martes, 1 de enero de 2019

El turismo de intercambio


En esta última entrega sobre los tipos de turismo vamos a olvidarnos de las denominaciones francesas y centrarnos en román paladino en la enumeración de los que restan (aun así muchos se quedarán en el tintero): turismo de intercambio, turismo multipropiedad, turismo gastronómico, turismo de riesgo, turismo solitario, turismo terapéutico, turismo de borrachera, turismo de masas, turismo organizado, turismo de jubilados, turismo sexual, etc.
En realidad tengo anécdotas para todos, pero esta vez vamos a ocuparnos del primero, es decir, del intercambio de la propia casa por la de otro interesado nacional o internacional. Normalmente la duración de la permuta es de un mes. Si son personas jubiladas pueden ser dos, Julio y Agosto. En principio, el sistema está bien pensado, pero tienes que estar seguro de a quien entregas las llaves de lo que más te importa después de tu familia y antes que el trabajo (tal y como están las cosas). Es preciso tener unas ciertas garantías si quieres irte tranquilo y disfrutar de tus vacaciones sin sobresaltos. Lo mejor es recurrir a una agencia de intercambio solvente; tal vez la agencia conozca al otro propietario y haya trabajado con él. Conviene hacer contratos legales con abogados especializados que incluyan minuciosos inventarios de continente y contenido. Recuerda: no basta con que firméis electrónicamente por e-mail unos papeles redactados por vosotros mismos dos días antes de salir. También es recomendable firmar una póliza de seguros sin letra pequeña confusa. Seguramente, la misma agencia puede ocuparse de todo… Dicho de otro modo: paga los servicios de gestión y no actúes a dos bandas por tu cuenta porque si lo haces es posible que al volver te encuentres con alguna sorpresa desagradable: electrodomésticos estropeados o inservibles por mal uso, el jardín asilvestrado, la terraza convertida en vertedero multiuso, objetos de valor desaparecidos, desperfectos más o menos graves en el mobiliario que pueden llegar a convertirse en estragos, realquiler de tu piso por agencias pirata (hasta por días)…
Salió en las páginas de sucesos: en uno de estos intercambios, incluso con sellos y membrete de agencia,  a los dos días de haberse ido el dueño, un turista malagueño, un camión de mudanzas aparcó delante de su casa y en una mañana la dejó como vino al mundo. Por supuesto, todos los datos del desvalijador eran falsos, hasta la matrícula del camión. ¡Es excesivo: para irte con el riñón cubierto no basta con un bufete de abogados, hay que contratar con un mes de antelación los servicios de una agencia de detectives!
Me contaba un amigo, residente en un chalet de Pozuelo (Madrid), partidario habitual de este tipo de turismo con residencias del mismo nivel (aunque sin la red protectora, como Pinito del Oro), que el año pasado en Agosto recibió la llamada telefónica de la policía municipal de Pozuelo cuando jugaba el hoyo doce de un soleado campo de golf junto al mar en Miami por una denuncia colectiva contra su chalet puesta por los vecinos de su zona residencial. Serían las doce y media en Miami y seis horas antes en Madrid. El oficial, pariente suyo, le informó de que a medianoche del sábado se lanzaron desde el interior de su chalet unos inusitados fuegos artificiales que duraron más de un cuarto de hora. Y estalló la fiesta. La música y el fragor de los invitados se oían en la Cuesta de las Perdices; estruendo de tamboril y trompetillas; el ruido de los chapuzones era constante y todas las luces de la casa estaban encendidas. La elevada tapia, contra la que se estrellaban botellas con una cadencia alarmante, impedía ver lo que ocurría detrás, tan solo se adivinaban las sombras chinescas de la caverna de Platón. Por las ventanas del dúplex asomaba o pasaba gente, como los componentes del coro en el escenario de una ópera. Volaban el confeti y las palomas que soltaron desde la terraza a las que algún desalmado disparó con una escopeta de caza con poco éxito porque con toda seguridad iba bebido. Algunas cayeron fulminadas en la calle. Grupos desafinados cantaban obscenidades. Cuando la policía intentó hablar con el inquilino a las cuatro de la madrugada abrieron la puerta dos odaliscas completamente desnudas que intentaron besar a los agentes. Una andanada de olor a mariguana casi los tumba. Dentro se veía más gente en pelotas. Luego aparecieron dos trajeados empleados (¿camareros, guardaespaldas?), serios y sobrios, que impidieron a la policía acceder a la vivienda si no traían una orden judicial. Según parece, también se escucharon cantos de aves exóticas y sonidos roncos parecidos a los que emiten los simios. Una señora mayor afirma que oyó los rugidos de un gran felino (la bola de nieve crecía). El inquilino ha sido detenido y puesto en libertad con fianza por cargos menores de escándalo público, destrozos y maltrato animal. Después de todo estaba en su casa, afirmó. Las odaliscas eran profesionales del ramo que, según confesaron, habían sido contratadas para “animar el aniversario de las bodas de plata”. Lo cierto es que la parte contratante de la segunda parte es un soltero profesional joven y rico. En su momento te daré más detalles. Hemos encontrado en la piscina dos gatos muertos (¿los rugidos del felino?) y en el centro del jardín los restos de una gran fogata. No sabemos qué rituales se realizaron, seguramente majaderías de borrachos. La única buena noticia es que no hemos constatado daños personales… Nadie se tiró a la piscina desde la terraza y si lo hizo cayó al agua. Eso sí, la casa ha quedado hecha un cuadro de posguerra. Los daños han sido evaluados por expertos de la jefatura en más de treinta mil euros. Mi consejo es que vuelva cuanto antes y te hagas cargo del estropicio en sus aspectos legales, seguros y restauración, o mejor dicho, reconstrucción. Lamento decirte que se han bebido hasta las goteras de tu flamante bodega.
Se sabe también por la prensa que otras viviendas de intercambio se han utilizado como lugares de turismo sexual, timbas clandestinas, despacho de minería de bitcoins (con el gasto de energía eléctrica por las nubes) o con fines todavía más perversos relacionados con el refugio temporal de grupos violentos que utilizan esta forma de turismo para operar en áreas calientes.          
No estoy muy puesto en el tema, pero me da la impresión por diversas fuentes de que esta modalidad de turismo está en franca decadencia. Demasiado riesgo, demasiados trámites, demasiadas precauciones, demasiada condición humana. Si buscas hacer bien las cosas, resulta más barato reservar en un buen hotel y evitarte disgustos.

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