Experimento con un pájaro en una máquina neumática, de Joseph Wright (1734-1797), autor de cuadros de tema científico, es una de las creaciones más sugerentes de la pintura Rococó. La tela pertenece a la National Gallery of London desde 1863 y ha sido considerada como una de las creaciones más sugestivas de la pintura Rococó y una obra maestra del arte británico.
En los comienzos de la Revolución Industrial, durante la segunda mitad del siglo XVIII, Wright fue amigo de investigadores y fabricantes de nuevos aparatos y quedó fascinado por el impacto de la técnica en la vida humana. Perteneció a la Sociedad Lunar, un club selecto dedicado a la discusión y divulgación científica. En esta época ilustrada, la ciencia se convierte en el logro más alto de la razón: las matemáticas, la experimentación, el método, los descubrimientos. Es el momento de las sociedades científicas, como la Royal Society, de la que fue presidente el propio Newton. La ciencia se considera incluso una afición de la burguesía culta que puede practicarse en los hogares.
En el lienzo, se aprovecha la fuente luminosa que surge del centro de la composición para crear efectos dramáticos y narrativos. El experimento que lleva a cabo el personaje de larga cabellera se convierte en una estimulante escena de teatro.
En el lienzo, se aprovecha la fuente luminosa que surge del centro de la composición para crear efectos dramáticos y narrativos. El experimento que lleva a cabo el personaje de larga cabellera se convierte en una estimulante escena de teatro.
El erudito demuestra un principio físico. Con una bomba ha hecho el vacío en la burbuja de cristal en la que una paloma blanca parece respirar por última vez; de ser un símbolo ético o poético pasa a ser un hecho positivo. La niña pequeña mira angustiada, como si estuviera asistiendo a la ejecución de un reo en la plaza pública o al martirio de un santo. Su hermana se tapa la cara transida de aflicción mientras es consolada e instruida por su padre (amigo de los sabios) en los pormenores del experimento desde la fría objetividad. A la derecha, otro investigador, que sin duda ha presenciado en repetidas ocasiones el asunto, mira reflexivo a un recipiente en el que están depositadas en formol unas vísceras. Parece tener en la mente una idea casi teológica: Somos como la paloma, un organismo vivo destinado a morir solo, sin dignidad.
El ayudante, un chico que conoce la situación, sensible al caso, comprende las emociones de las hermanas y cierra la jaula en la que estaba prisionera la paloma. Acaso por el trabajo, por su madurez precipitada, su rostro no parece el de un muchacho.
Dos invitados, a la izquierda, observan curiosos los hechos y más arriba, en el mismo plano, ajenos a las explicaciones, una joven escucha con interés las evidentes insinuaciones de un galán ocasional.
El lenguaje formal del cuadro es de carácter sacro, aunque se aplica a un tema profano, por lo que el experimento científico se eleva así a un acto pararreligioso.
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