jueves, 31 de agosto de 2023

La playa

 

La playa me gusta en pintura. Dos ejemplos. Las marinas de Sorolla, los efectos fugaces de la luz mediterránea y las sombras de los parasoles reflejadas en los vestidos blancos de las damas que pasean por la orilla. O la pátina reluciente de los cuerpos mojados por las olas. El mar, sus gentes y sus labores… O, inversamente, los cuadros de Gauguin donde unas mujeres tahitianas están sentadas en la playa. La idea misma de ir a la playa no forma parte de sus costumbres. El mar es un trazo grueso, plano, una franja recortada de azul oscuro sin horizonte ni sombras modeladas. Vestidas con atuendos tradicionales se dedican a sus trenzados. La perspectiva forzada deforma las figuras. Sus rostros expresan un sentimiento insondable para el lenguaje gestual de nuestra cultura.

Detesto las fotografías de atardeceres desde una atalaya marina o las calas recogidas con un fondo digital azul turquesa. En ambos casos me parecen anuncios de una plataforma hotelera. Tienen interés histórico y estético las instantáneas de los veranos de la Belle époque española, por ejemplo, Alfonso XIII y Victoria Eugenia acompañados de la corte estival en la santanderina playa de El Sardinero.

También admiro el imaginario balneario proustiano de Balbec donde Marcel descubre el eterno femenino a la sombra de las muchachas en flor. O la playa veneciana de Il Lido en la que el consagrado escritor Gustav von Aschenbach sucumbe a la belleza de Tadzio, un adorable adolescente polaco. O uno de los versos más hermosos sobre el mar: La mer, la mer, toujours recommencée. El sol está en lo más alto, no existen sombras y brilla la luz cegadora de la playa; entonces la mirada del poeta se vuelve hacia la línea blanda de la arena en la que mueren las olas después de un largo viaje, como las vidas.

Hace un mes, unos amigos gallegos ansiosos de sol (vamos a secarnos, dicen) nos llevaron del ramal a una conocida playa levantina. Un entorno hostil. Consigues aparcar tras dar más vueltas que la mula de un molino en una polvorienta explanada donde un guardacoches africano te saluda con zalemas; lo más sensato es darle un euro. Atraviesas el yunque del sol hasta la playa cargado con la impedimenta. Cuando llegas al mar a las doce en el reloj no tienes la sensación de que el mundo esté bien hecho. Según cuenta la prensa hay avispados playeros que a las siete de la mañana bajan de los bloques de hormigón para dejar la sombrilla en primera línea de playa y marcar el territorio. Al parecer está prohibido. Sería curioso saber cómo se controla el fraude. Accedes a las ardientes arenas por una desgastada pasarela de listones de madera flanqueada por concurridas duchas fúngicas. Te sitúas a treinta metros del agua. Colocar la sombrilla no es tarea fácil; si no la sujetas bien puede despegar al albur de los vientos y acabar en la jaima multicolor de una familia extensa provista de nevera, provisiones y una radio descomunal. Una procesión de emigrantes de color despliega ante tu pareja las últimas novedades de la ruta de la seda. Tristeza. Ir a la orilla es una aventura. Te abrasas los pies, molestas a la multitud abigarrada, recibes el pelotazo de unos palistas y cuando por fin llegas no hay espacio para entrar al agua. Ahora el suelo es de guijarros. Tienes que sortear las tablas de surf, los neumáticos de camión y las piraguas infantiles. Te remojas en Aguascalientes y cuando sales tardas diez minutos en encontrar tu parcela. Sobre todo si usas gafas. Rebozado en la arena en cuanto te tumbas en la escuálida toalla eres lo más parecido a una croqueta de mar. Tardas cinco minutos en estar de nuevo recocido. Queda recoger y volver a casa. 

miércoles, 9 de agosto de 2023

Elogio de los Paradores

 

Dos grandes de España de titularidad pública: La Biblioteca Nacional y los Paradores de Turismo. Tengo la credencial de investigador de la Biblioteca por haber colaborado en la publicación de algunos manuales, aunque no investigo nada, sólo voy por las mañanas, cada vez menos, a terminar los Episodios nacionales y escribir estas líneas. Soy socio de Amigos de Paradores desde que se fundó el club. Hicimos el Grand Tour de recién casados por los paradores de Galicia: Cambados, Bayona, Pontevedra, Santiago, Vilalba.

Si eres habitual (leo con desagrado que la palabra fidelización está en la RAE) te regalan la Tarjeta Oro que te permite sabrosas promociones y descuentos. Sobre todo, si has cumplido los cincuenta y cinco. Además, acumulas puntos por estancias que puedes canjear por reservas gratuitas en cualquier parador de la red. La Generalitat intentó hace tiempo hacerse con la gestión de los catalanes, aunque todo quedó en un susto. Aiguablava, Vielha, Vic-Sau, Tortosa… Ahora tiemblo por los pactos electorales. Estoy convencido de que la transferencia supondría su final. Tienen una tradición demasiado española. El primero de los cien actuales es el Parador de Gredos, inaugurado por Alfonso XIII en 1928. Fue Manuel Fraga Iribarne cuando era ministro de Información y Turismo en 1966 quien trajo las suecas a las playas mientras los obispos miraban a otra parte (aunque el escándalo sexual lo tenían delante de sus narices) e impulsó la Red de Paradores mediante la recuperación, léase expropiación forzosa, de castillos ruinosos y antiguos conventos. Hay que reconocer que las reformas de los nobles y santos lugares ha sido un éxito incuestionable. Viejas historias de la banca y de la cristiandad. Las inversiones de la Dirección General del Patrimonio del Estado en obras de restauración remodelado y mejora de las instalaciones han sido permanentes desde entonces.

A partir de los años sesenta el turismo fue la gallina de los huevos de oro para la maltrecha economía española. Y lo sigue siendo. Comprueben el descenso de las cifras del paro durante los períodos vacacionales. Lo cual no significa que el servicio hostelero en general mejore. Según fuentes sindicales del sector, hay en estas fechas una elevada oferta de trabajo estacional, pero al revés de lo que predicen las leyes del mercado, los salarios son famélicos: mil euros al mes, ni siquiera el salario mínimo, por jornadas de doce horas y un día libre a la semana. El joven en paro del gremio ni se lo plantea. Muchos bares, terrazas y chiringuitos están a reventar, pero con camareros improvisados, desbordados, poco dispuestos a la atención rápida y amable. Al final, harto de esperar, desconectas, te largas echando humo por las orejas y acabas por comprarte un pollo asado grasiento. Lo contrario es el restaurante del parador. Puedes elegir la hora y la mesa al aire libre o acondicionado. Servicio esmerado y profesional. La carta está muy cuidada, siempre de inspiración regional, y la relación calidad-precio es excelente. Si lo planificas con tiempo puedes tener alojamiento en habitación con cama doble, garaje, piscina, desayuno con un variado buffet y media pensión (comida o cena) por 200 euros al día en temporada alta. Si te aplicas en el desayuno (un cocinero te prepara en el acto todo tipo de platos mañaneros) te ahorras la comida; luego cenas pronto para que la digestión sea más llevadera. Prefiero una semana confortable a quince días pasando calamidades.

La antítesis de los paradores reformados y la versión más oscura del llamado milagro español, ha sido el desmadre urbanístico en las costas de Levante y Andalucía. La falta de planificación, el compadreo especulativo y los sobres abultados a cambio de licencias municipales es una constante universal como la ley de la gravedad. Cito Los Episodios galdosianos:

Cuando se me presentaba alguno en cuya facha conocía yo que era hombre de posibles, mayormente si venía de provincias con cierto cascarón de inocencia, lo recibía cordialmente, nos encerrábamos, conferenciábamos a solas, le persuadía de la necesidad de tapar la boca a la gente menuda de las oficinas, conveníamos en la cantidad que me había de dar, y si se brindaba rumbosamente a ello, cogía su destino. Siempre era una friolera, obra de diez, doce o veinte mil reales lo que cerraba el contrato, menos cuando se trataba de una canonjía, pensión sobre encomienda u otro terrón apetitoso, en cuyo caso había que remontarse a cifras más excelsas. Si nos arreglábamos, se depositaba la cantidad en casa de un comerciante que estaba en el ajo, y después yo me entendía con los superiores, si no me era posible despachar el negocio por mi propia cuenta.

Un pariente del negocio del ladrillo teorizaba que una cierta corrupción sistémica en el capitalismo es necesaria para crear beneficios, riqueza y empleo. El problema es que siempre se les va la mano, acaban en la prensa, menos en los juzgados y pocos en la cárcel. En un pueblo de veraneo gaditano, donde recalé varios años, pregunté los precios de los chalés en una céntrica agencia inmobiliaria. ¿Quiere ver los de construcción legal?, me preguntó el encargado. Se rio al ver mi cara. ¡Inocente, inocente! A esto hay que añadir el trasiego alegal de las agencias que alquilan pisos por menos de una semana donde diez veinteañeros hacinados ni duermen ni dejan dormir. O los resorts o complejos hoteleros de pulsera, karaoke, borrachera, salto mortal a la piscina y violación de madrugada. Me cae mucho mejor, aunque no es lo mío, el turismo de camping o el de autocaravana.

El paisanaje de paradores tanto en temporada baja como alta es un ejemplo de europeísmo cosmopolita, Ortega lloraría de emoción. En temporada baja, con ofertas inmejorables, se pueblan de apacibles jubilados. En temporada alta, predominan los matrimonios con o sin hijos. Algunos jubilados repiten, ahora en el papel de abuelos. Son frecuentes las rutas radiales. Por ejemplo, en la zona centro, prescindo de la consabida costa, puedes recorrer los paradores de Chinchón, Alcalá, Toledo, Gredos, Cuenca y Teruel. Es un turismo fluido, itinerante, distinto del estancado de muchas zonas costeras colonizadas por urbanizaciones donde los extranjeros se han apropiado del pueblo hasta el punto de que los carteles de las fiestas, la pizarra de los bares y la carta de los restaurantes no están escritos en español. Otro tanto ocurre con los precios de los supermercados y las tiendas. En ciertos sitios no eres bien recibido, te sirven con desgana y te miran incluso por encima del hombro. Tienes la impresión de no compartir la misma realidad. ¡A correr a España! parecen indicarte. Son guetos de la clase media, pretenciosa y burguesa de las grandes ciudades europeas. Al caer la tarde, cuando se van a tomar una cerveza al parador del pueblo se dejan las ínfulas en la puerta.

martes, 1 de agosto de 2023

Método escolástico y sexualidad

 

LECTIO (Exposición del tema o problema y lectura de textos)

Obviamente, el sexo biológico depende de un conjunto único de características innatas: cromosomas, niveles hormonales, genitales internos y externos y órganos reproductores. No tiene cabida el negacionismo, que se cuela por los agujeros más insospechados de la cultura, ni la varianza: es hombre o mujer. La intersexualidad es una rara anomalía genética de consecuencias exclusivamente médicas.

Otra cosa es la asignación de género: se refiere al conjunto de roles adscritos que se consideran apropiados en términos estadísticos para la construcción de la masculinidad y la feminidad de una cultura. Son pautas de comportamiento que se interiorizan durante el proceso de socialización primaria y secundaria (por más que esta distinción clásica esté cada vez más cuestionada por la omnipresencia de las pantallas). La asignación de género forma parte del ethos, tiene, por tanto, carácter normativo (es decir, lo que la sociedad considera normal). Nos propone cómo debemos vernos, pensar y actuar. También incluye las apariencias, la forma de vestir, hablar, mirar, hacer el amor… Es, por supuesto, el campo de batalla del feminismo.

El siguiente concepto es la identidad de género. Se refiere a la percepción que tiene una persona de su condición sexual. El término trans, engloba a los individuos que no se identifican o discrepan de su sexo biológico. Hay cuatro tipos: transexuales, transgénero, transformistas y travestis. Si quieren conocer las diferencias, ustedes mismos.

Viene a continuación la orientación sexual o capacidad de sentir atracción erótica y emocional hacia las personas del sexo opuesto o del propio. Lo describen los manuales de sexología con sutiles diferencias y apabullantes matices. Si buscas lo encontrarás: Heterosexual. Homosexual. Bisexual. Asexual. Androginosexual. Antrosexual. Autosexual. Demisexual. Ginosexual. Grisexual. Lithsexual. Pansexual. Polisexual. Pornosexual. Sapiosexual… A partir de los tres primeros, confieso mi ignorancia. Ha sido una forma de ponerme al día. Dos ejemplos: un lithsexual es alguien que siente deseo o atracción por otro ser humano, independientemente de su género u orientación sexual, pero no quiere llegar a tener una relación “real” ni consumada. ¿Lo entienden? Un sapiosexual es alguien que intenta seducir a la gente cultivada capaz de aportarle nuevos conocimientos en una situación de dependencia intelectual que lo excita. Vamos, la alumna que liga con el profesor de lengua. En la actualidad hay más de veinte orientaciones sexuales o identidades de género según el LGBTQIA+.

 

QUAESTIO (Cuestiones o preguntas que suscita la Lectio)

¿Es el feminismo radical (“el hombre es un lobo para la mujer”) una ideología de género excluyente, injusta y extenuante?

¿Es la discriminación positiva de la mujer (bolsas de trabajo, cursos profesionales, compromisos de contratación dirigidos exclusivamente a la mujer) o la paridad de la mujer en los puestos directivos de las empresas del IBEX una medida que atenta contra la libre competencia entre ambos sexos en función de los méritos adquiridos?

Según la vigente ley del sí es sí, recientemente aprobada en el Congreso (29 de abril de 2023) con resultados difíciles de digerir, los actos sexuales no consentidos pasan a ser delito. ¿Es una aportación sustantiva al Código Penal español o se trate simplemente de una reiteración o redundancia jurídica con fines políticos puesto que tal supuesto está contemplado en nuestra legislación desde 1820? ¿Digo la verdad, como en la paradoja del mentiroso?

¿Cuándo se considera que una persona está en condiciones idóneas para elegir su orientación sexual? Dicho de otro modo: ¿En qué edad se define de modo responsable la identidad sexual? ¿Es posible establecerla de modo científico?

¿En el caso de los adolescentes que desean una reasignación de sexo mediante técnicas quirúrgicas y tratamientos hormonales de por vida debería existir un protocolo de identidad sexual en el que intervinieran con carácter decisorio un comité formado por expertos? ¿Qué tipo de expertos?

Se calcula que una cirugía de cambio de sexo en ambas direcciones costaría hasta veinticuatro mil euros. ¿Debería hacerse cargo la medicina pública, o sea el Estado, de tales gastos o más bien correr únicamente a cargo de la persona que la requiere?

¿Se podrían considerar algunas identidades de género un ejercicio de libertad individual o más bien perversiones y patologías sexuales?

¿Se debería excluir a los transexuales quirúrgicos de hombre a mujer de las competiciones deportivas femeninas e incluirlos en una nueva modalidad federativa?

 

DISPUTATIO (discusión dialéctica sobre las cuestiones o preguntas que suscita la Quaestio).   

Voy a seguir aquí el método que siempre utilicé en la clase de la asignatura de Ética cuando tuve ocasión de impartirla en los centros públicos de enseñanza. Nunca me gustó tomar partido en los debates de los alumnos sobre los temas o problemas que el programa oficial marcaba. Sólo intervenía para definir ciertos términos, informar objetivamente sobre cuestiones legales nacionales e internacionales, explicar sin evaluar las propuestas de los partidos políticos o los resultados de algunas encuestas con cierta fiabilidad (si es que las hay). Tomar partido suponía, desde mi punto de vista, imponer argumentos “ad autoritatem” basados en la superior competencia argumental del profesor. Incluso entrometerme en la educación en valores que, en mi opinión, corresponde en primer lugar a la familia y no a la escuela. Por tanto, dejo a quien lea estas líneas que siga su criterio y piense con su propia cabeza. Escucharemos atentos sus puntos de vista razonados, no las salidas de tono emocionales que conducen directamente a la descalificación personal. Al extendido argumento, en realidad falacia lógica, “ad hominem”: eso es falso porque lo dice Fulano o verdadero porque lo dice Mengano. Está tan extendido que constituye el núcleo de las declaraciones, contraejemplos o debates de nuestra clase política. En vez de trabajar seriamente se dedica a cultivar el ego como inversión de futuro y decir chorradas. Así nos va.