Según la filosofía marxista existen unas leyes económicas que determinan la evolución histórica de los modos de producción. Tal evolución no es arbitraria ni azarosa sino inevitable. Mediante el uso de las categorías sociales y económicas del materialismo histórico podemos conocer las causas de la transición de unos modos de producción a otros y predecir el paso necesario del modo de producción capitalista al socialista. Se trata de una conjetura metafísica que formula la existencia de una ley interna de la historia de carácter económico que rige el cambio de las sucesivas sociedades.
El problema consiste en que la predicción empírica o anticipación de la experiencia, etapa esencial del método científico, se convierte en el materialismo histórico en mera profecía o adivinación del futuro (que, por otra parte, no ha sucedido tal y como Marx supuso), lo que constituye una de las debilidades teóricas e incluso uno de los mitos más evidentes de la interpretación marxista de la historia (como denunció Karl Popper en su libro La miseria del historicismo).
La doble “predicción” marxista de la llegada de la revolución social en los países capitalistas y la implantación internacional del modo de producción socialista son, en consecuencia, teorías insostenibles desde un punto de vista científico (aunque pueden tener otros fundamentos de carácter ético o político).
La concepción especulativa y necesitaria de la historia del materialismo histórico hay que entenderla como una de las influencias más arraigadas de la filosofía hegeliana en el marxismo: lo que en Hegel era concebido como el desarrollo del espíritu, de sus momentos y figuras, hasta su culminación en el espíritu absoluto, en Marx es pensado como la superación de unos modos de producción por otros hasta alcanzar el reino de la libertad o paraíso socialista.
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