sábado, 24 de agosto de 2013
Diccionario de conquensismos
miércoles, 14 de agosto de 2013
Tópicos sobre la homosexualidad
martes, 6 de agosto de 2013
Mirar por la ventana
domingo, 4 de agosto de 2013
La sinrazón de la política
Centrados en la acción política, tenemos que asentir: es el ámbito de la sinrazón. Miremos a nuestro alrededor, aquí y ahora, y veamos cuales son los motivos irracionales que orientan el compromiso y el voto en una democracia representativa.
La política es asunto visceral. ¡Cuántos maridos han tenido un conflicto conyugal por culpa de las ideas reaccionarias de su suegra! Por haber entrado al trapo de sus sibilinas insinuaciones sobre cualquier nimiedad. Todo comienza con un planteamiento de guante blanco seguido de una discrepancia cortés y el paripé de las opiniones. La familia y la política: una constelación de prejuicios cuyas consecuencias son los fantasmas del pasado, los mitos de ahora y los estereotipos de siempre. El dialogo se convierte en discusión y esta en pelotera en un remedo patético de la lucha hegeliana de las autoconciencias. Hasta que interviene la hija-esposa para separarlos y cargar contra el ingenuo liberal. Heridas que no cierran.
En política no hay hechos. El entendimiento trabaja en el vacío como la cadena que no engrana en el piñón. Gran parte del rechazo ciudadano a los partidos se debe a la ausencia de un lenguaje observacional común. No existe una escuálida base empírica que invite a los argumentos. La clase política se ha convertido en el coro de grillos que cantan a la luna; el Parlamento en una caja de resonancia de palabras hueras. Nada que justifique los sueldos que pagamos.
Del otro lado, las conductas políticas de los electores tampoco son racionales cuando votan una y otra vez a partidos implicados en casos de corrupción. ¿Por qué lo hacen? Les remito a una de mis entradas: Corrupción y votos.
La democracia tampoco anda sobrada de razones. El famoso Moi commun de Rousseau que se construye mediante el derecho al voto suena a retórica gastada (¿Te crees tú eso?, me espetó una vez mi amigo César). La realidad es que cada cuatro años cumplimos con el rito de expresar en las urnas nuestras frustraciones y esperar otros cuatro mientras los partidos disponen a su antojo de la voluntad general. Un político puede decir sin ruborizarse: "No he cumplido el programa electoral, pero tengo la sensación de que he cumplido con mi deber". Es preferible la democracia porque nos permite bajar al kiosko de la esquina y comprar el periódico que queremos. Es mil veces mejor el coro de grillos cantores que la bota del soldado desconocido. Y lúcida la definición que hizo Marx del voto democrático: Un comentario sentimental y extenuante a los logros de la etapa anterior de poder.
Sabemos desde Maquiavelo que el lenguaje universal de la política es irracional; su único principio es tener, mantener y extender el poder. La razón de Estado exige la mentira, la corrupción, la arbitrariedad y el despotismo. También sabemos que la política no tiene que ver con la ética, pero tampoco con la lógica: se puede decir una cosa cuando gobiernas y la contraria en la oposición o insultar a los adversarios aunque tú seas más o caer en las más robustas contradicciones porque lo exige el "buen gobierno de la nación".
Inversamente, la alta política desde Pericles hasta Lincon se ha basado en el perspectivismo. Un diputado perspicaz debería ser capaz de descubrir diez certezas, diez errores y diez dudas en el mismo hecho. La verdad política es la síntesis racional de las cien caras de un prisma. Esta unidad de los contrarios impuesta a la historia por el talento del estadista es lo contrario de las disyunciones excluyentes del panorama actual: una cosa o la otra y no ambas. Arruinamos la riqueza de lo real para adaptarla al pensamiento débil. Un mundo a medida de la posmodernidad.
¿Conocen a alguien que antes de unas elecciones se haya leído el programa político de los principales partidos? Que después haya seleccionado y evaluado las alternativas posibles, elegido la opción más oportuna y haya sido coherente con sus consecuencias… Recibimos una información domesticada y masticada por los medio de comunicación. Escuchamos lo que queremos oír. Todo está pensado (y decidido) de antemano. La percepción social de la realidad corresponde, como en la Edad Media, a los poderes universales de la Iglesia y el Imperio. Nos gusta que nos manejen. La manipulación es un bálsamo para nuestra molicie. La "moral del rebaño" nos permite ocuparnos de cosas más serias. Los consejeros, esa legión de tecnócratas que asesora a los partidos, controlan los parámetros que influyen decisivamente en los procesos electorales. Su trabajo consiste en "direccionar los condicionantes para optimizar el impacto" (sic).
viernes, 2 de agosto de 2013
14 Juillet, Vive la France !
LE HEDONISME AUJOURD’HUI
Qu'est-ce exactement que l'hédonisme ? Y a-t-il une définition précise de l’hédonisme ? Êtes-vous hédoniste ?
Depuis
son fondateur, le philosophe grec Épicure (341-270 av. J.-C.) jusqu'à nos
jours, nous pouvons dire sans aucun doute que le concept de l'hédonisme n’est
pas univoque. D’où la conclusion qu’il faut en parler au pluriel, c'est-à-dire,
les hédonismes.
Le mot «
hédoniste » vient étymologiquement du terme grec ἡδονή qui
signifie « plaisir ». Dans
l'ensemble, l’hédoniste
est une personne qui considère le plaisir comme la valeur
principale dans son échelle des valeurs.
Nous
devons remarquer deux paramètres ou indicateurs afin de mieux comprendre
l’hédonisme : a) Les différents types de plaisirs. b) L’habitude et l’intensité
des plaisirs choisis (c’est-à-dire, l’engagement personnel avec le premier
indicateur). En fonction de la relation entre ces paramètres, les modèles
historiques et surtout les codes éthiques actuels de la conscience hédoniste
font, tour à tour, leur apparition sur la scène.
En ce
qui concerne le premier indicateur : nous pouvons distinguer entre plaisirs
sensuels (goûter un grand cru, savourer des fruits de mer de la Galice),
physiques (maîtriser l’art d’aimer, prendre de la cocaïne), intellectuels (lire
À la recherche du temps perdu de Proust ou La Chartreuse de Parme de Stendhal),
psychologiques (trouver l’harmonie intérieure ou toucher « l’érotique du
pouvoir ») ou matériels (conduire une BMW haut de gamme, avoir un appartement à
Venise).
Par
rapport au second indicateur, il est nécessaire de séparer plusieurs degrés et
manifestations de l’hédonisme :
- L’hédonisme faible de ceux
qui aiment les plaisirs de la vie quotidienne « comme quelqu’un qui ne soit pas
considéré comme un mec rare ».
- L’hédonisme trivial d’une
partie de la jeunesse essayant de satisfaire immédiatement leurs désirs communs
sans réfléchir avec leur propre tête.
- L’hédonisme bourgeois du
bon vivant, un stéréotype social plein de nuances superficielles, une façon de
vivre apprise dans les magazines sentimentaux et les livres de vulgarisation
titrés « Cinquante conseils pour atteindre le bonheur ».
- L’hédonisme spécialisé des
studieux ou maniaques de n’importe quels plaisirs, archétype de l’homme
unidimensionnel, au fond candidat au malheur, par exemple, certains personnages
de Michel Houellebecq obnubilés par le sexe.
- L’hédonisme addictif de
ceux qui ont décidé consciemment de vivre moins longtemps mais plus intensément
(ou plutôt les drogues dures ont pris une décision tragique pour eux).
- Finalement, l’hédonisme de
la « noblesse de l’argent fait tout », rendant un culte à la haute couture, aux
grandes marques italiennes de voitures, aux cocottes exclusives ou aux
appartements duplex de la Côte d’Azur… tous obtenus au prix de la souffrance et
du développement de l’histoire universelle de l’infamie.
P.S. L’hédonisme : peu importe la définition, mais la quantité de définitions que nous sommes capables de supporter.