Telépolis

domingo, 12 de noviembre de 2023

Fragmentos sobre la guerra

 

El hombre de Cromañón, el hombre actual, se convirtió en la especie dominante del género homo por una compleja organización social y una avanzada cultura material que le permitieron desarrollar armas y estrategias de ataque que acabaron con las últimas poblaciones de neandertales cuya convivencia se basaba en la familia extensa y unos instrumentos menos desarrollados. En realidad, fue un genocidio. La sombra, el arquetipo de la guerra, forma parte universal, según el psicoanalista C. G. Jung, del inconsciente colectivo de la especie. Ni siquiera las comunidades reducidas, tribales, los llamados pueblos sin historia cuya organización social se basa en redes de parentesco y la aceptación de tradiciones seculares se libran de la codicia brutal de su vecinos. Las causas de la extinción de la especie humana están grabadas a fuego desde los orígenes, los procesos de hominización y humanización. 

El hombre es por naturaleza un animal político. Pero la guerra no es un fenómeno independiente, sino la continuación necesaria de la política por diferentes medios, como afirmó el general prusiano Carl Von Clausewitz, un renombrado teórico de la ciencia militar moderna. El poder político está subordinado al poder económico, pero ambos, en última instancia, se sustentan en el poder militar. Siempre ha sido así, desde la antropogénesis hasta los actuales bloques hegemónicos. Cito a mi amigo el Coronel Abengoa, doctor en historia por la UNED: hay una historia biográfica como la Historia de mi vida de Giacomo Casanova, las Memorias de ultratumba de Chateaubriand o Las Memorias de Winston Churchill; o una intrahistoria, como los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós; o la historia contada desde los grandes dirigentes de la Humanidad, Pericles, César, Carlomagno, Napoleón, Abraham Lincoln… o desde los genios y los descubrimientos tecnocientíficos; o desde la economía política según la metodología marxista; o desde los “hechos y las fechas” como hace la historia positivista; o una mezcla de todas. Pero la más convincente, según Abengoa, es la historia militar. Conviene repasar, subraya, los principales acontecimientos bélicos que han marcado el devenir completo de la humanidad: el probable genocidio de los neandertales a manos de las violentas hordas de cromañones, las Guerras Médicas, las legiones romanas… la invasión de Ucrania, el drama palestino-israelí. La lista es interminable.

Se le atribuye a Esquilo la autoría de la frase: La verdad es la primera víctima de la guerraEl dramaturgo griego había combatido contra los persas en las batallas de Maratón y Salamina y estuvo involucrado en las intrigas de la democracia ateniense. Sabía de lo que hablaba. Conviene distinguir, a propósito de la información moribunda en tiempos de guerra, entre ignorancia, confusión, duda, error, falsedad, contradicción y mentira. La guerra es también un fracaso del lenguaje. Sobre las justificaciones de los bandos enfrentados: de una falsedad o de una contradicción se sigue cualquier cosa; se puede demostrar cualquier proposición, propuesta, interpretación o ideología a partir de premisas falsas o contradictorias. Se trata del denominado principio de explosión deductiva de la lógica clásica y de la moderna lógica formal.

Las guerras son un medio para desechar el material militar antiguo (o venderlo de segunda mano) y sustituirlo por otro más eficaz. Las 100 mayores empresas fabricantes de armas facturan cada año a los gobiernos 400.000 millones de dólares. Como en la industria del automóvil existe una estética inherente a la carrera de armamentos: las formaciones de carros de guerra egipcios, las máquinas de guerra diseñadas por Leonardo Da Vinci, el grupo de combate de un portaaviones nuclear de la sexta flota ...

El historiador británico Ian Morris sostiene en su libro La Guerra ¿Para qué sirve? que la guerra es la clave principal del progreso humano: que los saltos cualitativos hacia nuevas formas de civilización tienen siempre su origen en la guerra. Eso sin contar que el propio Internet, los avances en navegación marítima y aeronáutica, los ordenadores más potentes y otras tecnologías electrónicas, la inteligencia artificial, la investigación médica se crearon para aumentar la capacidad operativa de los ejércitos. El pacifismo, la interculturalidad o las consideraciones sobre las condiciones de una guerra justa (desde San Agustín a John Rawls) son interpretaciones idealistas, éticas, sobre cómo debería ser el mundo, no sobre cómo es realmente.

Los Convenios de Ginebra (1950) han sido ratificados por 196 Estados. Son muy pocos los tratados internacionales que tienen un apoyo tan alto. Protegen a las personas que no toman parte en las hostilidades, como civiles, personal sanitario, trabajadores humanitarios, periodistas o personal religioso. También a las personas que ya no participan en los combates, como soldados heridos o prisioneros de guerra. Tienen derecho a que se respete su vida y su integridad física y moral. Serán, en todas las circunstancias, protegidas y tratadas con humanidad, especialmente las mujeres, los niños o las personas mayores. Decía Cicerón que durante la guerra las leyes son lo que único que guarda silencio.

¿Por qué la guerra? Carta de Freud a Einstein: Los conflictos de intereses que surgen entre los hombres se resuelven pues, en principio, por la violencia. Así sucede en todo el reino animal, del que no podría excluirse al hombre. En su caso, evidentemente, a esos conflictos se suman los conflictos de ideas, que se elevan a las más altas cimas de la abstracción y cuya solución parece requerir otro tipo de técnicas. Pero esta complicación sólo aparecerá más tarde. En los orígenes, en una horda poco numerosa, la superioridad de la fuerza física decidía lo que debía pertenecer a uno u otro o cuál era la voluntad que debía respetarse. La fuerza física va a ser secundada y pronto reemplazada por el recurso a las armas: saldrá victorioso el que posea las mejores o el más diestro en su manejo. La intervención del arma señala el momento en que la supremacía intelectual comienza a sustituir a la fuerza bruta.

Las armas son, según Freud, la primera manifestación de la inteligencia humana, del animal racional. Anterior al mito, la magia, el arte o la religión. Es genial. 

Kant, Sobre la paz perpetua. Condiciones preliminares

La constitución civil de todos los Estados debe ser republicana.

La ley de las naciones debe estar fundada en una confederación mundial de Estados libres.

La ley de la ciudadanía mundial debe estar limitada a condiciones de una hospitalidad universal o cosmopolita.

Recuerda el lado luminoso de la guerra de las galaxias. Lo cierto es que siempre habrá una república y un imperio enfrentados por la supremacía del cosmos.

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