En muy contadas ocasiones la traducción consigue reflejar la belleza y la verdad de la poesía. Aunque en ocasiones se produce el milagro, como en la celebrada traducción que hizo Vicente Gaos del poema Adonais de Percy Bysshe Shelley (1792-1822), una elegía romántica por la muerte de John Keats.
Incluyo, por su unidad interna, las seis primeras estrofas de Adonais, además de la bellísima cita inicial. ¡En ningún momento de la composición decae su altura lírica!
A final hay un enlace a la obra original.
Antes, oh astro matinal brillabas sobre los Vivos. Ahora, al extinguirte, vespertino brillas sobre los Muertos.
Platón
I
Murió Adonais y por su muerte lloro.
Llorad por Adonais, aunque las lágrimas
no deshagan la escarcha que le cubre.
Y tú, su hora fatal, la que entre todas
fuiste elegida para nuestro daño,
despierta a tus oscuras compañeras,
muéstrales tu tristeza y di conmigo:
murió Adonais, y en tanto que el futuro
a olvidar el pasado no se atreva,
perdurarán su fama y su destino
como una luz y un eco eternamente.
II
Oh poderosa madre, ¿dónde estabas
cuando él murió, cuando cayó tu hijo
bajo las flechas que lo oscuro cruzan?
¿En dónde estaba la perdida Urania
cuando él murió?... Con sus velados ojos
permaneció atenta entre los Ecos
allá en su Edén. De nuevo vida daba
alguien, con suave y amoroso aliento,
a todas las marchitas melodías
con las que, como flores que se mofan
del sepulto cadáver, adornaba
el futuro volumen de la muerte.
III
Llora por Adonais puesto que ha muerto.
Oh madre melancólica, despierta,
despierta y vela y llora todavía.
Apaga cerca de su ardiente lecho
tus encendidas lágrimas y deja
que tu clamante corazón, lo mismo
que el suyo, guarde un impasible sueño.
Él cayó ya en el hueco a donde todo
cuanto era noble y hermoso descendiera.
No sueñes, ay, que el amoroso abismo
te lo devuelva al aire de la vida.
Su muda voz la devoró la muerte,
que ahora se ríe al vernos sin consuelo.
IV
Tú, la más musical lamentadora,
llora otra vez, laméntate de nuevo.
Llora otra vez, Urania. Ya no existe
quien la armonía eterna pulsar supo,
y anciano, ciego y solo, cuando el patrio
orgullo el populacho, el sacerdote
y el tirano pusieron entre mofas
en sus odiosos ritos de sangrienta
lujuria, él penetró sin ningún miedo
en el profundo seno de la muerte.
Pero su claro espíritu, sobre el mundo,
hijo tercero de la luz, aun reina.
V
Tú, la más musical lamentadora,
llora otra vez. No todos se atrevieron
a remontarse a tan brillantes estancias.
Y más dichosos son los que conocen
una felicidad cuya elevada llama
atraviesa la noche de los tiempos
en que los soles mueren. Más sublimes,
otros, heridos por la rencorosa
envidia de los dioses o del hombre,
cayeron derribados, se extinguieron
en su resplandeciente primavera.
Más otros hay que viven todavía
y van cruzando el áspero sendero
que, a través de fatigas y odios, lleva
a la mansión serena de la fama.
VI
Tu más amado y tierno niño ha muerto,
el que en tu viudedad amamantaste.
Como pálida flor fue cultivado
por una triste virgen protectora
cuyo sincero y amoroso llanto
nutrió esa flor haciendo de rocío.
Tú, la más musical lamentadora,
llora otra vez. Tu última esperanza,
tu más amada y última esperanza,
cual lirio cuyos pétalos se helaron
en la promesa de su fruto, ha muerto.
Tronchado duerme y la tormenta pasa.
Amigo, me ha pisado usted una entrada que llevo días preparando en mi blog... pero como me alegro de caer en las redes de estas sintonías. Sin embargo, la traducción de la que parto (por razones muy personales) es la que hizo Lorenzo Peraile para la antigua Editora Nacional. Proyecto colgarla completa tan pronto como reúna fuerzas y tiempo para ello. Sobre la traducción de Gaos, que me parece excelente, no sé si la transcripción es fiel en el verso 7 de la primera estrofa: Lo que la funesta (o fatal) hora elegida para la muerte del héroe dice es: «Conmigo murió Adonais...». Aquí el "conmigo" se ha desplazado a la oración anterior. El propio original de Shelley al que remites apoya lo que digo. Por lo demás, un placer.
ResponderEliminarUna traducción de referencia siempre se toma ciertas libertades... Pienso en la reciente (y espléndida edición) de Les fleurs du mal de Baudelaire en ABADA, en mi opinión excesivas. Por lo demás, llevas toda la razón. Enhorabuena por tu blog (que miraré con tiempo y detalle) y también por tus libros, especialmente de poesía. Un saludo, Alfredo, y gracias por compartir.
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