lunes, 24 de abril de 2023

La prostitución. Primera parte

 

Ilegalizar el oficio más antiguo del mundo es una causa perdida. Me refiero al ejercicio voluntario de la prostitución, en ningún caso a la explotación sexual, especialmente la de inmigrantes y menores, uno de los peores crímenes contra la humanidad. Es evidente que hay grados, estatus, matices y, sobre todo, fronteras nebulosas entre el ejercicio voluntario y la explotación sexual; resulta muy complejo aplicar la regla cartesiana de análisis a los distingos (una figura lógica) entre ambas categorías. La prostitución, por supuesto, puede ser masculina o femenina, aunque es ejercida mayoritariamente por mujeres y, por tanto, los clientes son mayoritariamente hombres.

Un amigo, capellán castrense suspendido de sus obligaciones sacerdotales, teólogo por Comillas, doctor en filosofía e Inspector de Enseñanza Secundaria, al que conocí en uno de mis destinos manchegos, afirmaba irónicamente que si el comercio sexual es una institución anterior al judeocristianismo y ha sobrevivido a los anatemas de la Iglesia Católica es que no tiene principio ni fin. Se refería, supuse, al proceso de hominización. Se lo pregunté y me dijo: “la prostitución no es exclusiva del género homo, se da en muchas especies. La separación entre naturaleza y cultura es incierta, y, en algunos casos, demasiado difusa”. Le pedí algunos ejemplos y me los dio: los etólogos han observado que las hembras de pingüino de Adelia intercambian sexo con machos que no son su compañero por las piedras que utilizan para construir sus nidos. Otro estudio demuestra que las hembras de chimpancé salvaje intercambian sexo por alimentos, incluso de manera sostenida.

Dicho de otro modo: ciertos usos y costumbres forman parte de un determinismo social imposible de erradicar. Es preferible legalizarlas o alegalizarlas que condenarlas a la clandestinidad. Piensen en los efectos negativos de una ley seca de la prostitución. Estoy convencido de que, para empezar, no debemos abordar el problema desde las inevitables valoraciones morales. Es preferible dejarlas para el final si queremos comprender y no simplemente juzgar.

Es improbable que entre los cromañones que llegaron a Europa durante el Paleolítico Superior se diera lo que nosotros entendemos por prostitución. Sus comportamientos sexuales no reproductores eran tan desinhibidos que no hacía falta recurrir al comercio sexual. Ignoramos por falta de testimonios cómo eran las relaciones de dominio, preeminencia y dependencia entre los miembros del clan o de la tribu. Algunas enigmáticas figuras cavernarias parecen sugerir que los mejores cazadores accedían al mayor número de hembras, pero es una conjetura. Lo que nos muestran las pinturas, grabados en placas, huesos y abrigos rocosos son la fértil imaginación sexual del hombre primitivo. En las etapas avanzadas del paleolítico, los dibujos en las paredes de las cuevas europeas muestran a hombres y mujeres practicando sexo por placer: posturas, consoladores, sexo oral, anal, masturbatorio, homosexual, voyerismo e incluso prácticas animalistas. Es cierto, que donde hay sexo por placer hay intercambio de bienes, pero no tenemos pruebas documentales. Tampoco podemos sacar conclusiones por analogía con la conducta de los primates más cercanos en la escala evolutiva porque el homo sapiens era cerebralmente como nosotros; mejor dicho, éramos nosotros.

Algunas sectas satanistas interpretan la expulsión bíblica del paraíso terrenal como el primer acto de prostitución. El demonio, la serpiente, se transforma en un hermoso joven y le promete a Eva el conocimiento de la ciencia prohibida del bien y del mal a cambio de poseerla carnalmente. El príncipe de las Tinieblas trasmite así su estirpe a los hijos del hombre… En esto consiste el matrimonio del cielo y del infierno al que se refiere William Blake. Hay más referencias bíblicas a la prostitución: en el Génesis, Tamar se hace pasar por prostituta en un camino y es contratada por Judá, aunque sólo lo hace para quedarse embarazada del patriarca. En el Libro de Josué, una cortesana pública de Jericó llamada Rahab espió para el ejército israelí proporcionándole información crucial sobre la región de Canaán por su promiscuidad con los nobles de alto rango. Según algunos heterodoxos del cristianismo, María Magdalena, la mujer que siempre acompañó a Jesucristo en su vida, muerte y resurrección fue su legítima esposa, le dio dos hijos y antes de unirse al maestro y sus discípulos ejercía el oficio de prostituta.

Confieso que no he encontrado estudios específicos de antropología cultural sobre la prostitución en los actuales pueblos sin historia. El clásico manual de Marvin Harris titula el capítulo 14 Personalidad y sexo, pero además de una crítica a la universalidad del complejo de Edipo, de otras consideraciones y ejemplos etnográficos, no hay ninguna alusión al tema que nos ocupa. Lo más parecido a la prostitución es el ritual exogámico del jefe de la tribu que ofrece los favores sexuales de su esposa (caso de los esquimales) a otro jefe forastero que los visita, tras un ceremonial previo de contacto, a fin de establecer vínculos de cooperación tecnológica, intercambio de manufacturas y distribución de los territorios de caza.

Tablillas sumerias fechadas en 2400 a.C. son el primer testimonio escrito de la prostitución como oficio en la ciudad de Uruk. Los sacerdotes del templo consagrado a la diosa Ishtar organizaban el comercio sexual como una práctica sagrada. El templo acogía a tres clases de mujeres. Las que ejercían sus ritos sexuales en las estancias interiores, las que se entregaban en los jardines exteriores y las que podían salir a las calles de la ciudad para encontrar clientes. En la antigua Mesopotamia existían leyes que protegían a las mujeres que realizaban este trabajo. El Código de Hammurabi regulaba los derechos de herencia de las prostitutas.

La prostitución estaba legalizada y legitimada tanto en Grecia como en Roma. La bisexualidad era normal en ambas culturas. En la antigua Grecia, tanto mujeres como niños se dedicaban a la prostitución. En cualquier caso, estamos antes sociedades esclavistas, pero también podían ejercerla mujeres libres e influyentes. Se les exigía que vistieran atuendos distintivos y pagar impuestos. Algunas prostitutas en la antigua Grecia, famosas por su belleza y elegancia, cobraban sumas elevadas por sus servicios de compañía. Solón instituyó el primer burdel de Atenas en el siglo VI a.C., y con los beneficios construyó un templo dedicado a Afrodita Pandemos, diosa del placer sexual. En Chipre y Corinto se practicaba un tipo de prostitución sagrada en un santuario con más de mil meretrices. En la antigua Roma era una costumbre generalizada. En Pompeya, centro de las pasiones eróticas, algunos historiadores cuentan que estaban abiertos treinta prostíbulos debidamente indicados en las vías urbanas mediante falos. El más famoso era el Lupanare, un céntrico local situado cerca del foro y del mercado. La prostitución de esclavas (la mayoría griegas y orientales) era un negocio más en Pompeya. Según parece algunas esposas completaban sus ingresos mensuales mediante la prostitución puntual. Les recomendamos la excelente página Historia de la prostitución si deciden completar el recorrido. 

jueves, 13 de abril de 2023

El oficio de escritor

 

El mundo ha sido hecho para dar lugar a un hermoso libro, sentenciaba Stéphane Mallarmé (en francés la frase mejora). Una de las palabras más difíciles de definir es la de “escritor”. Las acepciones de la RAE son demasiado genéricas. Cualquiera es un escritor. Inversamente, según el diccionario Oxford tiene un significado demasiado concreto: Persona que se dedica a escribir obras literarias.

Un escritor es alguien que publica un libro, sea cual sea el género, entre otros, la novela, el ensayo, la historia, la obra científica, la poesía, la metafísica, el comic o el ocultismo. Visiten las secciones de librerías como la FNAC, La Casa del Libro o La Central en Madrid y sabrán a qué me refiero. El oficio de escritor incluye, además de la obra, una editorial que se encarga de publicarla, comercializarla, imprimirla, distribuirla y promocionarla. Un libro puede ser editado en formato papel o electrónico o ambos. Una modalidad emergente es el audiolibro una buena opción para los que prefieren dormirse a oscuras mientras escuchan una novela de Javier Marías en lugar de las broncas futboleras de la COPE. Según el Instituto Nacional de Estadística se publican anualmente en España alrededor de cien mil libros, unos sesenta y cinco mil en papel. ¿Cuántos se publican cada hora? Si tenemos en cuenta que las editoriales están obligadas a enviar a la Biblioteca Nacional de España tres ejemplares para ser catalogados cabe preguntarse dónde se puede alojar semejante volumen del saber. La BNE tiene dos sedes, una en Recoletos y otra en Alcalá. Sus fondos cuentan con más de treinta millones de ejemplares desde el siglo XVIII hasta nuestros días. Es posiblemente la biblioteca más importante de Europa.

Una vez establecido el oficio de escritor, el siguiente paso es analizar cuántos tipos hay: el que recurre a la autoedición, es decir,  el autor que se costea la publicación (abundan los poetas, dramaturgos y lunáticos de la novela); el problema es la distribución: son muy pocas las librerías que se hacen cargo de la muestra, por lo que el sufrido creador tiene que colocar a precio de coste una tercera parte de la tirada a sus parientes, amigos y conocidos, dedicatoria incluida; otra regalarla a gentes del gremio (periodistas, críticos, intelectuales) que, en el mejor de los casos la indultan de la papelera, y la última almacenarla en un altillo polvoriento. La pandemia ha disparado esta modalidad, sobre todo entre profesores, abogados y médicos. Una anécdota: llegó a mis manos un ejemplar de un reputado especialista de un hospital público de Madrid en la que desarrollaba una cosmología racional de amplio espectro. Se titulaba Del micro al macrocosmos. Durante meses, según cuentan, aburrió con sus teorías al personal sanitario hasta que su entusiasmo se desvaneció porque todo lo cura el tiempo. Según la misma fuente, fue su mujer la que le amenazó con irse a vivir con su madre si no se callaba de una p… vez. Nadie nos llama para ir a cenar los fines de semana, esgrimía indignada. Otra posibilidad es que una editorial se ocupe de todo a cambio de quedarse con los beneficios de las ventas, si los hay, y el autor con la fama y el hambre. Se calcula que en nuestro país hay unas 3.500 editoriales en activo. Tienen que apostar continuamente por las novedades por si suena la flauta y no es la suya. Es la principal razón del elevado número de publicaciones. Muchas editoriales quiebran o se funden con otras. Algunas reviven, otras se especializan. También hay que tener en cuenta que sólo las grandes editoriales pueden invertir en estudios de mercadotecnia para predecir las tendencias del momento; o para crearlas mediante la promoción a buen precio de títulos y portadas en las revistas culturales de mayor difusión. Aun así, la relación capital-riesgo es alta: el 35% de los españoles reconoce que nunca lee libros. Más modalidades: la editorial se queda con la totalidad de los derechos de autor tras un pago pactado o comparte un porcentaje de las ventas según quién, cómo y cuándo. Lo normal es un 10% sobre el precio de venta al público (PVP).

La siguiente pregunta es cuántos escritores viven exclusivamente de su oficio. La respuesta es que, sin ser misión imposible, es algo reservado a una minoría. Según estadísticas de la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE) solo un 16% de los autores de nuestro país se dedican solamente a escribir (incluidas las actividades directamente relacionadas como las conferencias, entrevistas, lecturas o talleres). Dicho de otro modo, el 84% tiene que compatibilizar la creación con otro empleo para poder contar con ingresos suficientes y no morir en el intento. Todo ello alimentado por el prejuicio retroactivo de que “si no triunfas, no eres buen escritor”. La historia de la literatura, del arte y de la ciencia están llenas de contraejemplos. Por cierto, un bloguero es un bloguero, no un escritor, por muy nobles que sean sus artes. Desde otra perspectiva: conozco algunos blogs con mucha más calidad e interés que la mayoría de los libros de última hornada.

martes, 4 de abril de 2023

La jerga de las tertulias

 


Hay palabras y expresiones que se han puesto de moda en los medios de comunicación, sobre todo en las tertulias radiofónicas. Hace tiempo, en un artículo (bla, bla, bla) analicé algunas que por su carácter circunstancial han perdido fuerza: casoplón, coral, dejarse pelos en la gatera, zona de confort, postureo, no es no, sostenible, cordón sanitario…

Otras siguen en primer plano: visibilizar, mantra, poner en valor, empoderar, resiliencia, en definitiva, lo compro o relato. Todo un lapidario periodístico que se ha propagado como las ondas en la superficie del agua hasta convertirse en una especie de koiné o lengua común de los politólogos.

Consulten el diccionario de la RAE y comprobarán que algunas palabras no se corresponden con su significado correcto. Por ejemplo, visibilizar o mantra. Asimismo, poner en valor es un galicismo infame (mettre en valeur) que debería ser desterrado y sustituido por resaltar, poner de relieve, destacar, enfatizar, etc.

La RAE admite el verbo empoderar, del inglés to empower, que se emplea en estudios de sociología política con el sentido de conceder poder a un colectivo desfavorecido. El término ha sido adoptado con entusiasmo por el feminismo militante y usado como arma arrojadiza contra el patriarcado secular y, en general, contra el machismo dominante. ¡Seas hombre o mujer, cuídate de los micromachismos! La frase contiene uno.

 Resiliencia es la capacidad de adaptación del ser humano a unas situaciones especialmente difíciles. El término empezó a utilizarse profusamente durante los momentos más duros de la pandemia, aunque se ha anclado en la mentalidad colectiva como un patrón multiuso de resistencia ante la adversidad. Es una analogía procedente de la ingeniería civil: resiliencia es la capacidad de la materia para recuperarse de una deformación causada por una fuerza externa. Así, la resiliencia es necesaria para recuperar la funcionalidad después de una situación adversa, y cuando se trata del diseño estructural, esto resulta de vital importancia. Por ejemplo, un terremoto.

Otra expresión de moda: ¡te lo compro!, se refiere a la aceptación de una ocurrencia fuerte o una idea débil del interlocutor; dicho de otro modo: vale, estoy de acuerdo con lo que dices. Al revés: no te lo compro es un anglicismo importado directamente de la expresión Im not buying it. El neoliberalismo ha impuesto en el lenguaje la libre compraventa de dichos y opiniones. Si alguno de tus conocidos te suelta tres veces ¡Te lo compro!, ponlo en cuarentena por perfil plano.

La muletilla en definitiva es una plaga que no cesa; el presidente del gobierno es uno de sus aguerridos defensores. En ocasiones se coloca al comienzo de la frase, cuando debería ir, lógicamente, detrás de las premisas del razonamiento que intentamos concluir. Al revés, el ponente, desde la tribuna del Congreso de los Diputados, finaliza su intervención con “en definitiva” para referirse a un montón de asuntos heterogéneos (el famoso taco de folios) de los que es imposible que se siga una síntesis unitaria excepto que se trate de una banalidad retórica del tipo “convoquen elecciones ya” (en cuyo caso sobra). Por último, tiene un uso emotivo si se pronuncia in media res, es decir, en medio del discurso para provocar la ovación y vuelta al ruedo de la bancada incondicional tras poner un par de banderillas al quiebro y retomar la faena.

El término relato causa furor entre los analistas con mayor índice de audiencia. Las tertulias mañaneras son su lugar natural. El problema es la aplicación indiscriminada del término relato a la política. Su abuso en los foros acaba por hartar. Ahora no se trata de una muletilla sino de un comodín demasiado amplio. Todo es susceptible de un relato puntual, parcial, general, esencial o global. La RAE le atribuye tres acepciones: la narración de unos hechos imaginarios, la información detallada de hechos supuestamente no ficticios (que no es lo mismo que reales) y la reconstrucción discursiva de ciertos acontecimientos interpretados a favor de una ideología o de un movimiento político. Cualquier definición lo hace sospechoso de eludir el contenido de verdad de la cosa tras evitar la objetividad de los hechos y traspasar los límites de lo fabulado, manipulado o tendencioso. El problema ahora no es que la política prescinda de la ética o de la lógica, sino que la política prescinda de la política.