Para Laura y Dani
Es evidente que
no podemos prescindir de esa parte irracional de la condición humana que nos
convierte en mitómanos declarados, partidarios de la teoría de la conspiración,
inclinados sin solución a practicar todo tipo de falacias y a creernos un delicioso
montón de supersticiones de segunda mano (falsas noticias, posverdades y
teorías delirantes). Esta es la razón de que la primera crónica de mi viaje a Nueva York se
refiera al legendario edificio Dakota. Está más o menos a una hora a pie del
hotel en que me alojaba bordeando el imponente Central Park. Concretamente está
situado en la esquina noroeste de la calle 72 y el Central Park
West.
Por tanto, me voy
a referir al edificio Dakota desde su no existencia empírica, desde la
fabulación de su otra realidad, desde esos mundos paralelos cuyas fuerzas nos
atraen y hunden sus raíces en las formas ancestrales del saber: el mito,
el rito, la magia, el animismo, la religión… El Dakota building es una construcción añeja, histórica, comenzada en 1880 y terminada en 1884, con las
connotaciones que el término “historia” tiene para la ciudad de los rascacielos,
sobre todo Manhattan, el arquetipo de un mundo nuevo, intemporal, que permanece
idéntico a su sentido original, un presente inalterable, un continuo que se
sustenta sin antecedentes ni contextos previos. Es la misma sensación que se
tiene en el Museo del Memorial junto
con el impresionante complejo que le rodea coronado por la Freedom Tower. En este lugar de dolor y homenaje se siente la trágica
presencia del pasado cercano, no de la historia. La idea de inmensidad
arquitectónica que nos abruma cuando vamos a New York es la superficie
sensorial, válida por lo demás, a través de la cual se manifiesta la falta de
los cimientos históricos de la totalidad: algo que sólo subsiste de forma
autónoma, importada, adquirida, en las grandes colecciones clásicas del Met o
la Frick Collection. El MOMA es un caso híbrido de tradición europea y arte
moderno. Incluso el contraste urbanístico de la neogótica Catedral de Saint
Patrick, situada en plena Quinta Avenida, encajada entre rascacielos y
tiendas de moda frente al Rockefeller Center, resulta coherente.
Sólo he sentido
el peso de la historia en el edificio Dakota aunque desde el lado irracional. El
Dakota se ha convertido en un edificio maldito de finales del siglo XIX rodeado
de un aura de leyenda negra. Su propia arquitectura contribuye a crear la
imagen de un antiguo caserón poblado de relatos sombríos; es una mezcla
de estilos europeos cuyo resultado ha contribuido a su imagen siniestra: una
imagen vale más que mil palabras. Contemplen el edificio, su aspecto de mansión
encantada de película de terror. Incluso la valla que lo circunda con sus
extrañas gárgolas impresiona. Preguntamos tres veces antes de que los paseantes
de Central Park supieran decirnos donde estaba el Dakota Building. Lo conocen más bien “por la casa de John Lennon”. En cuanto lo vean lo reconocerán por su
inconfundible marrón, nos dijo el amable neoyorkino que por fin nos
encaminó correctamente desde Colombus Circus.
Nada más acabada
su construcción en 1884, surgieron inquietantes leyendas. Una de ellas
aseguraba que había un fantasma que lloraba entre sus paredes. Se trataba de
una mujer llamada Dakota, muerta durante las obras, lo que dio lugar a una de
las versiones que circularon sobre el nombre del edificio; otra asegura que en
el momento de su construcción, quedaba tan lejos de la ciudad que lo llamaron
Dakota, porque es la población más lejana al oeste de los Estados Unidos.
A finales del
siglo XIX vivió en sus apartamentos Edward Alexander Crowley (1875-1947)
apodado La gran Bestia 666 (el número
se asocia en el Apocalipsis del Nuevo Testamento a la marca de Satán y del
Anticristo). Este conocido ocultista, estudioso de la magia negra perteneció a
la Orden Hermética del Alba Dorada y otras sociedades secretas. Escribió El libro de la ley entre otros tratados
esotéricos. Se sabe que practicó rituales de magia negra dentro del Dakota. The
Beatles lo incluyeron entre los personajes de la portada de su disco Sgt.
Pepper's Lonely Hearts Club Band
en la parte superior izquierda... Sin duda un genio del lado oscuro. Es
fama que sus ritos de magia negra impregnaron al Dakota de sortilegios malignos
por lo que se ganó el sobrenombre de la
casa de los espíritus.
Durante la misma
época también vivió allí el actor Boris Karloff intérprete por antonomasia de las películas de
terror, el cual participó en sobrecogedoras sesiones de espiritismo. Algunos de
los actores que trabajaron con él afirman que el grado de identificación con sus
personajes era anormal e incluso morboso. Dicen que cuando murió, se
manifestaron fenómenos de telequinesis y
su fantasma vagó durante un tiempo por los apartamentos.
También se alojó
en el Dakota durante su estancia en la Gran Manzana un misterioso mago de la
brujería Wicca, Gerald Brossau Gardner que aseguraba poder invocar a las
potencias ocultas de la naturaleza mediante ciertos rituales paganos perdidos
en la noche de los tiempos. Sin duda, algunas fuerzas dormidas en los rincones
mágicos de Central Park despertaron de su letargo.
Al director de
cine Roman Polanski, conocedor de la leyenda negra que envolvía al edificio, le
pareció el entorno perfecto para rodar La
semilla del diablo, basada en la novela de Ira Levin Rosemary's
Baby (1967). Lo llamó los apartamentos Bramson. Además se inspiró en Gerald
Brossau para caracterizar al brujo demoníaco de la película. El rodaje no pudo
ser más accidentado: el coproductor sufrió al comenzar una grave
enfermedad que le hizo abandonar el proyecto. Tras el estreno, el
compositor de la banda sonora murió repentinamente de un infarto cerebral. Mia
Farrow, la protagonista del film recibió la noticia de que su esposo, Frank
Sinatra, le pedía el divorcio, con los consiguientes trastornos emocionales de
la actriz, los perjuicios y las demoras hasta que Polanski consiguió que las
aguas volvieran a su cauce. El desasosiego, según parece, se extendió también a
los miembros del equipo de rodaje que, quizás influidos por el ambiente
general, decían que se oían en las habitaciones ruidos extraños e inexplicables
olores. Para convencer a Polanski, que se mofó en su cara, los ayudantes de
sonido grabaron extrañas psicofonías. Poco más de un año después del estreno de La semilla del diablo, la esposa de Polanski, Sharon Tate, embarazada, y otras cuatro personas fueron
brutalmente masacradas por la secta de Charles Manson.
El último
gran drama del Dakota fue el asesinato de John Lenon, el residente más famoso
del inmueble, donde vivía con su esposa Yoko Ono. El 8 de
Diciembre de 1980, Mark David Chapman, un perfecto desconocido cuya única
motivación era alcanzar notoriedad por el alcance del crimen, disparó a Lennon a
las puertas del Dakota cinco balas huecas con un revólver Charter Arms del
calibre 38. Por cierto, el propio Lennon decía que oía con frecuencia voces de
ultratumba (no sabemos si su afición a ciertas sustancias alucinógenas tuvo
algo que ver). Yoko Ono, que sigue viviendo en el Dakota, afirma que ha sentido
muchas veces la presencia consoladora de su marido (“No tengas miedo, todavía
estoy contigo”, aseguró que le susurra el espíritu del más allá). Las heridas fueron
de tal gravedad que Lennon ingresó cadáver en el Roosevelt Hospital.
Chapman cumple cadena perpetua en la prisión estatal de Attica y hasta el
momento se le han denegado todas las peticiones de libertad condicional por más
que afirma que su sentimiento de vergüenza y arrepentimiento por el crimen
crece de año en año... La propia Yoko Ono ha manifestado reiteradamente su
oposición a que el asesino de su esposo sea excarcelado.
Lennon ha sido el tema de numerosos tributos,
principalmente el memorial de la ciudad de Nueva York de Strawberry Fields, un jardín conmemorativo en Central Park cruzando la calle del edificio Dakota. Ono posteriormente
donó 1 millón de dólares para su mantenimiento. Se ha convertido en un lugar de
reunión para tributos en los cumpleaños de Lennon y en los aniversarios de su
muerte, así como en otros momentos de luto, como después de los ataques del 11 de septiembre y
del fallecimiento de Harrison, el 29 de noviembre de 2001.
Hace
unos días tuve la oportunidad de visitar el jardín del homenaje. Siempre hay
alguien cantando guitarra en mano canciones del gran músico.
El Dakota es el edificio más
exclusivo de Nueva York. Pero esa es otra historia de millones de dólares y
personajes famosos.