Telépolis

domingo, 29 de abril de 2012

Diccionario filosófico. Democracia


Voluntad general
La voluntad general, establecida mediante el voto de la mayoría en una democracia representativa, se convierte en el principio único de la acción política. Frente a la voluntad general, el individuo no tiene ningún derecho, salvo el de participar en su determinación. Una vez constituida, el individuo se somete completamente a ella: de este modo afirma simultáneamente su plena libertad de elegirla y su total dependencia de lo que se ha elegido. En esto consiste la libertad civil, según Rousseau.

Voto
El voto mediante el que se construye la voluntad general (expresión de la soberanía del pueblo) es periódico, igual, libre y secreto. La inmensa mayoría vota por motivos emocionales, no racionales; desinformados, no sustantivos; manipulados, no críticos; personales, no cívicos; imaginarios, no objetivos...          

Independencia
Uno de los problemas de la democracia representativa es la completa independencia tras las elecciones de los representantes frente a sus electores: el representante electo durante el tiempo de su mandato dispone totalmente de la voluntad general, lo cual supone una carta blanca o patente de corso de actuación política entre unas elecciones y las siguientes.

Participación
En una democracia representativa, la participación de los ciudadanos en la vida pública es muy limitada, ya que de hecho queda restringida a la clases política o políticos profesionales y, en general, a determinado sectores sociales como los periodistas o los intelectuales con cierto prestigio o notoriedad pública. En la mayoría de los casos, la participación ciudadana queda circunscrita al acto de votar periódicamente.

Legitimidad
La legitimación del poder político en una democracia representativa afecta tanto a los principios políticos del programa con que el político se presentó ante el cuerpo de electores como a la propia persona del político electo.

Igualdad
No puede haber democracia política sin democracia social. La democracia representativa es una democracia formal, no real. Sin democracia social no existe el imperio de la ley.

Independencia
Para que el poder detenga al poder en una democracia representativa, el Estado se divide en tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. Además de la división de poderes, tiene que darse también una efectiva independencia entre ellos: es decir, no puede ser un único poder (aunque tenga distintos nombres) ni tampoco un poder predominante (la mayoria parlamentaria) el que haga cumplir las leyes, el que las dicte y el que juzgue si se han infringido.  

Poderes
Los núcleos de poder en una democracia representativa son los partidos políticos, los sindicatos, los movimientos sociales (asociaciones en favor de los derechos civiles, grupos pacifistas, organizaciones feministas, movimientos antisistema, etc.), los medios de comunicación (prensa, radio, televisión, internet) y los grupos de presión (por ejemplo, la Iglesia). Y, sobre todo, los grandes poderes económicos (el capital financiero e industrial) que tratan de intervenir y dirigir las decisiones de los gobiernos.

Derechos humanos
La democracia representativa se caracteriza por el respeto, protección y fomento de los Derechos Humanos, tal y como aparecen formulados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, a saber, derechos humanos de primera generación (derechos y libertades, individuales, de carácter jurídico y político), de segunda generación (derechos económicos, sociales y culturales y de tercera generación (derechos ecológicos, tecnológicos y científicos), estos últimos formulados con posterioridad a la Declaración original. El resistible ascenso del capitalismo neoliberal ha liquidado en la actualidad los de segunda y tercera generación. Los de primera generación se han convertido en la superestructura ideológica de los grandes negocios del capital financiero e industrial.

Mayoría
En la democracia, la verdad política es la decisión de la mayoría. Decía Nietzsche que la democracia es el reino de la vulgaridad (de las decisiones del pueblo) y de la mediocridad (de los ideales insignificantes de la clase media). La mayoría se convierte así en la administradora de las diferentes mentiras de una civilización decadente. Nunca el número, afirmaba el filósofo, puede ser un criterio fiable de verdad: la verdad descansa siempre en las ideas y valores del hombre de conocimiento; en cualquier ámbito de la vida individual o social, la lucidez y sabiduría es siempre patrimonio del individuo preclaro, del genio.
[Seguiremos añadiendo términos]

2 comentarios:

  1. Te encantará saber que tenemos un alumno de La Serna finalista de la II Olimpiada Filosofica de Madrid, su tema de disertación fue "¿Es la democracia una tiranía de las mayorías?"
    https://sites.google.com/site/filosofiaieslaserna/home

    Un abrazo, Marisol

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    1. Hola Marisol!
      Sabía lo que me cuentas sobre el alumno-filósofo; a veces abro la página de la Serna. Me alegro de que mi sustituta tenga unas ideas sobre la enseñanza más actuales que las mías (¡ya era hora!). Ha mejorado mucho el despliegue web-blog del centro(eso es cosa tuya). Os deseo que os vaya bien en todo (también en lo académico, no corren buenos tiempos).

      Un abrazo, Rodolfo

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