Me preguntan algunos de mis alumnos en
las redes sociales por qué en Italia, España y otros países latinos (sobre todo) la
corrupción política no pasa factura electoral a los que la practican. Es un tema
de sociología política. Si se desea tener una opinión más ajustada (no digo “empírica”
porque las ciencias sociales no son ciencias) habría que preguntar a un profesional.
Para mí hay tres causas:
En primer lugar: a estas alturas nadie duda de que quién controla realmente el poder no son los políticos sino el capital financiero. La socialdemocracia (el centro izquierda) ha desaparecido del mapa de la “Europa
de los ciudadanos” y los únicos partidos “que tienen credibilidad” para el público
son los conservadores, la derecha, o sea, los gestores de los intereses de los
bancos: gobiernan porque hacen lo que cumple a los mercados y no hay más
cera que la que arde. Por eso los ciudadanos, sabedores de la trama, votan a la
derecha; para que los poderosos escuchen a sus mensajeros vigilados y se dignen promover puestos de trabajo en condiciones leoninas. Lo que cuenta primero es comer, después pensar.
La segunda causa es, a mi juicio, aun más perversa. El problema no es que los políticos se pierdan por dinero (ya lo
sabemos), sino más bien si eso importa o no a la gente. Es evidente, por
encuestas y elecciones, que no les afecta mucho. La mayoría chincha y
rabia, incluso se manifiesta, pero al final vota a los representantes del
dinero. Ahora (tras voltear el argumento) lo que cuenta no es comer sino pensar.
Una gran parte de la población ha sido contaminada por el pensamiento único. La
ideología dominante es la ideología de la clase dominante. Demasiados votantes están
de acuerdo con las prácticas inmorales e ilegales de los políticos. El delincuente
de cuello blanco que alcanza fama y dinero se convierte en referente social:
“Es normal forrarte si puedes, lo malo es que a veces se pasan de rosca y los
pillan”. Ese es el error y no el saqueo; la solución es robar con prudencia para
que nadie se dé cuenta: “¿Lo normal es mirar por tus intereses, no?".
Mostraré la tercera causa
mediante un fragmento (breve reflexión sobre el concepto de ciudadanía) de la espléndida novela de John Irving Oración por Owen, escrita en 1989. Ha llovido mucho, pero tras cambiar lo que haya
que cambiar, acierta. Nuevo argumento: sólo hay que pensar en lo que comemos,
lo demás no cuenta.
(Las frases en mayúsculas son del original).
Owen solía
decir que lo más preocupante del movimiento pacifista –contra la guerra de
Vietnam- era que, sospechaba, muchos de los manifestantes estaban motivados por
interese personales; pensaba que si no hubiese estado en juego el reclutamiento
obligatorio en la cuestión de la guerra habría habido muy pocas protestas.
Fíjate en
los Estados Unidos hoy, decía: ¿reclutan a jóvenes estadounidenses para luchar
en Nicaragua a favor de la contra? No, todavía no. ¿Se sientes agraviadas las masas de jóvenes estadounidenses por la
superchería y la falacia de la Administración Reagan? Apenas se oye un murmullo.
Sé lo que
diría de esto Owen Meany; sé lo que dijo…
y sigue siendo válido.
- LA ÚNICA
MANERA DE LOGRAR QUE LOS ESTADOUNIDENSES SE ENTEREN DE ALGO ES GRAVARLOS CON
IMPUESTOS, RECLUTARLOS O MATARLOS –dijo Owen… un día que Hester propuso la
abolición del alistamiento-. SI ELIMINAS EL RECLUTAMIENTO OBLIGATORIO, A LA
MAYORÍA DE LOS ESTADOUNDENSES DEJARÁ DE IMPORTARLES LO QUE ESTAMOS HACIENDO EN
OTRAS PARTES DEL MUNDO.