jueves, 4 de septiembre de 2025

Arquetipos

 

Un arquetipo es una figura universal de la mente, simbólica pero activa. Los arquetipos son modelos ancestrales de conducta que forman parte del inconsciente colectivo de la condición humana. Se deben entender como representaciones congénitas que sobrevuelan el ethos, el eidos y las instituciones de las sociedades con historia (civilizaciones) o sin historia (los mal llamados “pueblos primitivos”) que según el contexto espaciotemporal adquieren contenidos propios. La psicología profunda, la crítica literaria y la antropología cultural les han dedicado un generoso espacio en sus investigaciones.

El psicoanalista Carl Jung, dedicó gran parte de su obra al estudio de los arquetipos primordiales, la madre, el padre, el animus (la parte masculina de la mente femenina), el anima (la parte femenina de la mente masculina), la persona (la máscara social), el sí-mismo (la identidad personal), la sombra (lo oscuro y reprimido), el rebelde, el héroe, el sabio, el amigo, el protector, el creador, el bufón (jester), el embaucador (trickster)… A su vez, de cada arquetipo primordial se derivan otros, y otros de estos por lo que su número desborda cualquier intento de clasificación. Lo característico de los arquetipos es su doble cualidad de relación y expansión. Pueden rastrearse en el refranero, las leyendas, las supersticiones, los mitos, las fábulas o los cuentos infantiles; incluso en el catálogo de pintorescos estereotipos o tópicos costumbristas que nacionales e internacionales se aplican entre sí, resultado del ingenio, la tradición o la antipatía secular.  

Derecha e izquierda, un arquetipo. Tiene connotaciones anatómicas. Durante mucho tiempo se estigmatizó a los zurdos; una práctica habitual era obligarlos mediante la inmovilización a utilizar la mano derecha. Según cuentan las crónicas, durante la Edad Media La Inquisición consideraba la zurdera obra del maligno, fue causa de persecución, encarcelamiento e incluso de condenas a la hoguera. El adjetivo “siniestro” (del latín sinister, "izquierda”) designa un lugar situado a la izquierda, pero aplicado a una persona significa avieso, malvado o malintencionado. O lo desagradable que resulta comunicar el parte de un siniestro al seguro. En general, un siniestro es un suceso aciago. Jesucristo está sentado a la diestra del Padre, algo que se mantiene en los protocolos de ceremonias solemnes y actos oficiales.

El arquetipo de izquierda y derecha se manifiesta en una de las expresiones más arraigados en la idiosincrasia nacional: Las dos Españas de Machado. La guerra civil, una lucha fratricida. Se relaciona con el arquetipo de los hermanos hostiles que aparece en la Biblia, (Caín y Abel, Esaú y Jacob), la literatura (Antígona, Los hermanos Karamazov), la música (Peleas y Melisande, Libuše) o el cine (Rocco y sus hermanos, Ran). La división de las dos Españas comenzó a fraguarse en los laberintos de la historia, pero se consolidó tras la Guerra Civil. La memoria colectiva de la posguerra ha sido crucial. La idea de que hay algo peculiar, anómalo en la democracia española es evidente. La Constitución del 78 es de las más avanzadas de Europa. Configura un Estado de las Autonomías con unas competencias de autogobierno equiparables a las de un Estado federal. Sin embargo, la ruptura social, la brecha ideológica en la sociedad civil, incluidos los nacionalismos, no se ha superado. La transición de la dictadura a la democracia, que contó con el concurso de una clase política bien dispuesta, consiguió encubrir viejos rencores, aplazar afrentas, allanar la senda del olvido, pero el arquetipo sigue presente en el acervo colectivo; puede ser reprimido, empujado hacia el sótano de la casa familiar, pero una y otra vez retorna bajo distintos rostros y disfraces. Convocado o no convocado comparecerá. La teoría orteguiana de las generaciones no funciona porque los principios éticos y políticos de los vencedores, aunque adaptados a la nueva forma de gobierno, se han trasmitido con una fuerza imprevisible. La familia es un poderoso agente socializador. Los vencidos, con las mismas condiciones de transmisión de valores, no han renunciado a esclarecer los trágicos sucesos que ocurrieron antes, durante y, sobre todo, al finalizar la contienda y a reclamar una visión histórica convincente, además de enterrar con dignidad a sus muertos. Un testimonio reciente: la lúgubre exhumación de los restos de Franco del Valle de Cuelgamuros, la misma existencia del Valle, la polémica absurda sobre su resignificación es un ejemplo cabal de la vigencia del arquetipo. Los debates parlamentarios son una triste puesta en escena de las dos Españas. Goya: Duelo a garrotazos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario