Es comprensible que hace más de cuatro décadas ciertos sectores conservadores partidarios del rancio neoclasicismo napoleónico reaccionaran ante algo tan rompedor que para empezar no entendían. Hoy nadie discute su integración histórica en el entorno parisino y su potente originalidad. En su momento la torre Eiffel fue objeto de fuertes rechazos estéticos y hoy es sin duda una obra de arte universal. El Centro Pompidou sería exhibicionista, como dijeron sus detractores, si fuera pura exterioridad, es decir, construido desde fuera hacia dentro, lo cual hubiera sido un desastre. Pero, al revés, fue pensado desde la funcionalidad interna o distribución racional de los espacios hacia fuera a fin de lograr un equilibrio perfecto entre ambos conceptos. Por eso los arquitectos Renzo Piano y Richard Rogers ganaron el concurso. El edificio se inauguró en 1977. A mí me parece fascinante.
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