Telépolis

jueves, 13 de octubre de 2016

Fragmentos


Comestible. Susceptible d'être mangé et digéré. Comme un ver pour un crapaud, un crapaud pour un serpent, un serpent pour un cochon, un cochon pour l'homme et l'homme pour le ver.
Ambrose Bierce

Para la ciencia, al contrario que para las diversas formas de teología (por ejemplo la ontología fenomenológica y otras metafísicas trascendentes) no existe el misterio sino el problema. El misterio es para la razón científica lo no conocido, no “lo desconocido”: algo envuelto en la densa bruma de las epifanías, sobresentidos y “cosas en sí”.
La distinción entre mundo interno y externo es una falacia. Todo es mundo externo. La distinción entre sujeto y objeto es lo mismo que si dijéramos que el bazo es parte de mi cuerpo interno y las uñas de mi cuerpo externo.
A la hora de explicar ciertos acontecimientos de interés, tengan relevancia filosófica o no, hay finalmente dos teorías: la teoría empirista y la teoría de la conspiración. Prefiero siempre la segunda porque es más divertida, sugerente y además puede tener finales alternativos.
Preferir el pensamiento disperso al sistema, el ensayo al tratado. Cada lugar del universo contiene demasiadas esquinas. El exceso de principios coherentes, sólidos, convincentes, ahoga las ideas. “Ironía o Iglesia”, este es la clave del pensamiento ilustrado. Sirve, en primer lugar, para reconocer si piensas con la cabeza de otro, en función de otro o, todavía peor, para recibir el reconocimiento de otro.
Lo que define al espíritu libre no es su posición ante la verdad, sino la cantidad de verdad que es capaz de soportar. Esto es lo que convierte a Nietzsche y a Kafka en hombres de conocimiento. En esto se basa la superioridad del artista trágico sobre el filósofo especulativo.

Interesante punto de partida para el viejo asunto kantiano: las edades de la vida. (¿Cuántas son?) En esta clasificación biológica indeterminada se basan las respuestas más probables a los problemas fundamentales del ser humano: Qué puedo conocer, qué debo hacer, qué me cabe esperar, qué es el hombre.
Vida y filosofía son ámbitos de realidad autosuficientes (en el sentido de las sustancias cartesianas). La vida se rige por el principio de simplicidad, incluido el “no lo sé” como norma. La filosofía, una construcción literaria, se rige por el principio de complejidad, incluido el “podemos conocer lo incognoscible”. La primera se basa en el carácter y su doble virtud es la amor y el humor, pues la felicidad es imposible. La segunda se funda en la imaginación creadora y su virtud es el ingenio, pues la sabiduría es inalcanzable. El llamado “mundo de la vida” es un invento de la filosofía y nada tiene que ver con la vida. Puedes usar en cierto modo la filosofía a favor de la vida (esto es lo que quería decir Gramsci con la frase “todo el mundo es un filósofo”) y viceversa; pero poco más… La pregunta clave es, por supuesto, qué pasa si las mezclas y agitas indebidamente.
¿El sentido de la vida? Consiste en pasar el mayor número de ratos agradables con las personas a las que quieres. No te dejes engañar por los falsos profetas ni por los sublimes. ¡Permaneced fieles al sentido de la vida!

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