Para Dani e Ivancete
El primer estadio del Atlético de Madrid fue el llamado
coloquialmente Campo de la Rana. Acogió en 1903 los primeros partidos de
los socios del entonces Athletic Club de Madrid, un equipo filial del Athletic
Club de Bilbao hasta 1921: Era un campo que estaba sin vallar, pero
circundado por una zanja para evitar que los carros de basura accediesen para
arrojar desperdicios. ¡Estaba en el cogollo del actual Barrio de
Salamanca! El segundo estadio fue el Campo de O’Donnell (1913-1923), junto al anterior,
convertido en recinto para cobrar las entradas. Las denominaciones de Campo
estaban más que justificadas.
He asistido a partidos en el antiguo Stadium Metropolitano (1923-66)
con mi abuelo, en el Vicente Calderón (1966-2017) con mi hijo y en el flamante Metropolitano (desde 2017) con mi nieto. He visto los partidos que ha
disputado el atleti esta temporada: Supercopa de España, Liga, Champions y Copa
del Rey. Algunos en el estadio, por gentileza de mi yerno, la mayoría en la
tele. Es el momento de hacer un diagnóstico de la temporada; no me atrevo a
hacer un pronóstico para la próxima porque en el Atleti sería profecía. Es
evidente que el seguidor colchonero respira con alivio (no con satisfacción) porque
entramos otra vez en el sorteo de las bolas calientes de la Champions. Da casi igual
quedar tercero o cuarto porque en la Liga no hay pódium como en el Tour,
acaso el orgullo de quedar detrás de los monstruos (Simeone dixit).
Lo peor son los siete millones de euros que han volado en casa. En cualquier
caso, el Osasuna ha dejado claro que estamos donde estamos y gracias. Salimos de
la Copa esquilados con toda justicia por nuestro primo hermano tras dos malos
partidos (en esos que hay que dar la cara); quedamos entre los ocho mejores de
Europa con la eterna miel en los labios por fallar goles cantados; perdimos en
la semifinal de la Supercopa contra el Real Madrid en un partido vibrante pero
mal defendido, primer problema.
Me comentaba un vecino de toda la vida, bético y futbolero experto,
que el Atleti no ganará nunca la Champions con los planteamientos del Cholo. Me
explica: si regalas medio campo y juegas en bloque bajo con arreones contados, el
rival te presiona arriba, te cuesta un mundo salir sin rifarla y si sales de la
emboscada el ataque estático es lento y previsible; eso si no te limpian el
balón o das un mal pase en zonas complicadas y te quedas con la retaguardia al aire.
La única opción es robar mediante ayudas y salir al contraataque, algo que el
equipo practica desde el Campo de las Ranas, siempre que los jugadores que
marcan las diferencias funcionen, es decir, definan, segundo problema. La idea en
bruto del Cholo es simple: si no te meten goles es muy probable que metas
alguno. Es la discutible filosofía del unocerismo.
Lleva razón el Cholo cuando nos recuerda que debemos valorar con
orgullo lo conseguido, mirar el futuro con esperanza y que es muy difícil
superar el listón: le faltó decir con el equipo que tenemos. Es imposible
aspirar a mirar de frente a los grandes expresos europeos con una base de
veteranos a la baja y juveniles en alza. Aunque nos duela, debemos reconocer
que ningún jugador del Atleti sería titular en el Madrid. Los grandes nos
doblan en presupuesto, pero no el Girona. Pero eso no es lo peor. Excepto algunos
equipos de la Premier, dopados de petrodólares, el Paris Saint Germain, un club
Estado que ficha a golpe de talonario, pero juega en una liga inútil para Europa
y el Real Madrid de Florentino, bien gestionado de abajo-arriba y una fábrica de dinero a escala mundial, los demás equipos, portugueses, españoles,
italianos, incluso alemanes tienen problemas económicos para renovar sus
plantillas. El mismo Barça está endeudado hasta las cejas tras sucesivos
apalancamientos, un estadio en obras y fichajes caros y poco productivos. Además
de un vacilante cuerpo técnico y un presidente desnortado; sin mencionar otros
temas inconfesables.
El plan renove del Atleti es muy complicado. Oblak es un
excelente guardameta, aunque ha bajado su rendimiento porque se siente indefenso.
Sus broncas a los colegas del área, especialmente a los laterales, son
continuas. Esperemos que no se harte. En la línea defensiva el más fiable es
Witsel, un mediocentro reconvertido en central que compensa la falta de rapidez
con una excelente visión posicional. José María Giménez es un atleta comprometido,
pero las interminables lesiones musculares son su punto débil. Reinildo fue la
gran esperanza de color, pero tras su grave lesión no consiguió remontar;
Molina ha ido de más a menos sin visos de solución. Los demás (Hermoso, Savic,
Paulista) dejan el club o lo han dejado (Söyüncü). ¡Nunca se debió ceder
a Javi Galán!
La línea medular es el tercer problema. Koke, imprescindible, ya
no está por edad y físico en condiciones de pivotar el centro del campo; De
Paul, vivo, muerto o sentado en el banquillo es tan impredecible como el gato de
Schrödinger. Barrios y Riquelme son todavía brotes verdes, no figuras. La
polivalencia de Llorente, en mi opinión, es más un inconveniente que una
ventaja. Lino no está a la altura de Carrasco, aunque se salva. Saúl no se
quiere ir porque su ficha es elevada. No tengo opinión formada de Lemar, sólo
que fue una pésima inversión como la de Joao Felix, posiblemente de vuelta.
El cuarto, en terminología clásica, es la delantera. Griezmann es o era un top mundial, pero el Cholo lo ha exprimido hasta el agotamiento y las lesiones. Su segunda vuelta es, en general, para olvidar. Lo cierto es que este enganche todoterreno es el alma del Atleti: si no está o se sale del partido el conjunto se pierde. Morata se ha apagado: o falla goles cantados o está en fuera de juego o se mide a empujones con sus marcas. Es probable que salga al final de la temporada junto con Memphis, otro delantero acosado por las lesiones y la baja forma por falta de partidos. Sólo queda Correa, cuya única razón para que siga es que a Simeone le parece voluntarioso y muy buena persona.
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