Francis Bacon denominaba Idola Fori o ídolos del Foro (o del mercado) a los términos, expresiones y, en general usos colectivos del lenguaje que se forman por la interacción entre los hombres cuando hacen comercio, se relacionan e intercambian ideas. Porque es por medio del discurso que el hombre va haciendo asociaciones, y en muchos casos las palabras se imponen en la mente de acuerdo con criterios vulgares. Estos errores que asedian la mente ejercen violencia sobre el entendimiento, perturban todo, y extravían a los hombres en disputas y ficciones innumerables y vacías. Aquí nos ocuparemos de algunos ídolos del mercado político donde compiten las propuestas más variopintas. Vamos a proponer algunos ejemplos destacados del patinazo nacional desde todos los rincones del mapa político salpimentados con algunos comentarios (como hizo Tomás de Aquino con las sentencias de Pedro Lombardo). Es, en el fondo, un homenaje al gran socarrón que fue Luis Carandell que publicaba su Celtiberia Show en la heroica revista Triunfo.
Las perlas están
sacadas de diarios digitales de todos los pelajes por lo que no existen plenas garantías
de que no se hayan colado algunas fakes dada la profusa oferta electoral
de dichos lapidarios (siempre estamos en campaña y con el ventilador en marcha).
Empezamos con una tautología de la lideresa nacional por excelencia (aunque le ha salido una dura competidora a cuya estela ha revivido): En Madrid estará permitido todo lo que no esté prohibido. Parece el pasquín de un sheriff del Oeste pinchado en la puerta del Saloon para forasteros lentos de mollera y gatillo ágil. No parece que ella misma se haya tomado muy en serio la proclama. En cierta ocasión, según la versión de la policía municipal, Aguirre aparcó en el carril bus, abroncó a los agentes por acosarla, tiró al suelo una de sus motos y salió pitando sin más explicaciones que la consabida no sabe usted con quien está hablando. Luego dijo que había ido un momento al cajero automático. El resto de los avatares reposa en los juzgados (un embrollo jurídico de miles de folios y que a estas alturas aburre incluso a Àngels Barceló).
O esta afirmación ambigua de Pablo Iglesias que puso las bolas de billar al tripartito de derechas como se las ponían a Fernando VII: A nosotros nos dicen que queremos correr mucho, pero nosotros no tenemos problemas para llenar la nevera. Y otra de alcance universal que secretamente comparten sus más enconados rivales: Mi generación prefiere follar. El problema del ex dirigente de UP es que ha sido su ortodoxia marxista lo que le ha llevado a dimitir de la política. El marxismo es una ética social desde la que se puede argumentar con la convicción del orador creyente pero no una ideología eficaz. Lo cierto es que políticamente no funciona, como es sabido por la historia y por los regímenes comunistas actuales. China, por su parte, practica un capitalismo de Estado más liberal incluso que el de Estados Unidos. El casoplón de Iglesias, su mujer ministra, sus guiños a países y personajes satélites son episodios que han propiciado su caída, pero no son la causa eficiente. Una cosa es la indignación callejera por los efectos de la crisis y otra regular el mercado financiero desde las instituciones europeas. Por eso, su labor de analista y tertuliano será sin duda mucho más valiosa que su trayectoria política. Por cierto, tuvo la oportunidad de hacer un gran servicio a su país permitiendo el pacto del PSOE con Ciudadanos para formar gobierno, pero su dogmatismo se lo impidió, rompió su partido y comenzó el ocaso. Lo que antes era dispersión ahora es desbandada.
Mariano Rajoy hizo
gala de su hermetismo galleguista cuando en los corrillos del Congreso le espetó
a un pelmazo de la prensa canallesca que insistía en que fuera más concreto (no
sé cómo no se hartan): Las decisiones se toman en el momento de tomarse.
El trasfondo vacío de la frase muestra el segundo problema del entonces presidente
(el primero le costó el puesto): el inmovilismo. Pero no porque Rajoy no
quisiera tomar decisiones para dejar que las cosas se arreglaran por sí mismas,
sino porque no sabía cómo coger el dilema por los cuernos: o volver a los rígidos
principios del aznarismo o llevar al partido a una profunda (e incierta) refundación
en la que él mismo podía ser defenestrado. En esos momentos acechaba Ciudadanos con
el sorpasso y al fondo Vox marcaba territorio... Mientras, se lo llevó la riada de los casos. O esta
otra, todo un alarde de patriotismo con patadón gramatical. España es una
gran nación y los españoles muy españoles, mucho españoles. La frase muestra
el tercer gran problema de Don Mariano: no quiso entender que el 12 de octubre,
día de la fiesta nacional de España, no es igual que el 14 de Julio, día
nacional de Francia, en el que todos los franceses salen a la calle con la
bandera tricolor a cantar la Marsellesa. El cuarto problema, en mi discutible opinión, es haber enviado a más de 12.000 policías
antidisturbios para impedir la celebración del referéndum por la independencia
de Cataluña. Los palos, carreras y enfrentamientos dieron la vuelta al mundo.
Hubiera sido más fácil decir: haced lo que os parezca, siempre que tengáis
claro que el referéndum es anticonstitucional, no lo consideramos una consulta
legal y, por tanto, no es vinculante. Sabed que la declaración unilateral de
independencia comporta la aplicación del artículo 155 con todas sus
consecuencias. El resto hubiera sido igual pero distinto.
Rodríguez Zapatero, a su vez, vivía en su columna imaginaria en la que pensamiento y realidad discurrían por caminos divergentes. Estoy muy a gusto y muy tranquilo porque tenemos un rey bastante republicano. Ni siquiera la gran crisis lo sacó de sus proyecciones personales. Hubiera sido más correcto pensar: mis convicciones socialistas me impiden realizar los ajustes económicos que nos exigen las altas instancias de la Unión; por tanto, convoco elecciones para que gane la derecha y haga lo que mejor sabe hacer. Lo cierto es que el rey “republicano” al que se refería era campechano, sostén de la democracia, útil en su papel, pero no llegaba a tanto. Más bien lo contrario: era cabalmente un rey a la antigua usanza. Sigo sin entenderlo. Mientras que algunos de sus antecesores dinásticos salían por el pasadizo secreto disfrazados de plebeyos a solazarse y nadie se enteraba, hoy los medios de monitoreo, vigilancia y recopilación de datos son tan eficaces que el mismo día de la juerga se conocen hasta los detalles más nimios. Lo mismo sirve para los viejos enjuagues palaciegos con el tesoro público o las grandes hazañas de la banca y la cristiandad. Ahora, con alguna demora por razones ajenas a la técnica, casi todos los negocios turbios terminan por salir a la luz.
O la inextricable reflexión de Ayuso sobre la tierra prometida (¿De qué carajo habla?): Madrid es España. Madrid es España dentro de España. ¿Madrid qué es, si no es España? No es de nadie porque es de todos. Heidegger firmaría este barullo. Hay que reconocer que la presidenta tiene un indudable gancho electoral y es inmune a las sesudas reflexiones de un Gabilondo plano. Ayuso basa su relato (otra monserga de moda) en tres pilares: el primero, la “libertad” que aplica de un modo omnipresente a cualquier actividad: Si voy a misa o a los toros, o me voy a la última discoteca, lo hago porque me da la gana. Y elegimos dónde, a qué hora y con quién. Vivo así. Vivo en Madrid y por eso soy libre. En realidad, son libertades menores garantizadas por la Constitución. El segundo, “el estilo de vida madrileño”: Nos podemos ir a una terraza a tomarnos una cerveza y vernos con los nuestros; con nuestros amigos, con nuestra familia, a la madrileña. Los que hemos vivido el cosmopolitismo de la sociedad madrileña no podemos compartir estas manifestaciones de rancio nacionalismo centrípeto. El tercero “el comunismo”. Todo lo que se sale de su ultraliberalismo económico es comunista o tonto útil. El calificativo asusta al votante indeciso en un entorno transnacional donde el comunismo simplemente no tiene cabida. ¿Recuerdan la crisis de la deuda soberana en Grecia? Las declaraciones excéntricas, los viajes, las aspiraciones de la reina del vermú han empezado a inquietar a la cúpula del Partido Popular. Veremos.
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