Cuando hablamos de los sentidos nos referimos a los órganos y modalidades del conocimiento sensible. La gran tradición filosófica ha insistido en la separación entre conocimiento sensible e intelectual. Sin embargo, se trata de una falsa oposición: grados del saber (Platón), etapas del proceso abstractivo (Aristóteles), pensamiento y corporalidad (Descartes), facultades del conocimiento (Kant) o momentos del espíritu (Hegel). Hoy sabemos que el conocimiento humano constituye una unidad integrada en la que no es posible sostener escisiones. No es válida la máxima escolástica de que "nada hay en el entendimiento que no haya estado antes en los sentidos". Más bien hay que subrayar el papel predominante del pensamiento sobre la sensación. En realidad, sería al revés: nada hay en los sentidos que no haya estado antes en el entendimiento.
Hay cuatro grandes formas del conocimiento sensible: la percepción, propia de la psicología; la observación, de la ciencia; la sensibilidad, de la estética y la sensualidad, de la ética.
La percepción es un proceso constructivo por el que organizamos de forma activa las sensaciones y conocemos objetos o situaciones. Pero sin un contexto previo de carácter lingüístico y cultural no tendríamos percepciones. Un cazador esquimal de Alaska percibe más de treinta tipos de nieve, mientras que nosotros, urbanitas, solo conocemos uno; pero si le invitásemos a visitar Madrid vería (oiría, olería, tocaría, gustaría) muy poco, en ciertos lugares nada. Las percepciones simples como el color rojo, el aroma fragante, el sonido agudo, el sabor agrio, la textura suave, son elaborados patrones culturales. Lo negro –dice Lévy Bruhl- se nombra entre los nativos polinesios según los objetos de los que se obtiene el color o bien comparando un objeto negro con otros. Sólo existen los cuervos, los cocos carbonizados, el barro negro de los pantanos o el color de la resina quemada. A modo de comparación: El mundo percibido por cada especie animal (el topo, el delfín, el búho, la serpiente) es único y depende del programa genético que ha consolidado a lo largo de la filogénesis. Las señales físico-químicas que detectan los sensores de las máquinas están predeterminadas por los diseños tecnológicos de la ingeniería de sistemas.
La observación científica consiste en la selección de los datos empíricos que consideramos relevantes para la solución de un problema. Pero no hay datos sin un marco teórico de referencia. Los sueños no designan lo mismo para el psicoanálisis, la psicofisiología, el conductismo o la psicología cognitiva. Sólo somos capaces de observar aquellos fenómenos que un marco permite reconocer: la física aristotélica sólo veía cuerpos ligeros con movimiento ascendente y cuerpos pesados con movimiento descendente. La sociología funcionalista norteamericana describe una sociedad incompatible con la que describe la sociología marxista. Lo mismo ocurre con el mundo de la física clásica y la relativista, aunque no seamos conscientes de los cambios. En la vida diaria, ante “un mismo hecho” no ven lo mismo en el terreno de juego (ni siquiera en la televisión) los partidarios de uno u otro equipo. En cualquier entorno sensorial, por ejemplo, la selva amazónica o el campo de golf, no procesa la misma cantidad y cualidad de información el profesional que el aficionado.
La valoración estética de una obra de arte no depende de los sentidos sino de la interpretación final que seamos capaces de proponer. Resumo del Diccionario etimológico de la lengua castellana de Joan Corominas: el término "estético" proviene del griego aisthetikós que significa susceptible de percibirse por los sentidos y deriva de aisthesis, facultad de percepción por los sentidos, que a su vez procede de aisthánomai, yo percibo, comprendo.
El primer tratado de estética fue escrito en 1750 por el filósofo racionalista alemán, seguidor de Leibniz, A. Gottlieb Baumgarten. La estética era la parte de la Filosofía que se ocupaba del estudio de las sensaciones; considerada la hermana menor de la Filosofía, se contraponía a la Lógica o ciencia del concepto puro. Su objeto era la belleza del arte tal y como se capta por los sentidos. Pero tal idea no resulta convincente. No se debe aceptar la Estética como una mera teoría de la sensibilidad, como una concepción de la belleza sensible (sea esto lo que sea) ni siquiera para las artes visuales o auditivas. La experiencia estética es ante todo una forma de interpretar la realidad; por lo tanto, es un error mantener que la belleza es su principal objeto, con la consiguiente relajación (o supresión) de los elementos discursivos en el arte. La belleza sensible, como el resto de las categorías estéticas, son los medios de que se vale el artista para conocer el mundo. Es evidente que la sensibilidad tiene que ver con la pintura o la música pero sólo después de comprender un cuadro de Cézanne o una canción lírica de Schumann podemos percibir sus cualidades plásticas o sonoras.
Las múltiples experiencias sensuales dependen del código ético en el que adquieren significado. Un hedonista buscará y apreciará cada uno de los refinados placeres que proporcionan los sentidos. Un anacoreta los evitará para no perturbar su paz interior. Un intelectualista elegirá los placeres espirituales a los sensibles. Es más: un anacoreta será incapaz de disfrutar del sabor exquisito del caviar o el aroma chispeante del champán; al hedonista le ocurrirá lo mismo con las ortigas hervidas regadas con agua fresca del arroyo. El intelectualista, por su parte, preferirá la lectura de una fascinante novela sobre la vida disipada de los parisinos en la belle époque o un ensayo filosófico sobre la renuncia como búsqueda de la felicidad. Más ejemplos: El cristianismo siempre ha estado en contra del amor sensual (su valor más preciado, la charitas, es amor espiritual al prójimo). Al contrario que el hinduismo. El Kama sutra, un tratado sistemático del placer, considera que la sexualidad es una unión divina y la relación más valiosa entre dos o más personas.
Un gran artículo. He recogido unos parráfos en http://unbosqueinterior.blogspot.com/2013/03/o-caritas.html
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