Mostrando entradas con la etiqueta Estética. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Estética. Mostrar todas las entradas

domingo, 25 de mayo de 2025

Tres visiones del arte

 

El juicio estético más simple y común es el consabido “Me gusta”. Determina que lo propio de la experiencia estética es un sentimiento de agrado o desagrado, de placer o rechazo hacia el objeto. Se trata de la idea central del emotivismo de Hume. “Me gusta” tiene un corto recorrido al haber sustituido las mediaciones discursivas del concepto por las afecciones inmediatas del gusto. Insiste en los elementos anecdóticos de la obra y suprime los esenciales. Las expresiones de muchos jóvenes como ¡Guay!, ¡Mola!, ¡Superbién! reflejan está visión del arte como diversión del fin de semana. En ocasiones la inmediatez del gusto propicia formas de consumo aberrantes: el escuchar desatento, el griterío en el concierto, la lectura malograda o la contemplación epidérmica de un cuadro. “Me gusta” condena la experiencia al reino de la introspección impredecible y muestra la dificultad de ponerla a salvo de los ídolos personales. O considera que el objeto del arte es una belleza abstracta que nunca muestra sus cartas credenciales y apunta más bien a la omisión de su contenido de verdad. Es más, cuando trata de explicar la relación entre el gusto, la belleza y la felicidad (sus temas preferidos) surge la divulgación periodística o a la superstición de segunda mano. Esta visión deformada del espíritu subjetivo se prolonga en los productos que la industria cultural lanza al mercado mediante patrones estadísticos de ingeniería social. Lo que vende son nuestros gustos prefabricados por algoritmos que se dedican a la recolección de datos. Y puesto que en el gusto a la medida hay poco que pensar, la cultura de masas lo vende pensado. Recuerdo a un alumno de un COU de letras que me persiguió más de lo tolerable para que leyera un cuaderno con sus versos más tristes titulado El despertar del rocío. Para poner fin al acoso consentí en echarle una ojeada. Una muestra de una serie titulada Momentos:

¡Mar, amor, amigo!

En veloz torbellino me arrastras y

elevas mi ser a más altas esferas;

en amores de un “algo” me inflamas

sin saber ese “algo” que sea.

Y a tu orilla mi alma se llena

de un “no sé” que Dios quiera que sepa.

Se lo devolví ante su mirada expectante y esbocé un gesto de rechazo emotivista. ¿Pensó en serio que los poemas iban a ser buenos? me dijo abatido. No, le contesté con ironía, ¡pensé que iban a ser… malos! Tras un instante de desconcierto nos partimos de risa y chocamos las manos con deportividad. 

Kant, insatisfecho con la penuria de la afirmación “Me gusta”, sostiene que el juicio estético es en última instancia subjetivo, pero mantiene una intención manifiesta e irrenunciable (aunque nunca realizada) de intersubjetividad, de compartir la apreciación, de aspirar, como los juicios de la ciencia a ser universales y necesarios, lo cual es imposible pues el entendimiento no puede aplicar con validez las categorías fuera de los hechos. Cuando salimos del cine Ana y yo tras la incomparable Pulp Fiction de Tarantino le pregunté por lo visto, tras una corta reflexión me contestó escuetamente: es brutal y efectista, un espejo inconsciente de las fantasías innatas, a menudo insufribles, del eterno masculino

Inversamente, para Hegel la universalidad del arte acontece cuando el hombre supera la conciencia individual en busca de su libertad y autonomía para convertirla en conciencia colectiva a través del objeto creado. Del yo al nosotros. El arte es historia del arte. En el arte, como en la ciencia, la religión y la filosofía, se producen y resuelven los problemas esenciales que se ha planteado el pensamiento desde los albores de las civilizaciones. La historia del arte no es simplemente un catálogo erudito de obras y artistas, sino parte de la espiral ascendente de la sabiduría. La belleza no es un concepto abstracto o aislado sino un elemento constitutivo de la verdad que se desenvuelve desde la intimidad de la proposición “me gusta” hasta la plenitud del espíritu absoluto. Una visita con mi hijo a la sala del cuadro más frecuentado del Museo del Prado, El Jardín de las delicias. Un universo inquietante que apela a las fantasías más oscuras del espectador que intuye el significado del mundo actual y el de siempre. Un mundo de miseria, ignorancia y maldad. Ni siquiera en el panel central del tríptico es posible vislumbrar una felicidad bienaventurada sin mezcla de mal alguno. La sensualidad resulta culpable, filtrada siempre con absoluta genialidad a través del cristal de la impureza. El tránsito de las procesiones de jóvenes danzantes al panel del infierno es solo cuestión de tiempo. El universo del Bosco es complejo, enigmático, indescifrable en su delirio pero a la vez directo en su mensaje moral y religioso. Una expresión de lo universal y necesario. 

viernes, 18 de abril de 2025

Fake art

 

Hace una década un grupo de niños de entre dos y tres años pintaron un cuadro en su guardería bajo la atenta mirada de la reportera Fany Estévez (hoy sería una famosa influencer) para exponerlo de matute en ARCO Madrid, la Feria Internacional de Arte Contemporáneo que se celebra anualmente en primavera. Puso a disposición de los párvulos, que se lo pasaron en grande, un lienzo, pinceles (pronto desechados) y botes de pintura para que se pusieran manos a la obra según los principios más libertarios del action painting. El resultado fue un espeso emplasto vagamente policromado. Cuando las madres recogieron a sus hijos pusieron el grito en el cielo. Sus caras eran una representación antropomorfa del cuadro. La reportera que diseñó el experimento consiguió colarlo y colgarlo en Arco. Las opiniones de los espectadores son tronchantes: refleja angustia, tristeza, según dos chicas jóvenes; para otra representan un mar de flores, una tercera cree que irradia ciertas sutilezas; un hombre de mediana edad dice que se trata de un cuadro complejo, mucha meditación detrás, mucha experiencia, un señor mayor asegura que la obra encierra una enorme carga erótica reprimida, y, finalmente, varios aseguran que quince mil euros de los de entonces es un precio más que razonable para esta obra de arte. No descarto que todo fuera un montaje de principio a fin. Después de todo, los comisarios de la exposición no son responsables de las fantasías de los visitantes.

Este año tuve el dudoso gusto de ver colgado en Arco sobre un fondo blanco siete bragas cada cual de un color rematadas por un consolador idéntico en todas y diez minutos de explicaciones de la artista. Había obras aún más triviales, como una vieja manguera de jardín enchufada a un grifo de la pared (¿recuerdos infantiles del jardín del abuelo?) o un torso de la Estatua de la Libertad mutilada… Decepción en general. No se puede considerar arte a todas las tendencias de última hora ni a ciertas vanguardias de lo nunca visto. A diferencia de la pintura de Tapies, Zóbel o Millares, por ejemplo, el autor del arte falso primero perpetra la ocurrencia y luego la justifica con un montón de manifiestos fundacionales, oscuros metalenguajes y teorías varias. Picasso decía que no buscaba sino encontraba, pero posteriormente evitaba escribir tratados sobre sus hallazgos, algo que detestaba. Al contrario, es conocida la incontinencia verbal de Dalí sobre la verdad sublime de sus cuadros, aunque en general no habla del cuadro sino de sí mismo, un pretexto para airear sus delirios narcisistas que por lo demás tampoco se tomaba demasiado en serio.

La farsa consiste en aceptar que es arte todo lo que está dentro de un contexto que lo legitima: sea el engrudo de los niños, las bragas con estrambote o un chicle pegado a la suela de un zapato como metáfora de la degradación de la vida urbana y tal y cual; o sea, escribir post evento un fárrago y pasarlo por arte conceptual.

Otro caso de experiencia estética fallida. Durante mi último viaje a Berlín una importante galería habilitó una habitación de 15x10 metros de paredes lisas color "blanco-humo" acristalada por el frente. Una suave música incidental propiciaba una atmósfera de duelo, silencio y actitud reverencial. En una pantalla colgante se proyectaban imágenes mudas de la barbarie nazi. Por una puerta lateral se accedía a una habitación que había sido rellenada por tierra y “materiales naturales” extraídos, según el cartel informativo, del Campo de Concentración de Mauthausen. Una luz muy tenue alumbraba los rincones de la estancia. No había objetos alusivos al holocausto que “desviaran la atención hacia una intuición más arcaica y espiritual de la historia”. Se invitaba a los espectadores a que entrasen en el espacio escénico, "pisaran el mismo suelo y tocaran la misma tierra", que compartieran sus ideas y sentimientos en una especie de cambiante dinámica de grupo. En los tres muros habían colocado unos paneles donde podías escribir tus impresiones o bien acordar, discrepar o completar otros fragmentos. Recordaban a las antiguas mesas funerarias del portal del finado para recoger firmas. Se trata de una falsa experiencia interactiva en la que se busca el contenido fácil, establecido de antemano, fijado por una dramaturgia evidente que forma parte del consumo efectista del que abusan ciertas galerías. Populismo estético. Una dialéctica invertida, desgastada, que niega la negación original. Acaso sea esta la única frase que alguien tendría que haber escrito (Adorno in memoriam): "Desmontad la habitación, no se puede escribir poesía después de Auschwitz".

P.D. Existe una distinción entre el arte falso y el arte falsificado, aunque el principio que los legitima es el mismo. Elmyr de Hory, uno de los más conocidos falsificadores de cuadros, a quien Orson Welles dedicó parte del documental Fraude (F for Fake), afirmó que muchas imitaciones suyas se exhiben como obras auténticas en las pinacotecas y museos del ancho mundo. Según los marchantes, vendió más de mil falsificaciones. Orson Welles se pregunta cuál es la diferencia entre una imitación de Modigliani y una pintura auténtica cuando los expertos no han podido certificar cuál es cuál. Esta cuestión plantea problemas difíciles de abordar como qué es arte, los límites del arte y los criterios para definir esos límites. Quizás en otro momento.

miércoles, 18 de abril de 2018

Diez impresiones estéticas III

Alfred Stieglitz: The Terminal, New York (1892)

Sorprende la naturalidad con que se tomaban (por ejemplo, el tipo de la izquierda) una escena tan cruda como esta (vista hoy, claro). La tristeza del caballo de la derecha, el vaho que desprende el tiro...




Espectacular imagen de la nebulosa del Caballo situada a unos 1.500 años luz de la Tierra en la constelación de Orión. Ha sido captada en infrarrojos por la cámara de alta resolución Wide Field Camera 3 del telescopio espacial Hubble de la NASA.

¡La naturaleza imita al arte! Oscar Wilde.




Por segunda vez en mi vida me encuentro con estos tres grabados en cobre de Durero: El Caballero, la Muerte y el Diablo, 1513. La Melancolía, 1514. San Jerónimo en su estudio, 1514. Mi preferido es el segundo. Estuvieron juntas (por este orden) en la excepcional exposición de la Biblioteca Nacional de España, “Durero grabador, del gótico al Renacimiento". 





James Ensor, "Esqueletos luchando por el cuerpo de un ahorcado" (1831). Teatro de máscaras, una mezcla explosiva de lo festivo y lo macabro, conflicto entre el color y el relato… La intención (como Halloween) es hacer más liviano el peso de la muerte.








Hace unas semanas asistí en los jardines del Palacio de la Granja de San Ildefonso a la puesta en funcionamiento de sus monumentales fuentes. Un regalo para cada uno de los sentidos: la luz de la tarde filtrada por el agua, el sonido del impresionante despliegue hidráulico, el olor de la hierba mojada, el frescor de las gotas en la piel y el sabor del cochinillo asado en el parador…


Mies van der Rohe, Casa Farnsworth (1951). 
Las vacaciones han llegado: imaginad que son las diez de la mañana de un día radiante; hemos dormido como príncipes y se impone un desayuno en el césped al amor de la sombra: tostadas de pan candeal, mantequilla, café de Colombia, leche fresca, huevos al gusto, zumo de naranja y frutas del tiempo. Después ya veremos…


Excepcional cuadro de Paul Delvaux titulado “La soledad” (1955). Una muchacha en una estación desierta en medio de la noche, de espaldas, vestida con su mejor traje para no esperar a nadie, sigue con la mirada a un tren de mercancías que pasa a toda velocidad sin detenerse…





Una repentina tormenta alejó a turistas y gondoleros de la entrada a Venecia cuando sólo tenía acceso por mar: recuerda, la  piazzetta de las columnas de San Marcos y San Teodoro, la de los grandes cuadros de Tintoretto repletos de personajes oficiales y populares en el palacio ducal... 


- Usted ha escrito: "Si alguien le debe todo a Bach, es sin duda Dios".
- Sin Bach, Dios quedaría disminuido. Sin Bach, Dios sería un tipo de tercer orden. Bach es la única cosa que te da la impresión de que el universo no es un fracaso. Todo en él es profundo, real, sin teatro, Después de Bach., Listz resulta insoportable. Si existe un absoluto es Bach. No se puede tener ese sentimiento con una obra literaria, hay textos, pero no son formidables. El sonido lo es todo. Bach da sentido a la religión. Bach compromete la idea de la nada en el otro mundo: Cuando escuchamos su llamada, no todo es ilusión, pero Bach es el único que lo hace. Fue un hombre mediocre en su vida. Sin Bach yo sería un nihilista absoluto.
E.M. Cioran (conversación con Benjamin Ivry).


LA CONSTRUCCIÓN DE LO ESTÉTICO
Toda vez que se pretendió entender los escritos de los filósofos como creaciones poéticas, su contenido objetivo fue pasado por alto. La filosofía, por su propia ley de forma, requiere que la realidad sea  interpretada mediante una relación armoniosa de conceptos. Ni la manifestación de la subjetividad del pensador, ni la pura cohesión de la construcción en sí misma, es suficiente para establecer esa interpretación como filosofía, sino únicamente el hecho de que la realidad haya entrado en los conceptos, justificándose en ellos y fundándolos unívocamente. La concepción de la filosofía como poesía está en contradicción con esto.

Theodor W. Adorno, Kierkegaard

lunes, 16 de abril de 2018

Diez impresiones estéticas II


Uno de los fines de la naturaleza es la ciega producción de formas bellas (una propiedad de la materia indiferente a la existencia o no del hombre). Está ahí y forma parte de un misterio acaso inaccesible al entendimiento.

Ibn al-Haytham (Alhacen)







Según cuentan, Guy de Maupassant odiaba la Tour Eiffel. Fue uno de los escritores que se pronunció en contra del monumento en la famosa carta de protesta de 1887. Esto no le impedía almorzar casi todos los días en el restaurante de la Torre. Cuando un conocido periodista le preguntó, después del queso y los postres, porque lo hacía, Maupassant le respondió, tras limpiarse los mostachos con la servilleta: “Es el único sitio de París desde el que no puedo verla”.




La Hoz del Huécar en Cuenca. Una síntesis única de entornos natural y urbano. A pesar de las reformas que se han hecho en los edificios suspendidos sobre los crestones de caliza, el conjunto no ha perdido el sabor de la antigua ciudad medieval.




Entre los varios pecados de que me acusan ninguno tan falso como el de que mi objetivo fundamental de trabajo sea el espíritu de investigación. Mi objeto al pintar es mostrar lo que he encontrado, no lo que estoy buscando. Lo que cuenta es lo que se hace y no lo que se tiene la intención de hacer… Con frecuencia la preocupación de investigar ha hecho que se extraviara la pintura, y que el artista se perdiera en elucubraciones mentales. Quizá sea éste el defecto principal del arte moderno. El espíritu de investigación ha envenenado a los que no comprendieron bien todos los elementos positivos y decisivos de arte moderno y les hizo tratar de pintar lo invisible y, por consiguiente, lo que no se puede pintar.

Pablo Picasso



Los temas de la literatura son siempre los mismos, lo que cambia es la intuición, la inteligencia, el estilo del autor: esa diferencia es el arte.
Fedor Dostoievski 






La música, los estados de felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder, o están por decir algo; esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizá, el hecho estético.

Jorge Luis Borges




Siempre he odiado a Hemingway. Me causaba vergüenza como escritor y como hombre. Y su manera de representar la masculinidad me parece un chiste. Él no era boxeador, era un alcohólico sobrevalorado que, además, es responsable de la ola literaria de todos sus imitadores. A mí me gustan las frases largas y los personajes complejos, y la mayor profundidad que consiguió Hemingway fue crear un personaje que era incapaz de tener una erección. Así que Hemingway es el mayor fraude de la historia.
John Irving (entrevista)


- ¿Es usted feliz?
- Todavía no he caído tan bajo.
Baudelaire








Lo que define al espíritu libre no es su posición ante la verdad, sino la cantidad de verdad que es capaz de soportar. Esto es lo que convierte a Nietzsche y a Kafka en hombres de conocimiento. En esto se basa la superioridad del artista trágico sobre el filósofo especulativo.



El comienzo de la Lógica de Hegel: ser y no ser, síntesis el devenir. Falta una reflexión productiva sobre el no ser: por qué ni siquiera fuimos, lo que no fuimos, lo que no hicimos, lo que jamás pensamos, lo que no llegamos a ser… Javier Marías aborda el tema en Corazón tan blanco. También Paul Auster en su última novela 4 3 2 1.



sábado, 14 de abril de 2018

Diez impresiones estéticas I


Sobre Vasily Kandinsky. Es imposible determinar la relación precisa que hay entre la teoría estética de los artistas y sus creaciones. Puede ser imprescindible, interesante, superflua o tratarse de un tratado de patafísica trascendental. ¿Primero se pinta, por ejemplo, y luego se justifica con argumentos el cuadro o más bien es al revés o nada tiene que ver con nada?





Diferencia entre talento y oficio. En literatura, si existe una idea también existen las palabras exactas para expresarla. La idea se muestra en el lenguaje por aproximación, por pulido o búsqueda de la expresión. Hay escritores que encuentran la expresión exacta “a la primera”, sin correcciones posteriores (o mínimas), como Cervantes, y otros que necesitan una larga curva de ensayos y errores lingüísticos, por ejemplo Borges. En relación con los segundos: el andamio se puede ocultar pero no los resultados.
Por ahí va lo que Henri James llamaba “la locura del arte”. El artista convive con el fracaso, porque buscamos la perfección constantemente. Sabemos que no la podemos lograr, pero nos seguimos empeñando en ir tras ella. Todo lo que podemos hacer, como dice Beckett, es “fracasar de nuevo, fracasar mejor”. Sí, una oración siempre se puede mejorar. Nunca se termina una frase. Simplemente nos abandona.

John Banville 


No existe propiamente el realismo en la novela. Sencillamente los personajes reales no son tan complejos, tan ricos en matices, tan perfectos como los personajes literarios. En la buena novela de costumbres no existe la contraposición entre personajes representados y personajes inventados.











La cuestión de la belleza es secundaria en la pintura, a los grandes pintores del pasado se los consideraba como tales cuando habían desarrollado una visión del mundo a la vez coherente e innovadora, lo cual significa que pintaban siempre de la misma manera, que utilizaba siempre el mismo método, los mismos procedimientos para transformar los objetos del mundo en objetos pictóricos, y que esta manera que les era propia no había sido empleada nunca antes. Se les apreciaba aún más como pintores cuando su visión del mundo parecía exhaustiva, parecía aplicable a todos los objetos y todas las situaciones existentes o imaginables.

Michel Houellebecq, El mapa y el territorio


Salgado, Génesis. Un concepto de naturaleza intacta, no pisada por el hombre, no pensada, sin determinaciones, como si un dios menor la contemplara desde arriba y después se alejase para siempre. ¡Rechaza los ídolos del teatro y descubre la belleza de las cosas mismas!



Ya en el "Prólogo a Richard Wagner", el arte -y no la moral- es presentado como la actividad propiamente metafísica del hombre; en el mismo libro reaparece en varias ocasiones la agresiva tesis de que sólo como fenómeno estético está justificada la existencia del mundo.
Friedrich Nietzsche, El nacimiento de la tragedia




Sobre la catedral de LeónCualquiera que haya recorrido una catedral gótica, la de Toledo, Cuenca, Sevilla, Burgos, León (¡qué bella es!) habrá vivido ese sentimiento de depuración esencial de la visión religiosa recibida en la familia, la escuela y la calle. La teología medieval recorre océanos de tiempo a la velocidad de la luz de las vidrieras hasta caer desde lo alto de las naves. Se hacían para eso.


Cualquier obra de arte, para ser plenamente experimentada, necesita del pensamiento y por tanto de la filosofía, que no es otra cosa que el pensamiento al que no se le pueden poner frenos. Entender es lo mismo que fundamentar: así, la capacidad del entendimiento de interiorizar lo entendido como algo que pertenece al mundo del espíritu es lo mismo que diferenciar lo verdadero de lo falso, por mucho que esa separación sea distinta de los procedimientos de la lógica común.


La cámara fotográfica no podrá competir con el pincel y la paleta mientras no pueda utilizarse en el cielo y en el infierno.
Edvard Munch






Il Duomo al atardecer, en ese momento mágico y fugaz en que el último sol de la tarde florentina baña los mármoles de Carrara y de Prato.