Por más manido que sea no me
puedo resistir a recordarlo. Hoy me siento didáctico: la expresión “casarse por
la iglesia” es un oxímoron, es decir una contradicción en los términos. Casarse
es contraer matrimonio; y el matrimonio es por definición un contrato civil
entre dos personas. Otra cosa es que si los futuros cónyuges son creyentes decidan dar
un carácter religioso a su unión con arreglo a los ritos de la Iglesia católica.
En España la boda eclesiástica tiene efectos civiles, lo cual significa que el
sacristán de la parroquia traslada al registro civil los documentos firmados al
terminar la misa. Por ejemplo en Francia, un país realmente laico, son ceremonias
separadas. Inversamente, allí la “boda” por la iglesia no tiene ningún efecto
civil.
Estas son mis impresiones
(no una crónica) de una boda católica actual (este año me tocan unas cuantas). De
entrada, seis mil euros: reservar la iglesia, adornar con flores el altar y
pagar una mínima orquesta y coro (entre cinco y diez personas) que interpreten
las piezas que los novios elijan del repertorio. El Ave María de Schubert y el
Aleluya de Händel son obligados. Ha dejado de ser tendencia el “ya se han
casao”, la Marcha Nupcial de
Mendelssohn o la tocata y fuga de Bach si la iglesia tiene órgano. También está
de moda mezclar lo clásico con piezas modernas: la Salve rociera si los novios son tradicionales y si son progres el Creo en vos de Carlos Mejia Godoy.
A veces adaptaciones melifluas de los
Beatles, Michelle y otras baladas, nunca de los Rolling Stones (me ha venido a
la cabeza su Sympathy for the Devil). El "modo María Dolores Pradera" da mucho juego. Por fin llega la novia blanca y radiante, comienza la
ceremonia. Se saben la liturgia la mitad de la mitad de las bancadas. O sea, los
que van a misa los domingos y fiestas de guardar. Los demás como mucho se
santiguan, dicen Amén y rezan el padrenuestro con la letra antigua. El resto es
un murmullo tarareado como el himno nacional en los partidos de la selección. El
celebrante se impacienta y sube la voz para despertar las almas dormidas. En
pie, pueden sentarse; nunca he entendido el porqué de la movida. La lectura de
los textos elegidos por los novios es otro momento mágico. Media familia de cada
parte desfila por el atril con dispar fortuna evangélica. Si estuviera en mis
manos trataría de convencerlos para que solo la novia leyera estos hermosos versos
del Cantar de los Cantares:
¡Oíd, que llega mi amado, saltando sobre
los montes, brincando por los collados!
Es mi amado como un gamo, es mi amado un
cervatillo.
Mirad. Se ha parado detrás de la tapia,
atisba por las ventanas, mira por las celosías.
Habla mi amado y me dice:
"Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a mí Paloma mía,
que anidas en los huecos de la peña, en
las grietas del barranco, déjame ver tu figura,
déjame escuchar tu voz, y es hermosa tu
figura."
¡Mi amado es mío, y yo soy suya!
Él me dice:
"Grábame como un sello en tu brazo,
como un sello en tu corazón, porque es fuerte el amor como la muerte, es cruel
la pasión como el abismo; es centella de fuego, llamarada divina: las aguas
torrenciales no podrán apagar el amor, ni anegarlo los ríos."
La
homilía incluye alusiones biográficas a los contrayentes, los
típicos quien, cómo, dónde y cuándo se conocieron, la excelencia de sus
familias, cristianos viejos, y sobre todo un mensaje tan “espiritual”, tan
cargado (¿cargante?) de amor sacro y tan ajeno al amor profano del Cantar de los Cantares que a los novios
se les pueden quitar las ganas de “tener relaciones” durante una semana. En una
cosa lleva razón: el misterio del amor conyugal comienza ahora. Sí, quiero. Firmas,
fotos, paseíllo y cierre. La rociada de arroz y confeti al salir los ex novios de
la iglesia está totalmente demodé.
Concluida la ceremonia, los
invitados tienen que desplazarse al lugar del banquete. En Madrid han crecido como
las setas en un radio de cincuenta quilómetros un montón de fincas, complejos
hoteleros e incluso antiguos palacios especializados en bodas y toda clase
de eventos familiares con una amplia lista de menús y presupuestos.. ¡Una
simbiosis comercial perfecta! Hace pocos años se celebraban los divorcios.
Como la gente pimpla antes, en y después de la fiesta, hay que alquilar un
servicio de autobuses de ida y vuelta (con un mínimo de tres franjas horarias).
Obviamente, depende del número de comensales. Una media de doscientos (y me
quedo corto) requiere, al menos cuatro autocares a la ida. Otros seis mil
euros. Luego viene el equipo de fotógrafos. Mil euros por venir en la furgoneta
más lo que pagues por las fotos que te gusten. Hacen cientos. Con la revolución
digital los costes son mínimos y los álbumes se pagan a precio de incunables.
A mí lo que más me gusta son
los aperitivos y las copas del jardín que te ofrecen los amables camareros en bandejas
con salsas, palillos y cortes de pan en el momento justo en que te apetece otro
bocado (el ritmo de paso de los entrantes es básico, como en el golf):
brochetas, croquetas, minis, canapés, jamón, salmorejo… Todo menos sushi. Con esto me daría por cenado (si es de noche).
Cuando por fin los invitados
toman asiento en las mesas que les han adjudicado en el salón nupcial según
criterio de parentesco y afinidad, entran los novios cada uno por su lado dando
brincos y cabriolas al ritmo de una música atronadora; servilletas al aire,
aplausos, cantos regionales y vivas que durarán toda la velada. Lo más flojo
suele ser la comida o cena porque nada es lo que parece a pesar de los nombres sofisticados
de la carta: la crema de marisco es de cangrejo, la merluza es lomo de caballa
y el solomillo está más duro que la pata de Perico. Vino recio y postres normalitos. Agua a discreción. Es cierto que es muy difícil dar bien de comer a tanta gente. Con bailongo, disc-jockey,
barra libre y bocatas de recena (sólo quedan los beodos), prepara 200 euros por
cabeza. Total: sesenta mil euros de vellón.
A los dos años se divorcian.
P.D. Mi consejo:¡SORPRESA! Cásate en petit comité por lo civil. No digas nada a nadie. Por muchos regalos en efectivo que te hagan al final tendrás que soltar un pastón. También te evitarás ir disfrazado de gallina en la despedida de soltero. Celebra una comida íntima con los familiares en primer grado, hasta los abuelos. Invita a los cuatro padrinos. Seguro que te harán buenos regalos. Después ya quedarás con tus amigos para tomar una copa o cenar a escote. Si tienes convicciones religiosas espera unos años y repite la jugada en una iglesia de provincias. Con lo que te ahorras puedes dar la entrada de un piso. O vivir unos años de alquiler.
P.D. Mi consejo:¡SORPRESA! Cásate en petit comité por lo civil. No digas nada a nadie. Por muchos regalos en efectivo que te hagan al final tendrás que soltar un pastón. También te evitarás ir disfrazado de gallina en la despedida de soltero. Celebra una comida íntima con los familiares en primer grado, hasta los abuelos. Invita a los cuatro padrinos. Seguro que te harán buenos regalos. Después ya quedarás con tus amigos para tomar una copa o cenar a escote. Si tienes convicciones religiosas espera unos años y repite la jugada en una iglesia de provincias. Con lo que te ahorras puedes dar la entrada de un piso. O vivir unos años de alquiler.
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