia de los términos aseguradores. Son expresiones cuya intención dialógica es presentar una idea como cierta e indudable para evitar así la controversia mediante un falso escudo de seguridad y certidumbre.

Falacia de los términos sesgados: Algunas palabras y expresiones incorporan connotaciones positivas o negativas. Creencias religiosas y morales, dogmas ideológicos, prejuicios raciales o sexuales, tópicos sociales... están cargados de un significado bipolar (peyorativo-apreciativo) que infecta el argumento de un modo irreparable.  

P.D. 1 Definición del demagogo populista o manipulador de la palabra: el político que larga rollos sectarios que sabe que son mentira a un público que sabe que es idiota. El parlamento que debería ser un lugar para resolver problemas con la eficacia del señor Lobo se ha convertido en un corralito de apuestas con gallos de afilados espolones y diputados lenguaraces. Es evidente que no hemos superado los impulsos fratricidas de la Guerra Civil. Los franceses estallan periódicamente en convulsos conflictos y callejones sin salida, pero al final salen juntos bandera en mano cantando La Marsellesa en los Campos Elíseos.

P.D. 2 Es imprescindible una reflexión a fondo sobre el concepto de patriotismo.

jueves, 5 de diciembre de 2024

¡De nuevo la Unión Balompédica Conquense!

Esta noche a las nueve juega en partido de Copa del Rey la Unión Balompédica Conquense con (¿contra?) toda una Real Sociedad de San Sebastián. Copio literalmente el titular del diario deportivo AS.

Puente colgante hacia la ilusión

El Conquense, modesto club con más de 75 años, sueña con una gesta gigante.

https://as.com/futbol/copa_del_rey/puente-colgante-hacia-la-ilusion-n/

Aprovecho para revivir una vieja entrada de mi blog (y yo con ella) sobre el segundo club de mis amores. Escrita hace un montón de años, cuando todavía era alto, rubio y con ojos azules, la dejo tal cual, viejuna como toca. Un abrazo a todos los amigos balompédicos que en ella se dan cita.

https://rodolfolopezisern.blogspot.com/2017/03/la-union-balompedica-conquense.html


martes, 3 de diciembre de 2024

Ironía o iglesia

Ironía o iglesia, decía Santiago González Noriega, maestro admirable en la Universidad Autónoma de Madrid que nos dejó prematuramente en 2003, privando a la filosofía española de una de sus voces más incisivas y difícilmente clasificables. La evolución de su brillante, lúcida y escéptica trayectoria intelectual es un paradigma de la separación insalvable entre el pensamiento libre y las ideologías políticas. Este apego a los dogmas lapidarios es el principal problema que impide a la sociedad española alcanzar una transición definitiva. Dogmas generacionales, educacionales, ancestrales. Todavía no hemos encontrado la salida del laberinto español. Lo cierto es que España no es una democracia normalizada.

Otro de mis mentores y amigo, el doctor Abengoa Garmendia, decía en su tertulia del Ateneo que la política española actual se parece a una película del Oeste donde los buenos son muy buenos y los malos muy malos (sin señalar quién es cada cual). En realidad, añadía, son todos muy malos; pistoleros de segunda que desenfundan con cualquier pretexto para disparar sus maldades prefabricadas y arrasar al contrario. Recuerdo sus palabras cuando los jovenzanos con ínfulas de leídos le interrogaban sobre sus ideas políticas, morales, religiosas o estéticas: pregúntenme sobre un asunto puntual, concreto, y les diré lo que pienso hoy.

Abstracto y concreto. Abstracto proviene del latín abstractus, compuesto del prefijo abs que denota separación, privación y tractus, participio del verbo trahere, que significa arrastrar. Abstracto es lo que ha sido empujado, alejado de sus límites precisos, como los conceptos políticos universales, tópicos adaptados al arsenal del partido que se esgrimen como armas arrojadizas en cualquier contexto, pero vacíos de contenido objetivo. El término concreto procede del verbo latino concrescere que significa crecer conjuntamente. El pensamiento concreto es la única aproximación posible a la espiral productiva de la dialéctica, al arte del diálogo, al viaje a Siracusa a través de la palabra. La dialéctica es contradicción, negación de la negación… el reverso de las ideologías políticas cerradas y selladas.

Por lo demás, las ideologías políticas son imprescindibles para una democracia representativa, esa forma de politeia, de espacio público que permite leer los periódicos que quieras, separar las voces de los ecos y expresar tus ocurrencias libremente, siempre bajo el control del algoritmo que graba, censura y manipula. En todo caso, es mil veces preferible el coro de grillos que cantan a la luna que la bota del soldado desconocido. Las ideologías políticas forman parte del contrato social que garantiza nuestros derechos y libertades, pero tienen graves inconvenientes. Los hemos analizado en numerosas ocasiones: la delegación del voto en una clase política poco formada e incompetente, la desconfianza en las instituciones, el nihilismo antipolítico o las formas degenerativas del Estado, entre otros.