miércoles, 27 de diciembre de 2023

La Superliga

 

En estas fechas me suelo reunir con mi buen amigo el coronel Carlos Abengoa, doctor en historia por la UNED, al que conocí durante mis viajes profesionales a un país africano por encargo de la Agencia de Cooperación Internacional. Siempre generoso, esta vez me invitó al elegante té de la tarde en el lujoso salón del Mandarín Oriental Ritz. Eché de menos la tortilla de patatas, las croquetas de gambas y el jamón bien cortado. La verdad es que no me convencen los bocaditos de filigrana, los hojaldres rellenos de no sabemos qué, las infusiones de jazmín y aromas exóticos o los sabores demasiado delicados de la repostería. Asentimos a las conferencias gastronómicas del impecable servicio con interés educado y preguntamos un par de chorradas por no parecer demasiado paletos. En mitad de la desconexión unas espectaculares bellezas cruzaron el salón entre cantos de sirena. Fue el momento de las grandes preguntas kantianas. Toda una experiencia navideña si no la pagas tú.  

- Resulta sorprendente, dije, mientras cogía con melindre un canapé de mousse de cangrejo, que Miguel Ángel Gil Marín, un buen gestor en las antípodas de su padre, se dejara embaucar por Laporta y Florentino para que el Atlético fuera uno de los doce equipos fundadores de la Superliga. De inmediato el prepotente Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA, los fulminó con la espada flamígera de la expulsión. Excepto los dos grandes de España y algún indeciso italiano, el resto volvió grupas al día siguiente.

- Lo cierto es que son imprescindibles unos organismos que regulen y organicen de abajo arriba las innumerables competiciones del ancho mundo, añadió Abengoa. El problema no son las federaciones sino su perversión. La mesa de los siete pecados capitales. Por ejemplo, nunca me he creído los sorteos de octavos de la Champions League. Están teledirigidos. Fíjate en el último. Nunca se cruzan los grandes expresos. Con alguna excepción ocurre lo mismo en los sorteos anteriores. A un equipo grande siempre le toca uno mediano o menor. Hay tal volumen de intereses en juego que la UEFA no se puede permitir duelos a muerte entre los clubs más rentables. Tengo dudas de lo que se cocina en cuartos.

- Barça y Madrid unidos por la pasta, recordé, mientras mordía uno de los bollos cremosos con ademán de buen inglés a la hora del té.      

- He leído la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre la Superliga. Acusa a la FIFA y a la UEFA de abuso de posición dominante -la expresión es una tautología- y violación de las normas de competencia, libre mercado y monopolio. Se veía venir. No temáis, pues os anuncio una gran alegría: los aleluyas de Florentino están justificados personalmente, pero carecen de contenido objetivo. A partir de ahora se acabaron las amenazas y empieza la nada. La frase lapidaria de que a partir de ahora los clubes serán los dueños de su destino es un brindis al sol. Dudo que sea posible promover una competición europea al margen de la UEFA. Pueden hacer lo que quieran, espero que empiecen lo antes posible con... dos clubes, ha ironizado Ceferin. 

- Bern Reichart director ejecutivo de A22 Sports Management, la empresa creada para gestionar la Superliga, ha dicho que los clubes necesitan tiempo para darse cuenta de que el miedo ha perdido su base legal. Lo saben de sobra, pero nadie mueve un dedo. Aunque Reichart tiene razón en que el actual modelo financiero es insostenible. Las obras faraónicas, los fichajes de escándalo y los salarios al alza provocan entre los clubs desequilibrios competitivos (“los doce magníficos”) y fuertes tensiones en la balanza de pagos. El fútbol debe controlar el gasto y depender exclusivamente de los ingresos que genera, no de inyecciones externas de capital. El apalancamiento siempre acaba en desastre. Lo bueno del fracaso de la Superliga es que la UEFA se tiene que replantear muchas cosas, entre otras su manga ancha en la aplicación de los controles económicos.

- Una competición de clubes europeos al margen de la UEFA es inviable. El espejo en el que la Superliga se mira es la NBA norteamericana una liga privada de baloncesto profesional creada en 1946 por once equipos y bendecida por las correspondientes organismos oficiales nacionales e internacionales. La Superliga, al revés, se ha enfrentado a la oposición de las federaciones, los clubes, las televisiones de pago, los aficionados y los gobiernos. También con los jugadores que ya están demasiado exprimidos y no quieren más roturas de cruzados. Además, lo que propone ya está inventado: en el fondo, la Star League, la Gold League y la Blue League, son una fotocopia de la las tres competiciones europeas, Champions, Europa y Conference. En principio, el banco de inversión JPMorgan apoyó el proyecto con la promesa de cinco mil millones de dólares, pero las pérdidas en bolsa y la bajada de calificación crediticia hicieron que los que deciden en la última planta del rascacielos se replanteasen el negocio. Bronca a la división de evaluación de riesgos y ya veremos. Conclusión: lo que no puede ser, no puede ser y además es improbable (cambiamos el adjetivo porque en el fútbol no rigen las leyes de la física clásica).

domingo, 17 de diciembre de 2023

Ética del deber, ética de circunstancias y ética circunstancial

Toda ética es de circunstancias porque vivimos inmersos en los valores morales de una cultura, subcultura o contracultura y nos educamos en los grupos primarios y secundarios de una sociedad. La circunstancia impregna las decisiones puntuales que tomamos y orienta nuestra ética personal, interpersonal y política. A esta altura determinada de los tiempos, diría Ortega, asistimos al irresistible ascenso de una mutación vírica de la ética de circunstancias: la ética circunstancial, surgida de la inconsistencia interesada de nuestras acciones. 

El golfista Jon Rahm, tercer jugador del mundo, declaró en 2022 durante el US Open:

Se ha hablado y especulado mucho sobre la liga saudí y creo que no es lo mejor para mí y mi futuro en el golf. Creo que el mejor legado que puedo lograr es en el PGA Tour. Nunca he jugado por el dinero, sino por el amor al juego. Quiero jugar contra los mejores del mundo. Me interesa la historia y el legado. Y en este momento, el PGA Tour tiene eso.

Un año después, Rahm ha aceptado la oferta del LIV Golf Saudí por un contrato que oscila entre los 500 y los 600 millones de dólares (el mayor de la historia del deporte). Ha sido expulsado del PGA Tour como miembro de su circuito. L’argent fait tout.

Pedro Sánchez, fecundo en ardides, es un reconocido maestro de la ética circunstancial. Las tres negaciones de Pedro: su insomnio por formar un gobierno de coalición con Unidas Podemos, sus rechazos sucesivos en campaña electoral a los indultos y a una ley de amnistía, su negativa tajante a alcanzar pactos con Bildu… A su vez, Feijóo se presenta como un paladín del centrismo moderado y reformista, un gestor competente para tirios y troyanos. Algo incompatible con sus socios de gobierno y el giro copernicano hacia la derecha más conservadora.

La futbolista Jenni Hermoso, según confirmaciones presenciales, pasó en veinticuatro horas de considerar el achuchón hortera de Luis Rubiales como algo anecdótico a un caso de acoso sexual inadmisible. Woody Allen, de visita con su banda de jazz por España, declaró con bastante sentido común que, después de todo, el hecho en sí mismo no era tan grave, que no la había forzado ni ejercido violencia física o verbal. Fue un pico no consentido, de mal gusto, ajeno al protocolo, al cargo y al respeto debido a las campeonas; disculpas sinceras y golpes de pecho públicos, poco más. El presidente de la Real Federación Española de Fútbol actuó movido de forma extemporánea por las circunstancias emocionales del título mundial y la jugadora por las circunstancias reales: la destitución de un personaje turbio y su corte de seguidores, incluido el entrenador, al que se la tenían jurada desde hacía tiempo y la manipulación del caso por políticos y políticas circunstanciales.

Tras el informe PISA 2023, programa internacional que evalúa el rendimiento de los alumnos de Cuarto de la ESO en ciencias, matemáticas y comprensión lectora, Cataluña se sitúa a la cola nacional en las tres competencias. Nada más conocerse los resultados, las autoridades educativas de la Generalitat los han justificado alegando que se deben a una sobrerrepresentación del alumnado inmigrante en las pruebas. Ante el aroma inconfundible de la xenofobia circunstancial, al día siguiente, el Departamento de Educación de la Generalitat rectificó trasladando a los responsables del informe PISA su confianza completa en la calidad y rigor de las pruebas. Reconocemos, además, que sobre PISA no hay excusas. Es preciso descartar todas las dudas sobre la representatividad de la muestra con respecto a la realidad social. Somos conscientes de un problema que tenemos identificado y trabajamos seriamente para resolverlo. ¡Viva el cosmopolitismo educativo!

Podríamos también hablar del repertorio feminista circunstancial de algunas influencers y de las asiduas de la prensa rosa, compatible, según ellas, con su sexismo, exhibicionismo y negocios millonarios de la imagen.

O de los más de siete millones de euros probados que el C.F. Barcelona pagó durante dieciocho años al vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros, José María Enríquez Negreira, por informes estadísticos y asesoramiento profesional. Laporta, presidente circunstancial del Barça, interpreta los hechos: hay demasiado madridismo sociológico en los centros de poder. El infierno siempre son los otros.

P.D. Una teoría filosófica y dos teológicas han intentado probar sin éxito lo que sería una ética del deber al margen de las circunstancias: la ética formal kantiana, la moral tomista de la iglesia católica y la ética protestante de las iglesias reformadas.

La primera propone que solo una razón pura práctica que excluya los elementos felicitarios o utilitarios y actúe por total acuerdo con su sentido del deber puede considerarse moralmente valiosa. Se trata de una voluntad regida por imperativos categóricos, incondicionados, por leyes morales autónomas. Kant lo denominó el ideal de la santidad, inalcanzable para el ser humano, añadió, que actúa siempre movido por imperativos hipotéticos o condicionados; incluso los declarados categóricos son hipotéticos disfrazados tras revelar las circunstancias empíricas que los encubren (fisiológicas, psicológicas, sociológicas, económicas, educacionales, jurídicas, religiosas). Ecce homo.

La teología católica afirma que el entendimiento descubre de forma inequívoca la ley natural o proyección a escala humana de la razón divina como un conjunto de preceptos universales e inmutables, válidos para todos los hombres y todas las épocas. Para la fe judeocristiana serían los diez mandamientos. La excesiva generalidad de tales principios hace que la Iglesia sea la depositaria de su interpretación correcta y adaptación concreta, por lo que la conciencia individual queda relegada, aunque no negada, al segundo plano del libre albedrío. O sea, historia del catolicismo y sus angostos vaivenes. De nuevo una ética de circunstancias, historicista, que comienza con la Patrística y tras innumerables, concilios, encíclicas y proclamas ex cátedra del Sumo Pontífice acaba con el enfrentamiento entre partidarios y detractores del Papa Francisco dentro y fuera del Vaticano. 

El protestantismo, en su versión original, contempla dos absolutos: La Palabra de Dios, la Biblia y el libre examen de los textos sagrados. De un mismo versículo de un capítulo bíblico pueden extraerse según las incontables iglesias, confesiones y sectas reformadas las conclusiones más insólitas e incluso contradictorias. Además la interpretación del pastor, una mera designación profesional, es tan válida como la de cualquier cristiano. Ahora las circunstancias son ilimitadas. 

domingo, 3 de diciembre de 2023

Ciencias o letras. El gato de Schrödinger

 

Cuando era estudiante de Bachillerato pronto me di cuenta de que lo mío no eran las ciencias. Lo cierto es que en el instituto tuve excelentes profesores de literatura, filosofía, latín y griego, y que, inversamente, los profesores que me tocaron de matemáticas, física, química y biología eran, por decirlo con palabras amables, menos didácticos. El resultado fue una cosecha de hermosas calabazas en mates y un reguero de clases particulares. Uno de mis pacientes profes de pago me decía con razón: No es que hagas mal el problema, eso no es grave por el momento, lo que me preocupa es que no seas capaz de entender siquiera el enunciado. No consigo descifrar el enigma de que traduzcas correctamente un galimatías deconstruido de Cicerón y no seas capaz de resolver una ecuación lineal de segundo grado.

El catedrático de matemáticas se embrollaba en la pizarra con los problemas de álgebra hasta que conseguía explicárselos a sí mismo (¡calla no es así! y borraba) o mostraba las propiedades de las figuras geométricas mediante las líneas imaginarias que dibujaba con el dedo en los ángulos del aula. El profesor de física y química acabó su carrera en el juzgado por suplantar el título de un licenciado purgado tras la guerra civil que había fallecido en Colombia; según parece, los trámites notariales de una herencia destaparon el cambiazo. Conocimos los detalles por la prensa de Madrid. Materia para una novela. El hombre hacía lo que podía y apostaba por el aprobado fácil por no levantar la liebre. El biólogo, a punto de jubilarse, era el más llevadero; te levantaba de tu sitio y tenías que repetir las páginas del libro de texto que el día anterior nos había leído al pie de la letra: claro, claro, se interrumpía, es así, no os dais cuenta, lo comprendéis… Simplemente se repasaba el tema. Como era duro de oído, tu compañero de pupitre te soplaba las preguntas y todos tan contentos. En los exámenes -tenía reuma- no se movía de su mesa entarimada por lo que la mayoría copiaba directamente del libro ante la mirada airada de los artistas de las chuletas y los honestos empollones. Tanto sobresaliente en los exámenes acabó por sembrar la duda en su bendita inocencia (y en la de sus colegas) por lo que recurrió a su sobrino, un maestro en paro que se paseaba cual lince al acecho por los pasillos y rincones del aula. Tras los primeros ceros punitivos se acabó el momio. Los neumáticos deshinchados de su Vespa fue la única satisfacción que algunos obtuvieron. El resto, a estudiar de memoria de tres en tres líneas los tejidos del cuerpo humano.

A letras, pues, tras superar la reválida de cuarto. Entonces no eran el furgón de cola del bachillerato, tenían otra consideración académica y social. Tras aprobar el Preu por los pelos, me matriculé en la Universidad Autónoma de Madrid con la intención de estudiar literatura española. Tras un primer curso de asignaturas comunes había que elegir especialidad en segundo de carrera. En la cola de Secretaría una amiga me preguntó en qué pensaba matricularme: ¡No hay literatura en esta Universidad, sólo filología hispánica! me informó atónita. No me interesaba. Tenía un cuarto de hora para elegir: clásicas o filosofía. Me gustaba el latín, menos el griego, por lo que opté por lo que pomposamente la administración educativa denominaba “filosofía teorética”. Después de todo, como sugería Borges, la filosofía es un género literario. O, desde otra perspectiva, la historia del pensamiento es una excelente forma de aproximarse a la literatura. Y también, como descubrí, a la ciencia.

Me atraen como un imán los temas de divulgación científica. Sobre todo, en los tiempos que corren: una mirada a los límites del mundo, al macro y al microcosmos, supone olvidar por un momento la historia universal de la incompetencia política y los horrores de la guerra. He dedicado, diletante, algunas entradas a estos temas: al Big Bang y al bosón de Higgs, al Big Data y a la Inteligencia Artificial. Uno de los que ahora me ocupan (o, mejor dicho, me distraen) es la paradoja o experimento mental del gato de Schrödinger.

Un gato se encuentra en una caja sellada. Dentro, junto al gato, hay una ampolla con un gas venenoso y un martillo conectado a una fuente radioactiva. Es posible que después de un período de tiempo, la desintegración radioactiva de algún átomo active el martillo, éste rompa el recipiente y libere el veneno que mataría al gato. Pero también es posible que eso no ocurra. La física cuántica afirma que hasta que se produzca una medición o una observación (alguien abra la caja) el gato está vivo y muerto al mismo tiempo en una superposición de estados sin definir.

Según el premio Nobel Serge Haroche, el salto o no del átomo que activa el veneno es discontinuo, aleatorio e impredecible: Einstein se equivocó, Dios efectivamente está jugando a los dados en el universo cuántico. Según las leyes que rigen el mundo a escala atómica durante un tiempo el gato está vivo y muerto al mismo tiempo. Se trata de un estado de superposición vinculado a un suceso que puede ocurrir o no sin que podamos controlarlo de forma empírica o estadística. Puesto que la caja está completamente cerrada y no hemos medido ni observado el evento no podemos saber si ha ocurrido, por lo que no podemos establecer si el gato está vivo o muerto. Si abrimos la caja y observamos al gato, su estado colapsará en una de las dos posibilidades.

Obviamente un gato no es un sistema cuántico La mecánica cuántica actúa sólo bajo condiciones de laboratorio entre partículas en las que no es posible predecir lo que va a suceder porque desconocemos las reglas, si es que las hay, de los saltos de estado. Esto no quiere decir que las leyes de la física cuántica no se puedan aplicar a la macrofísica y a la microfísica. Es más, sus mediciones son mucho más precisas que las de la física clásica, pero a la vez dejan un inmenso agujero abierto al principio de incertidumbre. La pregunta es si la aleatoriedad está para quedarse o será posible predecir en el futuro si el gato está vivo o muerto.

Se ha intentado superar esta paradoja mediante la construcción de un modelo teórico que permita saber qué le va a ocurrir al gato. Un grupo de científicos de la Universidad de Yale admite que es imposible predecir el salto cuántico que rompe la superposición de estados atómicos dentro de un sistema cerrado, aunque es posible construir un algoritmo que nos proporcione la señal de que un salto va a ocurrir, lo cual podría anticipar e incluso impedir la muerte del gato… Las potentes computadoras cuánticas tienen la palabra: Similia similibus curantur, es decir, las cosas semejantes se curan con las semejantes. En realidad, este proyecto de investigación no invalida la paradoja de Schrödinger; no rompe con el dogma de que el futuro es aleatorio, sujeto al principio de incertidumbre. El problema comporta una enmienda a la totalidad de la física. Se trata de una concepción de la naturaleza probabilística, no determinista (resumida en la famosa frase de Einstein: Dios no juega a los dados).

Otra forma de refutar la paradoja ha sido el desarrollo teórico del concepto de decoherencia: un proceso por el cual un sistema perdería necesariamente sus propiedades cuánticas por su interacción con el entorno. La decoherencia actuaría del mismo modo que la medida o la observación eliminando la superposición a menos que seamos capaces de aislar el sistema mediante unas condiciones experimentales ideales, sin interferencias (incluidas la medida y la observación). En el mundo real, micro o macro, la interacción entre los hechos, la misma experimentación científica, daría lugar a una rápida decoherencia y harían que el gato estuviera vivo o muerto, pero no a una superposición de ambos estados. 

Una tercera vía de escape a la paradoja es la que propuso el propio Einstein que no la soportaba (¿Entonces la Luna no existe si no la miro? llegó a decir): defendía la existencia de una realidad más profunda que la descrita por la mecánica cuántica, en la que un conjunto de variables desconocidas descartaría la inconsistencia de la física. Particularmente influyente fue el trabajo del estadounidense David Bohm, quien en los años 50 creó una versión de la mecánica cuántica en la que se restaura el determinismo y el principio de causalidad. En su modelo, el estado del sistema estaría bien definido incluso cuando no es ni observado ni observable. El universo es homogéneo. Los partidarios de la teoría de las variables ocultas se han convertido en una secta. La comunidad científica es contraria a la introducción de elementos ad hoc por considerarlos superfluos. Además, los trabajos experimentales que desde los años 70 han realizado Alain Aspect, John Clauser y Anton Zeilinger, los ganadores del Nobel en física de 2022, han servido para desmontar numerosas variables ocultas, lo que ha reforzado la interpretación de Schrödinger y la música del azar. La cosa en sí kantiana es la pura indeterminación de lo real. Por el momento el gato sigue vivo y muerto a la vez.

P.D. Asumo la noble crítica de que si algo no se explica bien es porque no se entiende.