Primum vivere, deinde philosophari (Primero vivir, luego filosofar).
Esta es mi versión del antiguo precepto: Nada tienen que ver la
vida y la filosofía. Son ámbitos independientes. La primera se basa en el
carácter personal y los usos sociales y su virtud es la prudencia, pues la
felicidad es imposible. La segunda se funda en la imaginación creadora y su
virtud es el ingenio, pues la sabiduría es inalcanzable. El llamado “mundo de
la vida” es un invento de la filosofía y nada tiene que ver con la vida. Puedes
usar en cierto modo la filosofía a favor (o en contra) de la vida cuando vas por la vida
(esto es lo que quería decir Gramsci con la frase “todo el mundo es un
filósofo”) y viceversa; pero poco más. La pregunta clave es, por supuesto, qué
pasa si en vez de mantenerlas "a raya", separarlas, las mezclas y las
agitas…
Vida y filosofía son autosuficientes (en el sentido de las
sustancias cartesianas). Para mí, la vida se rige por el principio de
simplicidad, incluido el “no lo sé” como sistema. La filosofía, una
construcción literaria, se rige por el principio de complejidad, incluido el
“es posible conocer la cosa en sí”. En filosofía sobra la navaja de Ockham,
mientras que en la vida sobran las síntesis últimas de la razón.
- ¿Es usted feliz?
- Todavía no he caído
tan bajo.
Baudelaire.
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