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lunes, 20 de mayo de 2024

Crítica de una temporada y una temporada crítica

 

Para Dani e Ivancete

El primer estadio del Atlético de Madrid fue el llamado coloquialmente Campo de la Rana. Acogió en 1903 los primeros partidos de los socios del entonces Athletic Club de Madrid, un equipo filial del Athletic Club de Bilbao hasta 1921: Era un campo que estaba sin vallar, pero circundado por una zanja para evitar que los carros de basura accediesen para arrojar desperdicios. ¡Estaba en el cogollo del actual Barrio de Salamanca! El segundo estadio fue el Campo de O’Donnell (1913-1923), junto al anterior, convertido en recinto para cobrar las entradas. Las denominaciones de Campo estaban más que justificadas.

He asistido a partidos en el antiguo Stadium Metropolitano (1923-66) con mi abuelo, en el Vicente Calderón (1966-2017) con mi hijo y en el flamante Metropolitano (desde 2017) con mi nieto. He visto los partidos que ha disputado el atleti esta temporada: Supercopa de España, Liga, Champions y Copa del Rey. Algunos en el estadio, por gentileza de mi yerno, la mayoría en la tele. Es el momento de hacer un diagnóstico de la temporada; no me atrevo a hacer un pronóstico para la próxima porque en el Atleti sería profecía. Es evidente que el seguidor colchonero respira con alivio (no con satisfacción) porque entramos otra vez en el sorteo de las bolas calientes de la Champions. Da casi igual quedar tercero o cuarto porque en la Liga no hay pódium como en el Tour, acaso el orgullo de quedar detrás de los monstruos (Simeone dixit). Lo peor son los siete millones de euros que han volado en casa. En cualquier caso, el Osasuna ha dejado claro que estamos donde estamos y gracias. Salimos de la Copa esquilados con toda justicia por nuestro primo hermano tras dos malos partidos (en esos que hay que dar la cara); quedamos entre los ocho mejores de Europa con la eterna miel en los labios por fallar goles cantados; perdimos en la semifinal de la Supercopa contra el Real Madrid en un partido vibrante pero mal defendido, primer problema.

Me comentaba un vecino de toda la vida, bético y futbolero experto, que el Atleti no ganará nunca la Champions con los planteamientos del Cholo. Me explica: si regalas medio campo y juegas en bloque bajo con arreones contados, el rival te presiona arriba, te cuesta un mundo salir sin rifarla y si sales de la emboscada el ataque estático es lento y previsible; eso si no te limpian el balón o das un mal pase en zonas complicadas y te quedas con la retaguardia al aire. La única opción es robar mediante ayudas y salir al contraataque, algo que el equipo practica desde el Campo de las Ranas, siempre que los jugadores que marcan las diferencias funcionen, es decir, definan, segundo problema. La idea en bruto del Cholo es simple: si no te meten goles es muy probable que metas alguno. Es la discutible filosofía del unocerismo.

Lleva razón el Cholo cuando nos recuerda que debemos valorar con orgullo lo conseguido, mirar el futuro con esperanza y que es muy difícil superar el listón: le faltó decir con el equipo que tenemos. Es imposible aspirar a mirar de frente a los grandes expresos europeos con una base de veteranos a la baja y juveniles en alza. Aunque nos duela, debemos reconocer que ningún jugador del Atleti sería titular en el Madrid. Los grandes nos doblan en presupuesto, pero no el Girona. Pero eso no es lo peor. Excepto algunos equipos de la Premier, dopados de petrodólares, el Paris Saint Germain, un club Estado que ficha a golpe de talonario, pero juega en una liga inútil para Europa y el Real Madrid de Florentino, bien gestionado de abajo-arriba y una fábrica de dinero a escala mundial, los demás equipos, portugueses, españoles, italianos, incluso alemanes tienen problemas económicos para renovar sus plantillas. El mismo Barça está endeudado hasta las cejas tras sucesivos apalancamientos, un estadio en obras y fichajes caros y poco productivos. Además de un vacilante cuerpo técnico y un presidente desnortado; sin mencionar otros temas inconfesables.

El plan renove del Atleti es muy complicado. Oblak es un excelente guardameta, aunque ha bajado su rendimiento porque se siente indefenso. Sus broncas a los colegas del área, especialmente a los laterales, son continuas. Esperemos que no se harte. En la línea defensiva el más fiable es Witsel, un mediocentro reconvertido en central que compensa la falta de rapidez con una excelente visión posicional. José María Giménez es un atleta comprometido, pero las interminables lesiones musculares son su punto débil. Reinildo fue la gran esperanza de color, pero tras su grave lesión no consiguió remontar; Molina ha ido de más a menos sin visos de solución. Los demás (Hermoso, Savic, Paulista) dejan el club o lo han dejado (Söyüncü). ¡Nunca se debió ceder a Javi Galán!

La línea medular es el tercer problema. Koke, imprescindible, ya no está por edad y físico en condiciones de pivotar el centro del campo; De Paul, vivo, muerto o sentado en el banquillo es tan impredecible como el gato de Schrödinger. Barrios y Riquelme son todavía brotes verdes, no figuras. La polivalencia de Llorente, en mi opinión, es más un inconveniente que una ventaja. Lino no está a la altura de Carrasco, aunque se salva. Saúl no se quiere ir porque su ficha es elevada. No tengo opinión formada de Lemar, sólo que fue una pésima inversión como la de Joao Felix, posiblemente de vuelta.

El cuarto, en terminología clásica, es la delantera. Griezmann es o era un top mundial, pero el Cholo lo ha exprimido hasta el agotamiento y las lesiones. Su segunda vuelta es, en general, para olvidar. Lo cierto es que este enganche todoterreno es el alma del Atleti: si no está o se sale del partido el conjunto se pierde. Morata se ha apagado: o falla goles cantados o está en fuera de juego o se mide a empujones con sus marcas. Es probable que salga al final de la temporada junto con Memphis, otro delantero acosado por las lesiones y la baja forma por falta de partidos. Sólo queda Correa, cuya única razón para que siga es que a Simeone le parece voluntarioso y muy buena persona.

martes, 25 de julio de 2023

El caso de João Félix

El Atlético de Madrid pagó al Benfica más de ciento veintisiete millones de euros por João Félix, el fichaje más caro de la historia del club. Hoy sería complicado que un club pagara por el jugador portugués la mitad de esa fortuna. ¿Cuáles han sido las causas del fiasco?

En primer lugar, fue una apuesta demasiado arriesgada. Con todos los respetos, el nivel futbolístico, las exigencias profesionales de La Liga portuguesa, o la Ligue 1 francesa son inferiores a la española. Los sucesivos fracasos europeos del Paris Saint Germain, un club Estado con ilimitados recursos financieros, se deben en gran medida a este décalage o diferencia competitiva.

JF tenía 19 años cuando firmó el contrato soñado, según dijo al salir de los despachos del Metropolitano, y una experiencia de menos de un año en la máxima división lusa, aunque hay que reconocer que completó una excelente temporada en el Benfica. Los cazadores de talentos vieron en su juego vistoso y efectivo (20 goles en 43 partidos) una estrella con una proyección imparable. Se habló de un candidato al balón de oro. Otros grandes expresos europeos como la Juventus y el Manchester City llamaron a sus puertas (lo cual encareció el precio del traspaso). También es cierto que la operación estuvo condicionada por la salida de Griezmann al Barça y la necesidad de buscar una nueva referencia para el equipo. El fichaje, finalmente, fue el resultado del consenso entre los tres pilares del club: Miguel Ángel Gil Marín, consejero delegado y dueño mayoritario, Andrea Berta, director deportivo y el propio Simeone, convencido de potenciar al máximo las virtudes del jugador. En general, el triunvirato dirigente no acertó con el perfil apropiado para una inversión de tales dimensiones. Hay que repartir las responsabilidades entre todos.

El Cholo no calculó bien las posibilidades del centro punta portugués. En el Benfica el resto del equipo jugaba para él, como hacía el Barcelona con Messi o el Real Madrid con Cristiano. Esta estrategia es justo lo contrario del cholismo, que valora la tensión constante en cada posición en función del bloque, sin concesiones a las ocurrencias fuera del sistema. Su lema es: cualquier pasividad crea desajustes graves. Mientras que Messi o Cristiano se pasaban parte del partido mirando al césped hasta que sus compañeros los reactivaban, el Cholo no soporta el tancredismo del divo que se sale del guion. Esperaba de João lo contrario: la movilidad por todo el campo, las ayudas en defensa y el robo felino en el centro, la creación de espacios, el imprevisto desmarque de ruptura, el regate desequilibrante y la definición final que permite sanear el marcador. Tal y como lo interpreta el recobrado Griezmann.

En gran medida ha ocurrido lo contrario. João aguarda al trotecito lento a que le den la pelota en la posición fija de interior izquierda. Intenta un desborde de filigrana que puede acabar de dos maneras: si le sale bien, revolcón por el suelo tras la falta táctica del defensor que no duda en la patada o el choque ante la fragilidad del atacante y la permisividad del árbitro; si le sale mal, se lía, pierda el balón y propicie el contraataque que pone al Cholo de los nervios. En las inmediaciones del área quiere hacerlo todo, sin buscar las posiciones favorables de sus compañeros. Cuando baja hace como que defiende, apenas recupera y si inicia la jugada desde atrás se limita a dar un pase horizontal al que tiene más cerca y se quita de en medio.

João empezó siendo titular con actuaciones aceptables, pero se fue diluyendo por su falta de protagonismo. Marcó su primer gol en la jornada 12 y para entonces Simeone comenzó a sentarlo en el banquillo durante parte o todo el partido. También comenzó el enfrentamiento. Caras largas, malos gestos y quejas del menino. El sistema ultradefensivo del atlético le impide desarrollar su juego, afirma. El movimiento se demuestra corriendo, replica el entrenador. El vestuario se siente incómodo por sus desdichas y desplantes. El ambiente comienza a ser tóxico. Finalmente manifiesta su intención de salir del club. Simeone respira. Es cedido al Chelsea por una temporada con opción de compra. Sin el portugués el Atlético hizo una buena segunda vuelta en la Liga. Tampoco queremos caer en la falacia de la falsa causa. Al concluir la Premier es devuelto al Atlético sin que el equipo inglés muestre interés alguno por su continuidad. En la selección portuguesa tampoco ha sido titular indiscutible. De vuelta al Cerro del Espino otra declaración desafortunada: su amor desde niño por el Club de Fútbol Barcelona. Joan Laporta agradece el cumplido y dice que João le gusta mucho. Ni Pochettino, ni Simeone ni Xavi lo quieren. El español Roberto Martínez, nuevo entrenador de la Selección de Portugal, guarda un prudente silencio. Ni siquiera llega una jugosa oferta de los Emiratos. Ahora mismo está de gira de pretemporada con el Atlético que se lo ha llevado por no devaluarlo más. Según cuenta la prensa deportiva durante el vuelo de doce horas hasta Corea del Sur estuvo serio, ausente, y sólo habló a ratos con Saúl, otro posible descarte veraniego. Lo más probable es que sea cedido al único club donde triunfó: El Benfica. Ida y vuelta. El precio, ya veremos. 

miércoles, 9 de noviembre de 2022

¡Te quiero Atleti!

 

Este año pintan bastos. Los malos resultados de la Champions nos han dejado últimos del grupo sin el consuelo menor de la Liga Europa. El equipo está tocado mentalmente (lo está desde hace tiempo); el agujero contable se ensancha. La afición se impacienta. No obstante, el sentimiento atlético, incluso cuando hemos penado en el infierno, el purgatorio y el limbo (ahora) es idéntico, inmutable y eterno, como el Dios de los sabios medievales. Lo cual no debe privarnos de un análisis crítico del desastre rojiblanco y sus causas, parodia del título del libro más conocido de mi bisabuelo.

Procederemos del rey abajo. En lo más alto está Miguel Ángel Gil Marín, primer accionista y consejero delegado del club, hijo del inefable Don Jesús, para quien las cuentas de la Alcaldía de Marbella, del Club y la suya eran vasos comunicantes. Después Enrique Cerezo, presidente y accionista, hombre del espectáculo, jovial comunicador, encargado de las relaciones públicas, pero con escaso peso en las decisiones deportivas; le sigue Andrea Berta, un mosaico de luces y sombras, director técnico y mano derecha de Gil Marín; luego, nimbado de gloria, el Cholo Simeone, el entrenador más legendario del Atlético, incluido Luis Aragonés (quien, en mi opinión, hubiera debido dar nombre al nuevo estadio). Por último, el profe Ortega, uruguayo, como Diego Forlán y Luis Suárez, preparador físico del equipo, un misterio dentro de un enigma: trabajos forzados, muchas lesiones de repetición, como las anginas, y poca intensidad en la cancha.  

El problema raíz de estos dos últimos años han sido los fichajes. Es decir, el dinero. La apuesta ha sido traer jugadores de gama media: Nahuel, Reinildo, Witsel o Kondogbia y media-alta: de Paul o Cunha y confiar en que el Cholo los madure y adapte a los esquemas del equipo. Lo cierto es que el único que ha demostrado capacidad de integración y un rendimiento notable ha sido Reinildo. El resto no ha dado la talla. También es verdad que es muy difícil competir con los ingresos ilimitados de los llamados clubs Estado financiados por los magnates del Golfo Pérsico. Qatar es el país anfitrión del Mundial 2022. Pienso en las predicciones de Sumisión, la peor y más realista novela de Michel Houellebecq. El mercado de traspasos se ha disparado. Y los sueldos netos de las estrellas superan los imaginable: Kylian Mbappé cobra 72 millones de euros al año, Leo Messi 42, los mismos que Neymar. No es de extrañar que los grandes clubs europeos no dopados intenten exprimir el limón mediante la (por ahora) fallida Superliga, las giras asiáticas y norteamericanas, la exportación de partidos en la cumbre, la copa de la recopa de la supercopa y otros inventos destinados a engrosar las escuálidas tesorerías. El Barcelona está apalancado y sin blanca. Ni siquiera el Real Madrid, una fábrica de dinero, puede estar a la altura de los petrodólares. El Liverpool está en venta. Tengo la certeza de que el Atlético será finalmente engullido a corto plazo por alguno de estos grupos de inversión. Si no, al tiempo. Un notable del club amigo de mi yerno que me invita de vez en cuando a la tribuna del Metropolitano (es una pasada total) susurra que la idea ronda por la cabeza de Gil Marín.

El Cholo, antaño jugador, conoce cuál es la esencia secular del Atleti: defensa rocosa, centro del campo presionante, con capacidad de recuperar y lanzar con rapidez a las puntas letales. El histórico contrataque del glorioso. La estrategia se concreta en el famoso bloque bajo del Cholo. El problema es que los rivales se lo saben de memoria, presionan alto, dificultan la salida, provocan un juego espeso y lento que propicia la celada, se adueñan del centro del campo y se multiplican los riesgos de jugar cerca de tu área. Además, este año la defensa hace agua. Cuando perdimos con el Real Madrid las dos finales de la Champions tuve claro que para ganarle al equipo blanco hay que hacer algo más que una defensa numantina y especular con los errores del contrario. Otro problema es que sin un centro del campo solvente los delanteros no reciben balones al espacio y jugar de espaldas es muy complicado. Todavía otra carencia: el equipo no sabe gestionar el ataque estático, al final se enganchan con las sólidas defensas de cualquier equipo, falta precisión en el último pase y definición contundente. No encajar goles es importante, pero sin meterlos es complicado ganar los tres puntos.

En conclusión: creo que el Cholo debe continuar, pero el sistema es manifiestamente mejorable; habrá que traspasar algunos jugadores, prefiero no decir nombres, pero es ley de vida; y que Joao Felix debe ser titular siempre, como Koke, Griezmann y Oblak. Lo demás es evidente: cuanto mejor trabaja un equipo, más suerte tiene. 

miércoles, 16 de marzo de 2022

¡Porque creemos!

 

Victoria del Atleti al viejo estilo frente al Manchester United y pase a cuartos de la Champions. Objetivo cumplido. Dinero y prestigio. Ahora a esperar que no nos toque el Real Madrid. Lleva razón Guti, un anti atlético declarado, cuando dice que el United no está en su mejor momento; aun así son un prodigio de fortaleza y derroche físico. Cristiano con 37 años empieza a parecerse a Messi y Luis Suárez. Además, da la impresión de que el portugués enturbia el ambiente del vestuario. El problema de estos grandes es que ya no pueden aspirar a que todo el equipo juegue para ellos. Es el síndrome Di Stéfano. También lleva razón Futre, un reconocido anti madridista, cuando afirma que la francesa no es equiparable al resto de las grandes ligas. Esto no empaña el triunfo de los blancos, sino que hace más terrenal lo que se calificó de milagro escénico.

Personalmente, no creo que el Cholo haya hecho al Atlético a su imagen y semejanza sino al revés; su gran acierto desde el primer momento fue comprender que la esencia del equipo rojiblanco, desde tiempo inmemorial, antes incluso de que mi abuelo me llevara al antiguo Metropolitano, ha sido la defensa rocosa y el contrataque letal. Toda la filosofía de Simeone se puede resumir en una frase: le gustan, como no, las individualidades, pero siempre que estén supeditadas, incluso sacrificadas, al trabajo colectivo. Excelentes jugadores como Arda Turán, Rodrigo Hernández o Thomas Partey fueron traspasados por no compartir esta idea.

Seamos, por lo demás, críticos, puesto que queda lo más difícil y el año no va como el pasado. El problema es si este sistema es suficiente para ganar a los grandes expresos europeos… Es lo que debió pasar por la cabeza del Cholo cuando pensó en dimitir tras perder la tercera final en Milán. Al final le pudo el corazón atlético y un suculento contrato. El bloque bajo, ceder la mitad del campo al rival comporta mucho riesgo, incluso cuando compites con equipos teóricamente inferiores; en cuanto la defensa se despista te muerden. Para ganar tienes que hacer un partido perfecto, como ayer. Los tres centrales dieron un recital. Giménez es un grande de Europa (¡qué pena sus lesiones!). Por cierto, el fichaje del mozambiqueño Reinildo ha sido un acierto. Otros inconvenientes: cuesta mucho sacar el balón jugado si te presionan arriba; si lo consigues, el ataque estático es premioso y poco rentable; más: la media presión no vale para nada, es preferible no hacerla. La clave está en que funcione el centro del campo. Ayer, durante la primera media hora fue un descoloque plagado de pérdidas e imprecisiones; por suerte salimos vivos. El partido cambió cuando Koke, Herrera y De Paul empezaron a defender y mover el balón con criterio. Joao Félix y Griezmann, dos manufacturas del Cholo, se gustan. Llorente y Lodi son un peligro constante al contrataque si tienen un lateral que les cubra las espaldas (más inventos del míster). Así llegó el gol. Y la alegría de una afición que empujó en Old Trafford incluso más que la local. ¡Aúpa Atleti!         

sábado, 22 de mayo de 2021

¡Campeones!

 

Recuerdo el título del libro del escritor y periodista Rubén Amón: Atlético de Madrid, una pasión, una gran minoría, en el que se preguntaba con emoción literaria ¿Por qué no son del Atleti los demás? En el fondo, como decía Fernando Torres, en una de sus frases más felices, casi todo el mundo es del Atleti, pero no lo sabe.

¡Grandes!, campeones de Liga al fin después de una primera vuelta de película y una segunda irregular, a merced de la fatiga, las lesiones y el bicho… Lo hemos pagado en la Champions. Pero bien está lo que bien acaba, escribía el bardo inglés.

Los dos últimos partidos han sido una dura prueba para las arterias. Sabemos que el Madrid nos soplaba en la nuca y eso pone al equipo de los nervios. Un buen amigo madridista me decía, después de felicitarme sin aristas, que “lo malo del Atleti no es que gane, es que lo celebra tres años”. Temo lo de Neptuno porque estoy seguro de que mi hijo anda por allí. No me parece que sea el momento de ir a celebrarlo. Espero que la afición esté a la altura de las circunstancias. Como decía, los dos últimos choques han sido parecidos. El Atleti llega, como casi todos los equipos, con los cuerpos y las mentes al límite; afortunadamente Osasuna y Valladolid no nos han presionado arriba con excesiva convicción. El problema es que nuestro ataque estático es más previsible de la cuenta, repetitivo, algo lento, sus rivales, teóricamente inferiores, ponen el autobús, recuperan y salen a galope tendido. Cualquier despiste (como el de Carrasco hoy) propicia contragolpes con los centrales fuera de sitio… y la cosa se tuerce. En realidad, es lo que mejor hemos hecho siempre, nuestra arma cada vez menos secreta. Jugamos mejor (no hablo de resultados) con los grandes. Al final ha sido Luis Suárez, injustamente tratado por su anterior equipo, quien con dos goles decisivos nos ha dado el título. El Atlético es sobre todo un conjunto, un ensemble, un vestuario sin tensiones personalistas, sin líderes figurones que pretenden ser cabeza del león, ni amiguetes de cumpleaños que conspiran contra el presidente y el míster. El Atleti es un equipo de autor cuya cabeza visible es el Cholo Simeone, alguien que come en la misma mesa que Luis Aragonés (yo le hubiera puesto al nuevo estadio su nombre: lo de Wanda chirría y lo de Metropolitano es historia del glorioso, pero historia). Por cierto, ¡Como ha crecido Correa en el tramo final de la Liga, qué partidazo se ha marcado! Inmensos Oblak, Koke y Llorente. Los demás sobresalientes. El portugués es el futuro. La segunda virtud del Cholo es sacar lo mejor de cada jugador y Joao tiene quilates de sobra. Han hecho bien en no cambiarlo por Griezmann.    

Siempre he creído que la esencia del auténtico deportista consiste en saber ganar y, sobre todo, saber perder. Esta es la tercera virtud del Cholo, un caballero que siempre respeta y habla bien del rival, que sabe reconocer la derrota y nunca despotrica del VAR o de los árbitros (excepto en el área técnica) cuando vienen mal dadas. Hoy somos campeones, mañana nos dan la copa en el Metropolitano y los tres próximos años tenemos cuerda.

Otra vez quiero recordar a mi abuelo Joaquín, socio fundador del Atleti, patriarca de esta gran familia atlética, de esta “religión” laica, que incluye a mi mujer, antes merengona y hoy rojiblanca conversa, mis hijos (especialmente la exquisita deportividad del marido de mi hija y sus padres), mis hermanos, mis primos, y mi nieta de dos añitos que canta ¡Aupa Atleti! sin saber de qué va la cosa y mañana irá al cole con el equipamiento oficial que el año pasado le regalamos crecedero.

¡Por siempre Atleti!

jueves, 17 de mayo de 2018

¡Creemos!



Ya tenemos tres copas de la UEFA Europa League y tres bandejas de la UEFA Champions League. Hablemos de los dos grandes protagonistas del triunfo: El Cholo y Griezmann. Luego del partido.
Mantengo el principio de que en fútbol siempre gana el que merece ganar. Un equipo puede tener el noventa por ciento de posesión, tirar diez veces al poste y chocar con el acierto del portero rival y los errores del árbitro… además de encajar un solo gol en propia meta en una jugada aislada y chapucera. Pero el fútbol consiste en enchufarla y que no te la enchufen, lo demás es secundario: una de las formas de lograrlo es jugar bien, trenzar, tocar, manejar el cuero, golear siempre que tengas en la plantilla cinco estrellas de 200 millones de pavos. Pero no es la única forma. Es evidente que el atleti no es un equipo de tocones, es más, cuando el director deportivo ficha algo parecido, Simeone se ocupa de reeducarlo para que se adapte a su manera de ganar. Los repule: trabajo y sacrificio. Su primer éxito ha sido mejorar las señas de identidad del atleti de siempre, “el glorioso” de Joserra, y en esto consiste su talento: defensa rocosa de un conjunto sinfónico, fiable, donde nadie se libra de dar la cara sea cual sea el importe de su ficha; presión al límite, recuperación, contraataque letal y sintonía con un público entregado (al que, como dice Valdano, también entrena). En ataque estático está a la altura de la Unión Balompédica Conquense. 
Desde su visión del juego, una estrategia que admite diversas pizarras, Simeone exprime al máximo las virtudes del jugador que se adaptan a sus planes. Otras le sobran si tapan las que busca. Buenos fichajes, como Carrasco, Vieto, Augusto, por no hablar del inefable Jackson Martínez, tuvieron que hacer las maletas por no adecuarse al proyecto del Cholo. Un “fina estampa” como Oliver Torres tuvo que marcharse a Portugal por sus filigranas de salón y regates a sí mismo. En un video del entreno se ve al técnico argentino decirle amablemente: ¡Che pibe, todo eso que haces no vale para nada! Tiemblo por el futuro de Gameiro y Vitolo. En la final chuparon banquillo. Otra cualidad del técnico es conseguir una competencia darwiniana en la plantilla, una selección de los más aptos a sus ideas fijas. Tiene mucha paciencia con las rotaciones y descartes, todo el mundo tiene oportunidades, pero cuando toma una decisión no le tiembla el pulso. Debe mejorar su carácter, aunque lo dudo, para no volver a ver una final enjaulado como un tigre, recorriendo más quilómetros que muchos jugadores del Olympique (como dijo el locutor de la tele). Por cierto, no le he visto lucir el rosario que le sobresalía de la chaqueta en las finales de la Champions.  
Es evidente que Griezmann es el jugador sobre el que pivota el equipo, es el Messi o el Cristiano de los poderosos. Es probable que se vaya, según parece, al Barça. No creo que haya nada que objetar a la actitud del principito salvo algunas ambiguas declaraciones a la televisión de su país. A petición del Cholo, se quedó en Enero cuando el equipo no pudo fichar por sanción de la UEFA; ha rendido a un gran nivel en todas las competiciones y nos ha regalado gran parte de la tercera Europa League. Es un profesional francés. No es Kiko, Gabi o Saúl, canteranos de pura sangre, y el Barça nos hace lo que nosotros le hacemos a otros equipos con menos presupuesto, como la Real Sociedad o el Sevilla. Eso sí, con manifestaciones forzadas e inoportunas sobre su inminente fichaje. Veremos en que para el asunto. La oferta de Gil y Cerezo es más que generosa. Lo que está claro es que si queremos crecer como equipo con una afición a la altura del nuevo estadio no podemos dejar escapar a Griezman ni a Oblak, el mejor portero del mundo.   
El arranque del partido fue flojo y casi nos cuesta un disgusto. No hubo tanteo previo. Las intenciones se dieron por supuestas y el Olympique de Marsella salió a morder al cien por cien de sus fuerzas… lo cual descolocó el entramado táctico del atleti durante el primer cuarto de hora aunque no marcaron y eso se paga. Una de las bazas que el Cholo juega por sistema es que hay que llegar al segundo tiempo en las mejores condiciones físicas. Posiblemente el profe Ortega tenga algo que ver. Además un fallo clamoroso del central marsellés Anguissa propició una de las especialidades de la casa que aprovecho Griezman para adelantarse en el marcador. Y aquí cambió el partido. En la segunda parte, una de las mejores que le he visto al atleti, el Olympique salió muerto física y mentalmente. Dejó ver sus carencias defensivas, que la liga francesa no es la española, que solo Payet, lesionado en la primera parte, sería titular con el Cholo; un equipo descompuesto que nunca penetró en el blindaje y encajó dos goles preciosos con doblete de Griezman y una espléndida definición de Gabi. ¡Gabi selección! ¡Qué injusticia se ha hecho con este gran profesional que nunca ha sido convocado para vestir la roja! Inmensos, Lucas, para mí mejor jugador que su hermano (que además no cuenta para Zidane), sin olvidarnos de Koke, Sául, Godín, y todos en general. Por cierto, muy oportuno el cambio de un desafortunado Vrsaljko por Juanfran, un jugador aquel propenso a la tarjeta innecesaria y a perder la posición en situaciones de riesgo. Está con un pie fuera del equipo. Si lo quiere el Nápoles, es suyo. Correa le gusta al Cholo más por lo que defiende que por lo que incordia arriba. Apunta a buen suplente, lo mismo que Thomas si se ficha a un centrocampista con caché. Costa se batió con los centrales pero no está en su mejor momento de forma. El resto, todo el mundo lo vio en el nuevo estadio del Lyon (ciudad donde mi hijo, un atlético de coraje y corazón, cursó hace años el Erasmus) o en la tele. El niño Torres por fin toco plata en el equipo de su vida. Después, Neptuno y las celebraciones. No insistimos. Si fuera más joven no hubiera faltado a la cita. Mañana más.
Ahora toca, partido a partido, mantener el segundo puesto de la liga frente al Eibar en el Metropolitano. ¡Cuidado con las resacas que las carga el diablo! Quedar por delante de los merengues es una sabrosura.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Nos vemos en San Siro (o David contra Goliats)


Un primer tiempo de acoso y derribo. El atleti no tocaba bola. Zarandeados por el Bayern y con uno a cero en contra, cuando el turco pitó penalti a un desmadrado Giménez (para mí, los agarrones de siempre y poco más, ¿lo hubiera pitado al revés?) confieso que hice cuentas con los dedos: nos van a endosar un 3-0… ¡en el primer tiempo! Acariciaba por momentos el plan B: ha sido un éxito llegar hasta aquí, nada que reprochar, veremos la final tranquilos, aún queda la liga y adiós muy buenas. Pero no. En la cancha estaban los mejores arqueros del mundo y lo siguiente fue un paradón de Oblak que dio una tregua al partido. El Allianz Arena enmudecio y la luz se hizo. El esloveno fue el mejor de los veintidós y el atleti un bloque compacto, armado atrás, en el que resulta difícil destacar a un jugador. Los periódicos franceses se despepitan por su paisano de Borgoña, Antoine Griezmann, el segundo delantero del atleti, por el gol que vale una final. L'Équipe enumera con nombres y apellidos los enfants de la Patrie que estarán en Milán (entre entrenadores, titulares, suplentes y utilleros) incluida la última perla cultivada por el Cholo, el marsellés Lucas Hernándes. ¡Los irreductibles galos son así, hay que aceptarlo!
Hablemos de Pep. Por muchas críticas que reciba de propios y extraños (más de los primeros), la verdad es que ha creado una monstruo, una máquina de fútbol ofensivo muy difícil de parar. Antes o después te parten la cara. Llegó el gol en una falta al borde del área que con toda honestidad no lo fue. Defensor y atacante meten la rodilla a la vez y el muniqués se cae (o se tira) por inercia. El disparo rebota en la barrera que se mueve (el error) despista al portero y adentro. Mala suerte. Después de todo (sumas fabulosas, bufandas teológicas, crónicas tendenciosas) el fútbol no es más que un juego. El uno a cero de la primera parte no estaba del todo mal si tenemos en cuenta lo que ocurrió sobre un césped regado sólo en el medio campo colchonero para que el balón corriera a mil por hora. Parecía una representación futbolística del sitio de Numancia por Escipión el Africano.
En el descanso Simeone pensó lo que todo el mundo: o metemos un golito o nos echan a patadas (o ambas cosas). Quitó a Augusto que no había salido del área pequeña en cuarenta y cinco minutos y entró el correcaminos Carrasco para estirar al equipo con los peloteros teutones desbravados en la lidia. Cambió el naipe y vinieron los mejores momentos rojiblancos: el pase al primer toque, el gol suplicado, el resultado de casa. Luego el penalti a Torres. Visto varias veces hay que reconocer, nobleza obliga, que la falta se cometió fuera del área. Falló el niño, que nunca debió tirarlo porque estaba como una moto (aunque como decía aquel sabio tibetano, A c… vistos, macho). Seguro que Juanfran lo habría clavado como en la tanda del Eindoven. En este punto, al borde de un ataque de nervios, como las mujeres de Almodóvar, cogí el sombrero, el bastón y la radio y me perdí por las calles solitarias. En la pantalla gigante del primer bar vi el dos a uno del Bayern. No sé qué es más suplicio, quedarte en casa o largarte. El resto me lo ha contado mi hijo que lo pasó fatal pero goza de unas saludables arterias veinteañeras.
Lo cierto es que estamos en Milán. Rumennigge, delantero con dos balones de oro y presidente ahora del Consejo Directivo del Bayern tuvo que comerse con chucrut y cerveza sus palabras despectivas hacia el juego del atleti. Lleva razón Simeone cuando afirma que propone un fútbol para ganar y no para complacer a nadie. Se podría añadir que el anti-tiki-taka es el único sistema posible para enfrentarnos a los grandes expresos europeos con unas plantillas cuajadas de estrellas cienmillonarias; equipos que nos triplican en presupuesto y a los que además favorece la UEFA en los sorteos. Al final, Rummenigge dijo que se sentían estafados por el árbitro. Pero en el gol de Griezmann no hay fuera de juego… si es que se refería a eso.
Por fin qué voy a decir de Simone en esta crónica apresurada: genio y figura hasta la sepultura. Como se me han agotado los elogios voy a permitirme una crítica constructiva: algunas cosas no me gustaron, el empellón sin venir a cuento a su delegado por no sacar rápido el cartel del cambio; el bochinche por la simulación de Lewandowski ante su ojos llameantes (otro cienmillonario que se las tuvo tiesas con Godín los noventa minutos); gestos desmedidos y cabreos. No es de recibo que se pase la mitad de la temporada en la grada con el pinganillo a cuestas. Ya de jugador le perdían sus prontos y venaques. En fin, cada cual es cada cual y sus cadacualidades. La comparecencia tras el partido fue genial como siempre. Es un psicólogo de primera: todo lo que larga beneficia al equipo. Por ejemplo, no dice que preferimos al United antes que al tercer Goliat. Halaga a los rivales, habla bien de todo el mundo, divierte y confunde a la prensa voraz (como Luis Aragonés que estará disfrutando de lo lindo en el cielo). El Cholo se explica, matiza, sentencia verdades como un filósofo griego a pesar del desliz geográfico con el que expresó el concepto futbolero de la angustia: En Barcelona lo pasamos muy mal y también en Bayern

Continuará (espero).

martes, 19 de abril de 2016

El milagro de San Simeone


A mi bisabuelo Damián y a su hijo Joaquín, mi abuelo, periodistas entre otras cosas.
Decía Fernando Torres el niño, en una entrevista reciente (buena respuesta al largo título del libro de Rubén Amón Atlético de Madrid, una pasión, una gran minoría. ¿Por qué no son del Atleti los demás?), que “la mayoría de la gente va con el Atleti pero no lo sabe”. El miércoles pasado pude confirmarlo cuando me fui a la calle a los treinta minutos del segundo tiempo del Atleti-Barça en los cuartos de final la Champions. En el campo no puedo huir pero en mi casa, cuando la tensión supera ciertos límites, como el indicador de profundidad de un submarino, cojo el bastón, el sombrero y la radio y me despido a la francesa. Me pongo nervioso hasta cuando veo el partido grabado. La tanda de penaltis (ese sofisticado tormento chino) contra el PS Eindhoven la oí en el Calderón sentado en mi localidad, con la bufanda puesta de antifaz. Sólo miré desfallecido el penal que un desdichado holandés tiró a las nubes ¿Por qué no has mirado antes? me recriminó en serio el matrimonio de al lado... Es la magia del fútbol. Acabamos mi hijo y yo abrazados a dos hinchas que no conocíamos de nada. Al final, salida espectacular del estadio, de gritar dentro a gritar fuera. Pero volvamos al dicho de Torres: había terminado el partido del Barça cuando pasé al lado de un bar de mi barrio donde acampa una peña madridista de salón. Allí estaban delante de la tele con sus cervezas cantando ¡atleti, atleti! No era para menos: les hemos espantado a su bestia negra y quieren repetir lo de Lisboa.

Tenía razón el periodista de la SER Jordi a secas, representante azulgrana en los programas deportivos, cuando presentía antes del partido: Al atleti de Simeone normalmente le ganamos pero cuando nos la lía, nos la lía. Y van dos en Champions. Lo que le ha pasado al Barça me recuerda el relato de Poe La caída de la casa Usher. Lo cierto es que la eliminación del mejor equipo de la historia -según los teólogos del balón- se ha debido a la convergencia de los planetas mediceos con la Tierra, algo que sucede cada doscientos años.
Para empezar, el desplome. No lo entiende nadie: ni la afición culé, la prensa catalana, los jugadores o el entrenador. Da la impresión de que cuando la sombra de Mesi deambula por el campo los demás se salen del partido. Se produce el efecto dominó. A Neimar y Suarez les pierde su mal carácter cuando pintan bastos; algunas figuras parecen más pendientes de las redes sociales y demás chorradas que del final de temporada y otros han cometido el error de sentirse sobrados. Hoy te descuidas y el Alcorcón te mete unos cuantos.

El Atleti ha pasado la eliminatoria porque ha explotado sus virtudes: la voluntad de poder, llevar al rival a las de trincheras, agarrarse al terreno en los momentos duros, depredar en el área… Y el factor Cholo, un rey Midas del fútbol. Todo lo que toca se convierte en oro, especialmente la cantera. Sin olvidar el Calderón, un lugar de culto como las ruinas de Stonehenge, un organismo que se comunica con sus jugadores en términos de destino. Partido a partido, Ganar, ganar y volver a ganar, y el último mantra: seguimos creyendo. Por cierto, la afición se ha vuelto cada vez más tolerante con el equipo. De toda la vida el auténtico seguidor rojiblanco se ha pasado el partido maldiciendo entre dientes cada vez que sus jugadores perdían la pelota. Ahora todo son parabienes y cataplasmas. Aunque no perdonan la traición a sus colores: la pitada a Arda Turán cuando saltó al césped fue monumental a pesar de los cuarenta quilos que dejó en las arcas (¿realmente los vale?).  

No menos importante: hemos salido vivos de los sorteos de la UEFA. No me creo nada de nadie. Nuestra bola ha estado en el bombo de cuartos en los tres últimos años. La primera vez nos tocó el Barcelona, la segunda el Madrid y la tercera más de lo mismo. En ninguna los equipos teóricamente superiores, los dos citados más el Bayern de Munich, se han enfrentado entre sí. Una vez, con reparos, vale; dos, demasiada casualidad; tres, imposible. Los teóricamente superiores tampoco se lo tragan pero se callan porque les favorece; o si les preguntan dicen con la boca pequeña que se trata de un “sorteo orientado”. Es que me troncho Carlitos. Hay demasiado dinero en juego. Lo de siempre.

Además el árbitro no pitó un penalti de Gabi en el minuto noventa, todo un clásico. Si lo hubiera hecho, el orden del cosmos sería distinto. Primer efecto mariposa en el orden de las causas: el Barça no hubiera palmado con el Valencia y el Atleti habría empatado con el Granada. El otro fiel de la balanza: la expulsión de Torres en el Camp Nou (una gamberrada del árbitro); el ojo morado de Godín por el gancho de Suárez, la no expulsión de Iniesta tras el penalti o las posibles manos de Piqué tras tumbarse media hora en el césped con el balón en sus brazos. Ganamos cuatro a uno.

Finalmente la presión. Si no pasamos de cuartos, tristeza pero hemos cumplido. En la liga igual. Pero si el Madrid o el Barça son eliminados, se hunden los pilares de la tierra. Esto motiva, no lo dudo, pero también bloquea el cerebro y los músculos. En el fondo cualquier deporte es un estado de ánimo.
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Entrada la noche, albricias Resumo algunas.
WhatsApp de mi hija al salir del quirófano, está de guardia.
- Acabo de enterarme, aúpa Atleti, qué ha pasado papi, cuéntame…

Otro de Dani, su novio, madridista comedido y futbolero light (envidio lo segundo, te evitas noches toledanas y burlas y remoquetes al día siguiente).
- Enhorabuena por haber eliminado al Barcelona.

Desde Cuenca, mi hermano soltero al aparato.
- He visto el partido en casa; solo. No he abierto a mis amigos cuando aporreaban la puerta. Les dije que no vinieran. No comprenden que es una experiencia personal, mística, que molestan y dan el cenizo.

- Mi hermana al día siguiente también por teléfono: me acabo de enterar que ha ganado el Atleti (no sabe a quién ni por qué). ¡Ahora caigo en la cuenta, por eso Ana (su hija pequeña) se encerró ayer por la noche en el cuarto y se la oía gritar y dar vueltas como una fiera enjaulada! Hoy se ha ido a trabajar con una camiseta del fútbol. ¡Vaya pinta! ¿De dónde la habrá sacado?

Continuará (espero).

miércoles, 18 de marzo de 2015

Ganar, ganar y volver a ganar


¡Qué manera de sufrir! Normalmente solo escribo del atleti cuando tocamos copa, pero sería inconcebible no trasladar a las crónicas lo de anoche en el Calderón. ¡Vaya escena! El estadio a reventar, como en segunda. Las bufandas al viento, el ánimo tonante y un nudo en la garganta para entonar el himno. La afición atenta al gesto de su guía, el inefable Cholo ¡Qué distinta es (sin señalar) nuestra hinchada a otras, disciplinantes, frías y cabreízas!
Fue tremendo. Vi el partido en casa con Ana (la voz de la sensatez), disfrazado como siempre, incapaz de cortar la pizza, conectado por WhatsApp con mi hijo que está en Francia y por Samsung con mi hija y el resto de la familia para llorar juntos si ocurría lo peor, como en cierta final que nunca ocurrió. Con el desfibrilador al lado, treinta veces me levanté como un resorte para ir a otro cuarto, cerrar las puertas, aporrear las paredes y rezar en silencio.
Mal empezó la cosa con la lesión de Moya, aunque la entrada de Oblak (tan alto como Courtois) fue providencial. Para mí, el mérito del atleti fue no encajar el gol fatídico que sobrevolaba el estadio. Es evidente que no estamos como el año pasado. Sin entrar en matices masoquistas, además de los ausentes nos faltan ideas en el centro y definición arriba, aunque la defensa es la de siempre y el "pelao" Giménez más que una promesa. Los alemanes estaban como motos, daban cera, manos y codos a la cara, llegaban antes al balón, patadón y contraataque a mil por hora. Las apuestas no daban un real por el atleti. Vino el gol de carambola y nada cambió. Sin embargo, el milagro se produjo al cuarto de hora de la segunda parte. De pronto se les apagó el físico a los teutones mientras que los nuestros seguían igual y además achuchaban con más fe que razón. En la prórroga fuimos mejores, estaban muertos, pero faltaba ese detalle que ya no llega. Por ejemplo, el año pasado Raúl García las enchufaba y este se dedica a protestar.  
Después la ruleta rusa. No pude verla. Tengo que oírla en la radio, prefiero que me anestesien a gritos. A toro pasado, fue épica: los jugadores ensamblados, Arda de rodillas (dio resultado), la gente de los nervios. Entró ajustado el penal de Torres (lo único que hizo bien) y se fue a las nubes el de un desdichado; después el orgasmo universal. Seis millones de espectadores españoles vieron al atleti pasar a cuartos. Esperemos que no nos toquen los de siempre, aunque no creo en los sorteos de la UEFA. La pasta es la pasta. En fin, nunca se sabe, podemos eliminar al Bayern y palmar con el Mónaco.
La fría conclusión: necesitamos que los canteranos crezcan, las figuras resurjan, Mario no sólo juegue bien contra los buenos, y, sobre todo, que aumenten los euros del magnate chino para fichar un delantero, dos defensas y tres medios. Lo demás puede valer.

sábado, 23 de agosto de 2014

El cholismo ilustrado


Y van cinco en dos años. Sin contar el último Carranza. Celebraremos aquí mientras Dios me dé salud cada copa que levante el capitán del atleti por pequeña que sea. Para nosotros todas son de oro. Tenía preparadas doscientas páginas para glosar la gesta de Lisboa pero al final (nunca mejor dicho) la puñalada de Ramos nos dejó con dos palmos de narices. ¡Qué manera de palmar! Por cierto ayer estuvo a punto de repetir la gracia. Hay cosas que se entienden pero no se olvidan. Así es el laberinto de las emociones. Como decía Kun-Fu: Las cosas una vez que ocurren han sucedido. Una vez más, la vida y el fútbol se dan la mano. Ordené a mi hijo, casi como Kafka, que quemara mis páginas de la Champions. No sé qué habrá hecho.

Para mí la “clave del triunfo” en la Supercopa (cito al mítico Manolete) fue el fútbol de autor que practica el equipo. Mientras que cada comienzo de liga el Madrid tiene que rehacer sus esquemas tácticos para que sus flamantes fichajes se acoplen, el cholismo ilustrado practica la máxima de que el bien común es anterior y superior al individuo. Nadie viene al atleti a demostrar lo que sabe hacer por cien millones de pavos porque ya está sabido. Si Messi fuera rojiblanco defendería los saques de esquina en el primer palo metiendo el codo en la cara del central contrario y luego saldría como un lobo con la pelota robada sin culebreos ni mariconadas. La distancia más corta entre dos puntos (le habría dicho mil veces su entrenador) es siempre la línea recta.

La filosofía futbolera del Simeone es muy clara: si no te meten un gol hay muchas probabilidades de ganar. En el atleti todos son defensas, todos cierran las zonas estratégicas del campo (presión agobiante, ayudas escalonadas, ahogo de las bandas) y alguno enchufa el gol que cambia el partido. No importa ceder la pelota, realizar un juego previsible, tirar balones largos, echarla fuera a la mínima, forzar al tarjeta, acabar la jugada como sea… lo importante es no correr riesgos innecesarios.
Las armas ofensivas son el contragolpe marca de la casa y la estrategia a balón parado. Me imagino al Cholo en su casa a las tres de la madrugada echando humo por las orejas tras emborronar innumerables folios con las recetas que ensayará en el entreno de las doce: Protocolo de córner 32 b desde la izquierda. Koke con rosca al primer palo a media altura, fuerte para que la defensa contraria y nuestros propios atacantes se la coman con patatas, el portero tapado por un volante que se le echa encima no la ve y el último delantero en el segundo palo la clava de tacón a dos metros de la red…

Su estrategia psicológica no es menos efectiva. Ama a sus jugadores y es amado por ellos. ¡Esos muchachos que han crecido tanto a pesar de todo! larga conmovido a la prensa. “Todo” es la caja desmedida del Madrid, Barça y los grandes expresos europeos. El Chelsea quería comprar este año hasta el relente del Manzanares. En mi opinión ni Costa ni Filipe Luis han estado a la "altura moral" del club que los ha encumbrado.
Defiende Cholo la sana divisa del “partido a partido”. Una propuesta sensata que significa: no especulemos con proyectos majaderos, no demos pedales en una bici sin cadena pues lo único que se consigue es calentar el cerebro de la tropa. Un jugador debe procesar información en el campo y punto. 
Habla bien de los árbitros (o no habla en caso de cagada) porque es la única forma de predisponerlos a su favor. Por lo demás, no creo que a nadie puedan molestar las dos cariñosas collejas de ayer al línea.
Domina la comunión mística con la grada. Desde el banquillo dirige a la afición como un maestro de coro. Sólo le falta la batuta. Ayer montó su circo grabando con el móvil media hora del incendio colectivo. Pero cuando culmina el triunfo con el pitido del árbitro sabe conceder a sus jugadores el mérito y la gloria. Decía ayer, preguntado por esa modestia suya, que para él saltar al césped con los brazos abiertos era invadir el protagonismo de los gladiadores. Notable.
Por último, sus ruedas de prensa son espléndidas. Es original, evita los tópicos que reclaman los periodistas del ramo, los considera superentendidos y a sí mismo el tonto del pueblo, se parten de la risa con sus desplantes toreros, elogia las virtudes del contrario y tiene la osadía de tocar sutilmente las narices al Madrid (si lo haces de frente enseguida te echan en cara su condición de mejor equipo de la galaxia. El imperio contraataca). 

Me hago la misma pregunta que Rubén Amón en su excelente libro Atletico de Madrid, una pasión, una gran minoría¿Por qué no son del Atleti los demás?

domingo, 18 de mayo de 2014

Del lado del Manzanares


En la foto, el que os habla con la camiseta oficial del doblete.

El aire se llena de hermosura y luz no usada… nunca mejor dicho porque los títulos de Liga del atleti se miden en eras. ¡Dieciocho años del doblete! Yo era entonces alto, guapo y con ojos azules. No sé si veré el próximo pero aspiro a levantar la Copa de Europa que la música del azar nos arrebató cruelmente.

Reconozco que los atléticos en general somos bastante agoreros. El descalabro del Levante, el empate deprimente ante el Málaga, el Camp Nou a reventar, reconozco que me daba por cachiporrado. Después el Madrid en la Champions; durante días arrastré una existencia crepuscular. Sea lo que Dios quiera, me dije terminal.

Esta mañana he visto la grabación del partido. Tenía dos entradas para Los cuentos de Hoffman en el Real y la ópera se solapó con la final. Mi hija médico respiró con alivio pues en la vuelta del Chelsea cometí la broma-error de dejar que me tomara la tensión y por poco acabo en una ambulancia del SAMUR. Ayer estaba aun más hipertenso con los whatsapp aciagos que me enviaba mi hijo cada cinco minutos. El gol fulminante del Barça, las lesiones de los dos mejores jugadores de campo, los cien mil hijos de Sant Jordi, el sentimiento trágico de la vida; me senté en la butaca abatido y apagué el móvil. Pero al final del primer acto, eran las ocho y cuarto, la música quiso decirme algo y lo encendí: ¡La liga era nuestra! Mis "bravos" parecieron desmedidos a la gente de alrededor.

Hago mi resumen del milagro de San Simeón: el fútbol es ante todo un estado de ánimo. Más allá de las tácticas y entrenos, el éxito del Cholo es haberse puesto del lado de la fuerza, haber utilizado la épica del fútbol como genio protector. Simeone, Baroja y Schopenhauer tienen claro que el mundo es voluntad de poder. Los jugadores lo adoran, es listo como una ardilla, no habla mal de los árbitros, es deportivo y no se mete con nadie (¡quien lo ha visto, quién lo ve y sombra de lo que era!). Desde el primer al último minuto el atleti planteó un partido plein de courage. Esa fue la diferencia con un rival errático por tramos que sin un Messi ejecutor no es el mismo. Es evidente que el Barça de Guardiola, el mejor equipo que ha pisado un campo, ha comenzado su declive. Todo lo que sube, baja, es ley de vida. Supongo que con su escuela futbolera y talonario la travesía del desierto será más bien corta. Sinceramente lo deseo. No puedo olvidar los gritos blaugranas de ¡Atleti, Atleti! al final del partido. Siempre nos hemos llevado bien con el gran club catalán. 

Hay que felicitar a toda la plantilla exhausta. Me acuerdo de algunos jugadores: Courtois, el mejor arquero de Europa; Filipe Luis y Miranda: no haber sido sido convocados por la selección brasileña es un síntoma de los mezquinos intereses que mueve el fútbol; el príncipe Sosa, un jugador de futuro una vez adaptado al manejo español; Diego Ribas, el enganche que nos faltaba y la única cuadratura del círculo que todavía no ha resuelto el míster: hacerlo jugar con Arda en la misma alineación.  

En la cúpula del club habló Cerezo, simpático y dicharachero como siempre, el alter ego de Gil Marín que se esconde los noventa minutos debajo de la cama con dos valiums en el cuerpo aunque el Atleti juegue un amistoso con la Unión Balompédica Conquense. Decía el presidente que hoy toda España se siente colchonera. La gente prefiere que gane la Liga un equipo con casi cinco veces menos presupuesto que los dos grandes. Los motivos son de manual de divulgación comprado en el Rastro. Por supuesto es populismo barato pero, dadas las circunstancias, cuela.

Por una vez voy a citarme a mí mismo: Una de las razones del fútbol es su increíble poder para producir felicidad. Nos referimos a la felicidad interior, la más valiosa y perdurable; la que disfrutamos por todos los poros cuando nuestro equipo sale airoso del combate: durante una semana dormimos bien, tenemos apetito, el trabajo resulta soportable, los demás existen, la crisis se atenúa, la autoestima se dispara… También la felicidad exterior, pues al mínimo empate salimos disparados a la calle para juntarnos con el pueblo y tomar la Bastilla.

Mis dos hijos salen para Neptuno ahora mismo con uniforme de gala. Si ganamos el sábado yo también estaré. Y si perdemos digo lo que mi amigo el poeta: Siempre nos quedará Baudelaire.

PD. Esta Liga va también por vosotros, amigo Víctor y tantos otros que desde el fondo Sur del Calderón habéis animado sin descanso al equipo, al pie del cañón, sin desanimaros, despertando al estadio cuando más lo necesitaba. Por el orgullo de sentirse atlético. Saludos.