Conocemos con certeza muy poco de
la figura histórica de Jesús, tanto de su vida y enseñanzas como de las
creencias exactas de sus discípulos y seguidores antes y después de su muerte.
Con seguridad sabemos que fue crucificado por orden de Poncio Pilatos como
culpable de un delito de sedición, es decir, de un delito civil y no religioso,
y que tras su muerte se formó la primera gran comunidad cristiana bajo la
presidencia de su hermano Santiago.
La investigación histórica sobre
el clima religioso de la Palestina de entonces ha dado lugar a varias hipótesis
sobre la figura de Jesús: revolucionario zelota, asceta y gnóstico esenio, jasid
galileo, maestro y profeta carismático...
En este marco ideológico se debe
situar el primitivo cristianismo y considerarlo como una secta judaica en el
clima de mesianismo escatológico (esperanza en la próxima llegada de un mesías
o salvador) propio de la época. En todo caso, lo de menos fue si Jesús se
proclamó a sí mismo o no mesías y que género de mesías; lo importante es que
así fue considerado por sus discípulos y seguidores.
Sabemos también que sus
partidarios superaron el trauma de su desaparición descartando la esperanza
judaica en la instauración de un inminente reino terrenal, sustituyéndola por
una salvación de carácter individual y espiritual, además de sostener una visión
lejana y trascendente del futuro reino de Dios.
En realidad, la mayor parte de lo
que sabemos de Jesús se debe a la interpretación teológica (no histórica) de su
figura contenida en los escritos del Nuevo Testamento. Los propios cristianos
la denominan “historia sagrada”. El Nuevo Testamento es la parte de la Biblia
formada por un conjunto canónico (autorizado por la Iglesia) de libros escritos
después del nacimiento de Jesús. Estos escritos son los siguientes:
- Evangelios Sinópticos y
Evangelio de San Juan. Los primeros se llaman así porque sostienen un mismo
punto de vista sobre la figura de Jesús, es decir, tienen un esquema narrativo
muy similar y parten de una tradición común basada en relatos de los Apóstoles,
otros testigos y tradiciones orales consideradas fiables. Son los Evangelios de
Marcos, Mateo y Lucas y están escritos entre los años 50 y 80 d.C. El cuarto
evangelio es el de Juan y está escrito con posterioridad al año 95 d.C. No
sigue el esquema de los Sinópticos y dispone de fuentes propias o
independientes señaladamente helenísticas.
- Cartas de San Pablo (50
d.C.). Son las epístolas a los Romanos I y II, a los Corintios I y II, a los
Gálatas, a los Efesios, a los Filipenses, a los Colosenses, a los
Tesalonicenses I y II, a Timoteo I y II, a Tito y a Filemón.
- Codex Vaticanus. Es del
siglo IV d.C. Está escrito en griego y se trata de la Biblia completa más
antigua que se conoce (contiene toda la Sagrada Escritura, tanto el Antiguo
como el Nuevo Testamento). Se encuentra en la Biblioteca Vaticana.
- Codex Sinaiticus. Es del
siglo IV d.C. Está escrito en griego y contiene la totalidad de los textos de
la Biblia, incluida la primera versión del Nuevo Testamento y el Testamento
Antiguo Griego, conocido como el Septuaginto, que incluye textos
apócrifos.
-Codex Alexandrinus. Es
también del siglo IV. Contiene, como los otros dos anteriores, la Biblia
completa en griego. Fue encontrado en la ciudad de Alejandria, en Egipto.
- Los Rollos de Qumrán,
una colección de 972 manuscritos que se hallaron en unas grutas situadas en
Qumrán, a orillas del mar Muerto. Están fechados entre los años 250 a.C. y 66
d.C. Constituyen el testimonio más antiguo encontrado hasta la fecha de los
libros de la Biblia hebrea.
La formación definitiva de la
nueva religiosidad cristiana durante el periodo helenístico romano es el
resultado de la síntesis de dos grandes influencias: filosóficas y religiosas.
Esta distinción, aunque aceptable, no siempre resulta clara por la dificultad
de trazar en esta época fronteras precisas entre contenidos filosóficos y
religiosos.
El rasgo más característico del clima ideológico en que nace el cristianismo es el acercamiento mutuo y el intento de fusión entre religión y filosofía. El resultado fue una religiosidad de carácter sincrético (resultado de la unión de influencias muy diversas) y ecléctico (opta por aquellas influencias que mejor se adaptan a su núcleo doctrinal).
Influencias Filosóficas.
- Estoicos (siglos I-III d. C.):
entre sus principios están la preocupación por la salvación personal,
existencia de un orden divino en la naturaleza, aproximación al tema de una
naturaleza creada, misión salvadora del saber, espiritualismo, y una ética universalista,
igualitaria y fraternal.
- Neopitagóricos (siglo I d. C.):
sus ideas más características son el dualismo cuerpo-alma, un misticismo
exacerbado, la escuela como una secta de elegidos y la unidad entre religión y
filosofía.
- Neoplatónicos (siglos I-III d. C.): su núcleo argumental es la teoría de la creación de los seres como emanación por grados a partir de lo Uno.
Influencias religiosas.
- Religiones mistéricas (siglo I
d. C.): Lo esencial de los misterios (Dionisos, Atis, Adonis, Osiris, Zagreus,
Mitra) es el culto a un dios que muere y renace, que se humaniza mediante el
dolor y la muerte.
- Hermetismo (siglos I-III d.
C.): Entre las ideas del Corpus Hermeticum, atribuidas a la revelación del dios
egipcio Thot (para los griegos Hermes Trimegisto), están la creencia en un
dios-padre que es sabiduría absoluta y el Verbo su hijo. La afirmación de que
el hombre y la naturaleza han sido creados a partir de dios. La formulación del
mito de la caída como acercamiento al tema de la finitud y la muerte. El
reconocimiento de la inmortalidad y divinización del hombre y el ascenso del
alma a dios (tema egipcio por excelencia) en virtud de un don personal otorgado
por la divinidad.
- Gnosis (siglos II-III d. C.): El gnosticismo es una forma de saber anterior y más amplio que el cristianismo, en el cual influyó decisivamente, aunque posteriormente fue considerado erróneamente como una herejía cristiana. Para los gnósticos la auténtica sabiduría consiste en el conocimiento de la realidad suprasensible o divinidad que se logra mediante un doble camino: de ascenso del hombre hasta dios de carácter intelectual y ritual; de descenso de dios hasta el hombre en forma de revelación y redención salvadora.
La síntesis final entre estos
elementos ideológicos (filosóficos y religiosos), que lleva a la definitiva
formulación de la religiosidad cristiana, se debe, sobre todo, a San Pablo y a
su personal interpretación de la figura de Jesús (Cristología). La elaboración
paulina acabo por imponerse a las ideas del primitivo judeocristianismo e
inauguró una doctrina que culminara en el siglo IV con la implantación de la
ortodoxia religiosa por parte de la Iglesia Romana. Entre los principios
doctrinales más significativos de la síntesis citada están las siguientes:
divinización de Jesús, filiación divina de Cristo, doctrina de la redención del
género humano con arreglo a un plan preestablecido por Dios, interiorización de
la salvación, introducción de la dualidad cuerpo-alma, doctrina de la fe
individual y de la gracia como un don otorgado por Dios, predestinación divina,
ética individual basada en la en los valores de resignación y mansedumbre,
actitud política fundada en la obediencia y aceptación del poder establecido,
espiritualización y trascendencia del reino de Dios, y necesidad de una iglesia
institucional y jerárquica.
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